Javier Milei comienza este lunes su primer viaje oficial como presidente electo. En vez de un país vecino o latinoamericano, eligió a Estados Unidos y tendrá una agenda que, en principio, no parece organizada con mucha antelación. Por ahora, se le conocen dos actividades confirmadas, una en Nueva York y otra en Washington. En el primer caso, visitará la tumba de un rabino, una parada religiosa que ya había hecho antes de las PASO; mientras que en la capital, mantendrá "reuniones de trabajo". Desde el equipo de Milei no dieron muchos detalles sobre estos encuentros, pero el embajador estadounidense Marc Stanley adelantó que incluirá a funcionarios de "primer nivel" de la Casa Blanca, el Departamento de Estado y el Tesoro.
Una y otra vez, a lo largo de la campaña, Milei se referenció e hizo pública su admiración y apoyo al ex presidente estadounidense y favorito en las encuestas para recuperar el poder en Washington el próximo año, el republicano Donald Trump. Lo ha calificado como "uno de los mejores presidentes" que ha tenido Estados Unidos, mientras el año pasado llegó a decir que Joe Biden "no estaba calificado para ser presidente". Su alineación en la grieta norteamericana era clarísima y tajante, al menos hasta la semana pasada.
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El domingo del balotaje, desde Washington y la embajada estadounidense en Palermo lo felicitaron de inmediato. Pocos días después, Biden lo llamó por teléfono. Y el viernes pasado, Stanley -quien continúa refiriéndose a Sergio Massa como "mi amigo"- le informó a la prensa que estaba organizándole a contra reloj una reunión con funcionarios de "primer nivel" a Milei para inicios de esta semana, en caso de que el libertario finalmente viajara. Entre los nombres que ya estaban confirmados, mencionó al principal asesor de Biden para América Latina, Juan Gonzalez, y el encargado de la región en el Departamento de Estado, Jake Sullivan.
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Como sucedió en los últimos años cuando el embajador estadounidense acompañó a funcionarios argentinos en sus visitas oficiales en Washington, Stanley también viajó a la capital estadounidense para participar de la reunión entre Milei y la gente del Gobierno de Biden, según pudo saber El Destape. La comitiva de Milei, en tanto, está compuesta por su hermana y la persona en la que más confía, Karina; su futuro jefe de gabinete, Nicolás Posse, y el ex ministro de Economía y ex titular del Banco Central en la era de Mauricio Macri, Luis "Toto" Caputo.
El nombre de Caputo circula en los medios hace días como su posible ministro de Economía, sin embargo, ni Milei ni su equipo lo confirmó públicamente. El libertario sigue elogiándolo en entrevistas -"No hay mayor experto financiero en la Argentina que Caputo. Es el mejor para solucionar esto", dijo el domingo a la noche en LN+- y ahora lo sumó al visita a Estados Unidos, un dato no menor. Tras su triunfo sorpresivo en las PASO, sus entonces referentes financieros, Darío Epstein y Juan Napoli, se reunieron con banqueros y figuras de Wall Street en Nueva York, y el resultado fue un fiasco. No convencieron a nadie de su plan de dolarización.
Ahora, Caputo tiene la misión de arreglar esa primera mala impresión. También tendrá un rol central en el encuentro en Washington, la segunda parada del viaje, con funcionarios del Tesoro, a los que tendrá que convencer -según adelantó el propio embajador estadounidense el viernes pasado a la prensa- de apoyar su plan para enfrentar la deuda con el FMI, organismo en donde Estados Unidos es el miembro con mayor poder de votación, 16%.
No se descartaba también posibles reuniones con funcionarios del Fondo e inversionistas estadounidenses. Sin embargo, el equipo de Milei no adelantó ningún detalle ni lo confirmó.
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Un trabajo más cómodo tendrá Posse y el mismo Milei cuando les toque dialogar con funcionarios del Departamento de Estado. El libertario adhiere fervientemente a la visión del mundo que proyecta Washington, promete limitar la relación con China y, aunque parece haber moderado su posición sobre los Brics y no vetaría el ingreso el 1 de enero de 2024, tampoco participaría activamente de ese foro compuesto por Beijing, Rusia, India, Brasil y Sudáfrica.
El vínculo con la Casa Blanca, con los funcionarios más cercanos de Biden, en cambio, se proyecta como un matrimonio por necesidad para ambas partes. Por un lado, Milei difícilmente puede cumplir con su promesa de alinearse 100% con Estados Unidos sin acercarse al Gobierno de Biden, al menos durante el próximo año hasta las elecciones. Por otro lado, el Ejecutivo demócrata puede sumar un importante socio en Sudamérica, como sigue siendo Argentina, y matizar la imagen de una victoria de un aliado de Trump en la región en la víspera del año electoral sin ofrecer ni comprometer demasiado, según la política exterior propuesta por el propio libertario.
Milei no modera sus vínculos con el trumpismo, todo lo contrario
Mientras el Gobierno estadounidense ya adelantó que Biden no estará en la asunción del próximo 10 de diciembre y mandará una delegación, el equipo de Milei comunicó oficialmente que Trump viajará a Buenos Aires para un cara a cara con su aliado, aunque no aclaró si estará en la ceremonia o vendrá después. Además, mientras el mandatario estadounidense lo llamó por teléfono de manera privada, su antecesor publicó en sus redes un mensaje felicitándolo. “Felicitaciones a Javier Milei por una gran elección en la Argentina. Todo el mundo estaba mirando. Estoy muy orgulloso de ti. Vas a cambiar totalmente a tu país y realmente hacer a la Argentina grande de nuevo”, aseguró el dirigente que en solo un mes comenzará a dirimir las primarias republicanas para convertirse en el rival electoral de Biden.
La alianza entre los dos dirigentes se cimenta sobre dos personalidades muy parecidas y, además, sobre múltiples coincidencias políticas. Irónicamente, no tanto en lo económico -en donde Trump impulsa un "nacionalismo económico" en vez de la apertura irrestricta de Milei-, sino en lo social -como el rechazo al aborto legal, el feminismo y la defensa de minorías- y en un discurso obsesionado con un comunismo que hace décadas no existe más en casi todo el mundo.
Aunque el libertario empezará a forjar una relación obligada con el Gobierno de Biden en este primer viaje oficial como presidente electo, no por eso parece estar interesado en enfriar sus vínculos con el trumpismo. Prueba de ello, es la futura visita del ex mandatario a Buenos Aires y, más recientemente, el encuentro que mantuvo el fin de semana con un influyente rabino del mundo sefaradí, que casualmente también es el rabino de Jared Kushner, el yerno de Trump y uno de sus asesores de mayor confianza durante su paso por la Casa Blanca.
Milei tiene origen católico, pero hace tiempo que se acercó al judaísmo, a una rama ortodoxa. En la campaña, prometió convertirse formalmente cuando fuera presidente. El sábado a la noche, el rabino David Hanania Pinto, un referente de una corriente con tintes místicos con mucha influencia internacional, lo recibió en Balvanera para una ceremonia religiosa. Lo bendijo en inglés con un claro mensaje político: “Celebro a este hermoso país. Y pido a Dios que proteja a la nación de Argentina para traer de vuelta a la Argentina a lo que era antes. Y estoy seguro que, con la ayuda de Dios, ayudan a la nación.”
Milei destacó el significado religioso del encuentro, pero la figura de Pinto también tiene un simbolismo político. Francés de origen marroquí, tiene centros y escuelas judías en varios continentes, y es conocido por asesor a varios dirigentes políticos, desde el rey de Marruecos hasta el yerno de Trump y el hombre que forjó como nadie la política del ex mandatario sobre Medio Oriente.
En 2019, en un viaje con la delegación estadounidense para negociar acuerdos de paz en Medio Oriente, Jared -esposo de Ivanka Trump- paró en Casablanca, en Marruecos, para "cumplir con un sueño" y visitar la tumba del rabino Haim Pinto, el abuelo del rabino que bendijo a Milei. David Pinto, a quien el estadounidense calificó como su rabino, lo acompañó. Años antes, medios estadounidenses habían informado de donaciones por cientos de miles de dólares de fundaciones de la familia Kushner al centro de estudio del rabino en Nueva York.
Kushner es considerado como el padre de la política que Trump impulsó en Medio Oriente durante su gestión, especialmente la estrategia de normalización entre países del mundo islámico e Israel. El republicano terminó su mandato con varios acuerdos en su haber -incluido uno con Marruecos-, pero este armado -muy celebrado por Israel, donde el rabino Pinto también posee una importante influencia- se está destruyendo con la masiva ofensiva militar contra la Franja de Gaza que mató a casi 15.000 palestinos -entre ellos unos 6.000 niños-, con la que Israel respondió al ataque del movimiento islamista palestino Hamas que mató a 1.400 israelíes, la mayoría mujeres y niños.
El yerno de Trump también fue el hombre que empujó desde la Casa Blanca que Estados Unidos y sus aliados en el mundo mudaran sus embajadas de Tel Aviv, donde históricamente todos los países poseen sus representaciones diplomáticas en Israel, a Jerusalén, la ciudad que los Israelíes reivindican como su capital, pese a que la mayoría de la comunidad internacional -Argentina incluida, hasta ahora- considera que la parte oriental de la histórica urbe es un territorio aún en disputa en el conflicto con los palestinos y su status recién se definirá en un acuerdo de paz definitivo.
En campaña, Milei prometió que, de convertirse en presidente, mudará la embajada argentina a Jerusalén. La semana pasada, apenas dos días antes de reunirse con el rabino Pinto por segunda vez este año, lo confirmó.