Javier Milei, presidente: el minuto a minuto de este domingo 25 de agosto

En medio de la interna en el bloque de diputados de La Libertad Avanza (LLA), Lourdes Arrieta, una de las legisladoras que estuvo presente en la visita a los genocidas en el penal de Ezeiza, expuso las conversaciones sobre la organización del encuentro y mostró los nombres de los organizadores y participantes. “Es hora de que se sepa la verdad sobre quién autorizó y cuál era el verdadero motivo”, lanzó.

La semana catastrófica para los representantes de Javier Milei en el Congreso concluyó con el Presidente vetando el aumento a los jubilados que sancionó el Senado, y antes Diputados, con dos tercios de los votos. A raíz de esto, La Libertad Avanza (LLA) avanzará la semana que viene en acciones para ordenar el descalabro legislativo. Una expulsión del bloque de Diputados podría ser el punto de partida de una purga mayor en las dos Cámaras. Sin embargo, persisten los conflictos, como el escándalo de la visita a genocidas de la última dictadura cívico militar al penal de Ezeiza, y las internas, principalmente, la de Milei con la vicepresidenta Victoria Villarruel.

Durante mucho tiempo se gestó en la política argentina la mitología del “peronismo verdadero”. La cuestión nació, claro, en los tiempos de la proscripción y la persecución del movimiento, que se desarrolló a la par de sus estrategias para seguir manteniendo influencia en la política real, cuando las leyes (que con frecuencia no surgían en las formas  que la constitución indica y que solían provenir de la voluntad de grupos armados que ocupaban ilegalmente el poder) dejaban fuera de la lucha política legal a las corrientes que respondían a la conducción de Perón. El final de esa saga pareció tener un momento constitucional: fue el regreso, la victoria electoral y la asunción de la presidencia por el líder del movimiento, entre los años 1973 y 1974. Sin embargo, aun cuando la salvaje dictadura impuesta en 1976 -hoy reivindicada desde la fuerza vencedora en las últimas elecciones- fue expulsada del poder, esa disputa por el “peronismo verdadero” siguió viviendo entre nosotros.

Con la desaceleración de la inflación producto de la depresión económica, el Gobierno encontró una forma de celebrar incrementos salariales en el sector privado formal que supuestamente superaban a las variaciones del costo de vida. Esa mini racha parece haber llegado a su fin por la imposibilidad de perforar el piso inflacionario del 4% y por la dificultad que exhiben los sindicatos para lograr aumentos que incluso superen la inflación actual.