100 días de Milei: un experimento libertario con futuro muy incierto

El gobierno de Javier Milei cumple 100 días con las encuestas registrando una baja de imagen, resultado del brutal ajuste que recae sobre trabajadores y jubilados. El Presidente debe resolver si acepta negociar con la oposición dialoguista o si persiste en su aislamiento "anticasta", que puso en su contra al Congreso y a los gobernadores. 

19 de marzo, 2024 | 00.07

Al cumplirse este martes 100 días de gestión, Javier Milei debe tomar una determinación respecto a si negocia con la oposición dialoguista o si mantiene intransigente su prédica anticasta, con un Congreso en rebeldía y gran parte de los gobernadores en contra. Si profundiza su aislamiento y mantiene la deriva autoritaria y violenta que lo viene caracterizando, el futuro del experimento libertario será de pronóstico complicado. El período de 100 días habitualmente se asocia a la "luna de miel" de un presidente con el electorado, que en este caso llega con una caída de la imagen. Eso es resultado del brutal ajuste -inédito en la historia reciente- del que la peor parte la están llevando trabajadores y jubilados, para los que en el mensaje oficial sólo hay promesas de mayores padecimientos y una lucecita allá lejos, al final del túnel. La historia se repite. 

Milei, la hermana Karina y su "rasputín" Santiago Caputo constituyen el vértice de un poder que debió asumir a las apuradas, luego de un triunfo electoral impensado. Su intuición es que el Presidente puede hacer cualquier cosa menos aparecer involucrado con la "casta", entrando en un "toma y daca" con la política tradicional. Colocarse en la otra vereda de la casta fue su jugada maestra e imaginan que los votantes ahora no se lo perdonarían. Curiosamente, muy diferente es si alguno de esos dirigentes -Daniel Scioli es el caso más notorio- se suma al oficialismo, cuando inmediatamente queda bendito por integrar "las fuerzas del cielo", alias "el cambio".

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Lo expuso en el discurso de asunción, en las escalinatas del Congreso, con el Presidente fuera de la vista de los legisladores. Nicolás "Toto" Caputo, tiempo antes defenestrado por Milei por su papel como ministro de Mauricio Macri, asumió en Economía con la premisa de llegar al déficit cero cueste lo que cueste y arrancó con una megadevaluación cuyas consecuencias todavía persisten. Cometieron un error garrafal: permitieron que primero se actualizaran los precios del sector privado -alimentos, naftas, prepagas, medicamentos- y ahora que quieren ir por el recorte de subsidios del Estado se encuentran que la gente ya no tiene más dinero para pagar. La otra propuesta de campaña efectiva fue la dolarización, que se mantiene como objetivo impreciso.  No hay dólares, sino la haría, todavía promete.

Sin un plan, Milei compró llave en mano la propuesta desregulatoria que Federico Sturzenegger había preparado para Patricia Bullrich en conjunto con grandes estudios jurídicos, todos ellos representantes de grandes empresas. Lo que interpretaron que podía salir por decreto lo plasmaron en el ya famoso DNU 70/2023, que Milei postula como dador de libertad, pero lo que en realidad libera son las posibilidades de negocios de los empresarios derogando muchas normas. Para los trabajadores, en cambio, incluyó recortes de derechos laborales. Lo que no allí terminó compilado en la ley Omnibus. El decreto, que grita inconstitucionalidad por sus cuatro costados, sufrió la semana pasada el rechazo del Senado y pende de un hilo. Aún los bloques dialoguistas reclaman algo parecido a un proyecto productivo y de crecimiento, que no existe, y un recorte que no pase por los jubilados o la clase media.

Por cierto, Milei había anticipado en campaña que tenía en mente un ajuste incluso más extremo que el que reclamaba el FMI. Sin embargo, siempre dio a entender que la motosierra afectaría solamente a la "casta", que era cuestión de desburocratizar el Estado, eliminar ñoquis, algunos choferes y celulares y sería suficiente. La rigurosidad de lo sufrido durante estos 100 días por parte de ingresos que ya venían de años de pérdida de valor descascaró ese argumento y hoy, según la reciente encuesta de Zuban Córdoba y Asociados, casi un 60% de los consultados respondió en desacuerdo con la expresión que no importaba si su economía estaba peor si se castigaba a los políticos.

De acuerdo a este trabajo, la imagen presidencial ya cayó al 42,3%, todo un récord cien días después de haber obtenido el 56% en el balotaje, a un promedio de pérdida de más del 4% mensual. La luna de miel no se consumó y mutó en desencanto. Las razones se explican en los próximos dos recuadros. El primero indica que el 71,6% siente que su situación económica empeoró desde que Milei es presidente. En el desagregado detalla que entre los que lo entienden así se ubican más de la mitad de los votantes de Bullrich en octubre, el 88% de quienes eligieron a Juan Schiaretti e, incluso, el 37,5% de los electores de Milei. También una mayoría del 51,7% de los consultados sostuvo que el gobierno de Milei es el responsable de la actual situación económica contra el 46% que prefirió señalar a Alberto Fernández y Sergio Massa.

Una de las características de Milei fue repeler a la oposición que se le acercó con intenciones de facilitarle las herramientas para gestionar durante esta primera etapa de su gestión. Obviamente, ayudarlo no puede significar aprobar sus proyectos kilométricos a libro cerrado, ni no tratar de conseguir alguna mejora para sus provincias. La lógica extrema de Milei no funciona así y acusó a la oposición dialoguista de corrupta y comenzó una serie de ataques a gobernadores moderados como Martín Llaryora y Maximiliano Pullaro. Los puso en primer término de su lista negra de responsables del fracaso de la ley Omnibus y prometió venganza contra las provincias. Ordenó cortar partidas sin entender ruegos y puso en riesgo el inicio de las clases. Los gobernadores patagónicos se mostraron en rebeldía.

 

Milei le escapa a las reuniones políticas. No conoce a muchos de sus funcionarios y se mete poco y nada en los asuntos de los ministerios que vayan más allá de Economía. Su ámbito son las redes sociales, en las que entre dos y tres horas por día, según los cálculos de un usuario especializado de Twitter que comenzó a dedicarse a eso, atraído por la increíble actividad presidencial, que retuitea y le da me gusta a los cientos de trolls libertarios que dicen las peores cosas de sus adversarios. Con el paso del tiempo, esta práctica se vuelva cada vez más inverosímil en un jefe de Estado. 

"Una sociedad estresada", tituló el antropólogo Alejandro Grimson su nota en Anfibia en la que detalló esta tarea de provocación permanente de Milei, en la que busca tener a todos alterados y en estado de agitación. Es su manera de aumentar la polarización y poner a la oposición en el lugar que le adjudicó de antemano: ser el principal obstáculo para su plan libertario, con el que promete convertir a Argentina en Alemania en 50 años o algo así. Los cálculos van cambiando, lo mismo que las catástrofes de las que dice haber salvado a los argentinos. Por ejemplo, un hiperinflación imaginaria del 17 mil %. 

Los papeles empiezan a quemarse porque el camino hacia ese futuro venturoso se empantana. El ministro Caputo va perdiendo su fe libertaria y se reunió para pedirle a los formadores de precios que se pasaron de la raya y se la agarró con las promos de los supermercados. Además, pateó para más adelante aumentos en trenes y colectivos y en la tarifa del gas, porque todo indica que marzo podría romper con el sendero a la baja del todavía altísimo índice de inflación. Un repunte inflacionario resultaría letal para el discurso del Gobierno que aseguraba que era todo culpa de la emisión monetaria. 

Por eso, más "estrés" para la sociedad. Milei y su nuevo ladero José Luis Espert llegan al día 100 proponiendo una insólita rebelión fiscal contra la provincia de Buenos Aires, que obligó al gobernador Axel Kicillof a salir a responderle. Básicamente, explicando que en la Provincia existe un Estado presente que sigue haciendo cosas como ocuparse de la educación y la salud, que financia programas sociales, obra pública y mantiene actualizado el sueldo de los trabajadores. Cuestiones normales para el país hasta el 10 de diciembre pasado, pero horrendas para un Presidente que declara el Estado como organización criminal y promete destruirlo por dentro.

Milei deberá decir qué hace con la nueva ley Bases, el DNU y el prometido Pacto de Mayo, que plantea como la refundación del país. De nuevo la situación exige una negociación con la oposición que se acerca a ofrecerse, pero las señales no son claras. "Es él, su hermana y las redes", definió la situación Macri, que desde hace tiempo se le arrima con el objetivo de formar una coalición de gobierno. Por ahora, Milei sólo promete escraches a quienes no apoyen sus propuestas, como si la solución estuviera en las redes. ¿Hasta cuándo? El miércoles arrancan los segundos 100 días de gobierno.

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