"Argentina va a abandonar la posición de la neutralidad histórica que nos caracterizó y va a estar a la vanguardia de la lucha por la libertad", anunció el presidente Javier Milei hace dos semanas en su discurso ante la Asamblea General de la ONU. Se refería a los últimos acuerdos sellados en el marco de Naciones Unidas, pero también ratificó su apoyo irrestricto a Israel, país que se encuentra hoy en el corazón de una de las peores escaladas militares en décadas en Medio Oriente. En ese contexto, a principio de septiembre, el gobierno argentino se sumó oficialmente a las Fuerzas Marítimas Combinadas (CMF, por sus siglas en inglés), una fuerza multilateral compuesta ahora por 46 países que, voluntariamente y bajo un comandante de Estados Unidos y un vicecomandante de Reino Unido, patrulla y garantiza la circulación de algunas de las vías comerciales más importantes del mundo, las que se encuentran en esa convulsionada región. No forma parte de los conflictos armados entre los países de la zona, pero una de sus cinco fuerzas tiene entre sus objetivos contrarrestar los ataques de la milicia hutí, un aliado de Irán en Yemen que escaló sus agresiones desde el inicio de la ofensiva israelí contra el territorio palestino de la Franja de Gaza.
Fuentes del Ministerio de Defensa que conduce Luis Petri explicaron a El Destape que la participación del país será con la presencia de un oficial y un suboficial que "solo realizarán tareas de entrenamiento" desde la sede de la CMF (que también es la sede de la 5ta Flota de Estados Unidos y del Comando Central de las Fuerzas Navales de Estados Unidos) en Bahrein, el pequeño reino que se encuentra al noroeste de Qatar, en el Golfo Pérsico. No necesitan autorización porque no es un despliegue masivo, sostienen, y es "un intercambio como muchos otros que se realizan". Pero ya se imaginan una mayor participación militar en el futuro: la posibilidad de sumarse a operaciones de patrullaje marítimo (no en la fuerza que combate a los hutíes) en 2026 o 2027 con algún avión o embarcación cuando, destacaron, el país haya desarrollado o adquirido las capacidades defensivas necesarias. Eso sí, aclararon, que para esta segunda etapa será necesario mandar un proyecto de ley al Congreso que lo apruebe.
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Desde el Ministerio no desconocen que esta decisión coincide con una fuerte escalada de violencia en Medio Oriente. En cambio, destacaron que "la CMF no está en guerra con ningún país, su misión es garantizar la seguridad y el orden en el mar". Por eso, consideraron que el timing de la movida de Argentina fue correcta: "Como dijo el presidente, Argentina ya no es neutral. Nos interesa estar porque ahí está pasando la historia". El objetivo central, sostuvieron, es "desarrollar capacidades, entrenar y modernizar a nuestras fuerzas" y, para ello, proponen unir fuerzas con los que "proveen la seguridad" en esas vías estratégicas comerciales.
Desde que asumió Milei y ratificó su promesa de campaña de alinearse completamente con Estados Unidos e Israel, la creciente escalada de violencia en Medio Oriente se ve con preocupación en muchos sectores en Argentina, no sólo por razones humanitarias, sino también por las heridas y las suspicacias que aún persisten tras la participación argentina en la coalición militar encabezada por Washington contra Irak en la Primera Guerra del Golfo en Medio Oriente y los dos atentados contra la embajada israelí y la AMIA.
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Las fuentes de Defensa rechazaron que Argentina pase a ser un "actor beligerante" en Medio Oriente y defendieron la participación en la CMF como parte del vínculo que el Gobierno de Milei quiere construir "con el mundo". "Estábamos completamente cerrados, no producíamos en el sector de Defensa, pese a lo que decían", sostuvieron. Para el ex ministro de Defensa y ex canciller Jorge Taiana esto no es cierto. Destacó que Argentina siempre participó de ejercicios militares en el continente americano, previa autorización del Congreso. "Había ejercicios internacionales, pero no en zonas tan calientes", explicó.
En diálogo con este portal, mostró su preocupación por la nueva decisión del Gobierno de Milei en este momento tan convulsionado de Medio Oriente: "Me parece que es subirse en la cola de las prioridades de sus aliados y no de Argentina." En la gestión pasada, el entonces gobierno del Frente de Todos había rechazado dos ejercicios militares propuestos por Estados Unidos que hoy el actual Ejecutivo libertario volvió a incluir y ahora está en comisiones, a la espera de la aprobación del Congreso: uno en la isla de Tierra del Fuego (a apenas 600 kilómetros de las Islas Malvinas) y otro en el Golfo de Guinea, en la costa occidental de África, una parte del mundo que, como el Golfo de Adén -una de las zonas de operaciones de la CMF- está marcada por la piratería. El argumento, en este último caso, fue que el Estado debe concentrarse en actuar en el área nacional y fortalecer las capacidades defensivas alrededor de su territorio, no en regiones lejanas.
Un paso más en la alianza con EEUU
El lunes pasado, el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd J. Austin III, conversó por teléfono con Luis Petri y, en un comunicado posterior de la cartera norteamericana, le agradeció al Gobierno argentino por varios gestos, entre ellos el ingreso al Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania en junio pasado y a las Fuerzas Marítimas Combinadas en Medio Oriente, el mes pasado. Además, destacó "el interés de Argentina de convertirse en un Socio Global de la OTAN" y que el ministro argentino será el anfitrión en su Mendoza natal de la XVI Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas, entre el próximo domingo y el miércoles 16. Este martes, Petri se hizo eco del mismo resumen de la reunión.
En lo que va del año, Estados Unidos ya sumó tres socios sudamericanos a la CMF en Bahrein: Colombia y Ecuador en enero pasado, y en septiembre, Argentina. Antes, Brasil (quien ingresó en agosto de 2018 bajo el gobierno de Michel Temer) era el único miembro de la región junto a más de cuarenta países: Albania, Australia, Bahrein, Bélgica, Canadá, Dinamarca, Djibouti, Egipto, Finlandia, Francia, Alemania, Grecia, India, Irak, Italia, Japón, Jordania, Kenia, República de Corea, Kuwait, Malasia, Países Bajos, Nueva Zelandia, Noruega, Omán, Pakistán, Filipinas, Polonia, Portugal, Qatar, Arabia Saudita, Islas Seychelles, Singapur, España, Sri Lanka, Suecia, Tailandia, Turquía, Emiratos Árabes Unidos, Reino Unido, Estados Unidos y Yemen.
La CMF está dividida en cinco fuerzas con cinco zonas de influencia en Medio Oriente. Según explica en su página web, la 150 se concentra en "la seguridad marítima del Golfo Omán, el Mar Arábigo y el este del Golfo de Adén"; la 151 "encabeza los esfuerzos regionales contra la piratería", la 152 " se dedica a la seguridad marítima del Golfo Arábigo" (más conocido como Golfo Pérsico), la 153 es "responsable de la seguridad marítima del Mar Rojo, Bab al Mandeb y el oeste del Golfo de Adén"; y la 154 que "profundiza el entrenamiento para la seguridad marítima a largo de la región".
Mientras que la comandancia de la CMF está en manos de un vicealmirante estadounidense y su números dos es un comodoro de la Marina Real británica, cada una de las cinco fuerzas es liderada por un militar de los otros países miembros, que se van rotando. Así se decidió en 2001, cuando fue creada bajo el liderazgo de Washington y con la participación inicial de 12 países, como parte de la guerra contra el terrorismo que lanzó el entonces presidente George Bush en el mundo, como respuesta a los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono.