El presidente Alberto Fernández llegó este sábado a China en su último viaje oficial con una agenda predominantemente económica pero con un mensaje político claro en la recta final de una campaña que estuvo marcada por la postura antichina y con reminiscencias de las relaciones carnales de los 90s de los dos principales candidatos presidenciales opositores de las elecciones 2023. La relación con Beijing es estratégica, explicaron fuentes del Gobierno a este portal y, por eso, el mandatario buscará avanzar aún más en algunos temas que podrían ser claves para el futuro del país, como el ingreso al banco de desarrollo de los Brics.
La invitación de China al Gobierno argentino también podría ser leída como un gesto en un momento en que se define un posible cambio de color de político y los únicos dos candidatos opositores con alguna posibilidad de llegar a la Casa Rosada en diciembre prometieron poner un freno a la alianza con Beijing o, directamente, darla de baja. Por eso, todo lo que suceda en los próximos días y, especialmente en la reunión bilateral del próximo miércoles con el presidente Xi Jinping, debe ser leído también en esa clave.
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Primera parada: Shanghai
El lunes y el martes próximos (según el uso horario chino), Alberto tiene planeado visitar a empresarios y empresas que tienen inversiones y operaciones en Argentina en dos sectores que claves y también sensibles en la disputa política global entre Estados Unidos y China: energía y telecomunicaciones. Por un lado, irá a recorrer Gotion, un fabricante de baterías de litio, y las sedes de tres mineras: Tsingshan, Tibet Summit Resources y CST Mining Group Limited.
Por otro lado, conocerá el Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico de Huawei, un gigantesco predio donde una de las empresas líderes en el desarrollo de la infraestructura G5 investiga y produce su tecnología. La elección no parece haber sido azarosa. Esta semana, el Gobierno informó que el próximo 24 de octubre el Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom) concretará la tan anticipada subasta de las bandas de frecuencias para el despliegue, desarrollo y prestación del servicio de 5G, lo que esperan que recaude unos 1.050 millones de dólares. Huawei no es una de las operadoras locales que se presentó, pero, según supo El Destape, la empresa está confiada en que aportará la infraestructura a al menos una de las tres empresas prestadoras.
Tanto los recursos energéticos como la licitación del 5G han estado en el centro del interés de Estados Unidos en su disputa con China, tanto en Argentina, como en el resto de América Latina y el mundo. El Gobierno logró, por un lado, acordar con el FMI una renegociación de las condiciones de pago de la deuda y los últimos desembolsos y, por el otro lado, avanzar en una licitación del 5G que no dejó completamente afuera a Huawei y, por lo tanto, no eligió el camino de la confrontación con Beijing, como sucedió con otros socios de Washington.
En otras palabras, el difícil pero necesario equilibrio que requiere este mundo cada más multipolar.
Pero más allá de los gestos, el momento más importante de esta primera parada en Shanghai, el corazón económico de China, es la reunión del martes a la mañana (siempre según el uso horario chino) con la ex presidenta de Brasil, declarada aliada del Gobierno argentino y actual titular del Nuevo Banco de Desarrollo de los Brics, Dilma Rousseff. Tanto Alberto como el ministro-candidato, Sergio Massa, dejaron claro en varias ocasiones que quieren ingresar a esta entidad financiera, pero la decisión política de sus miembros fue que Argentina primero definiera su candidatura al bloque, algo que no es legalmente necesario pero que finalmente sucedió en la cumbre de Sudáfrica de finales de agosto pasado. En ese encuentro y con Xi a la cabeza, los Brics invitaron a Argentina a sumarse, junto con Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Irán y Etiopía.
Con la fecha de ingreso definida -el próximo 1 de enero- y pese a que en el medio Argentina podría vivir un cambio de color político, Alberto Fernández intentará fortalecer aún más las bases de esa integración. Aún no está claro si se va a llegar a oficializar algo, explicaron desde el Gobierno a El Destape, pero el objetivo de mínima es "ponerse de acuerdo sobre la hoja de ruta: qué se necesita para ser miembro del banco, los tiempos, cuánto es el capital que tiene que aportar Argentina y cuál es el monto al que va a poder acceder argentina en materia de créditos por año", detallaron las fuentes oficiales.
Segunda y última parada: Beijing
Después de la reunión con Rousseff, Alberto viajará a la capital china para participar el jueves del III Foro de la Franja y la Ruta para la Cooperación Internacional, la cumbre con la Xi celebrará, junto a varios líderes extranjeros, entre ellos el ruso Vladimir Putin y otros latinoamericanos como el chileno Gabriel Boric, los 10 años de su principal iniciativa comercial y política en el mundo, a la que Argentina se sumó recién el año pasado.
Desde el Gobierno, adelantaron a este portal que la agenda de la reunión bilateral con Xi -que se dará en el marco de ese encuentro internacional- también será eminentemente económica. El presidente -que viajó con el titular del Banco Central de la República Argentina, Miguel Ángel Pesce y la secretaria de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería, Cecilia Todesca Bocco, además del secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello- espera poder anunciar juntos una ampliación del swap de yuanes.
Además, fuentes cercanas a la comitiva argentina no descartaban "algún anuncio económico más".
Pero, mientras la corrida cambiaria de esta semana y la escasez de dólares acaparan la atención del oficialismo por estos días, el encuentro con Xi y la participación del foro de la iniciativa de la Franja y la Ruta también tendrán un contenido político importante en este momento de Argentina en la que todos los aspectos del rumbo político y económico parecen estar abiertos a la discusión en las urnas.
Por eso, antes de salir hacia China, el presidente habló con la agencia de noticias china Xinhua y dejó claro la buena sintonía que acompañó la relación bilateral en estos últimos cuatro años: "Estamos muy convencidos de que el vínculo con China es muy importante. China es un país muy grande, es un país que objetivamente lidera el comercio internacional, y es un país que en verdad se ha portado muy bien con Argentina, fundamentalmente en los años de mi Gobierno."
Por eso, desde el Gobierno adelantaron que "el presidente va a reafirmar la relación estratégica entre Argentina y China" y, además, recordaron que China es el principal socio comercial, un dato que repitieron hasta el hartazgo en la campaña electoral frente a dos candidatos opositores que proponían dar de baja todo el vínculo, como el libertario Javier Milei, o al menos frenar la integración y no seguir profundizándola, como en el caso de la macrista Patricia Bullrich. Los dos dejaron claro que, si ganan, no entrarán en los Brics, el bloque que hoy suma a las principales potencias económicas de Asia, África y Medio Oriente, es decir, más del 30% del PBI global, y superó al G7 en este aspecto.
China no solo superó con creces a Brasil y Estados Unidos como primer socio comercial, sino que además, demostró ser un aliado clave en el momento de mayor debilidad de Argentina en los últimos tiempos, cuando el Gobierno tuvo que pulsear con el FMI para renegociar no una, sino dos veces la deuda tomada por el Ejecutivo anterior de Mauricio Macri.
Los swaps de yuanes sirvieron para mantener el flujo de importaciones chinas y pagar los vencimientos con el Fondo, dos alternativas que además marcaron un antecedente importante en la estrategia a largo plazo de Beijing de desdolarizar el comercio y también el funcionamiento del andamiaje institucional internacional que Estados Unidos construyó tras la Segunda Guerra Mundial. Los cambios son lentos en las relaciones internacionales y más cuando los impulsan una potencia como Beijing que no prioriza el corto plazo. Sin embargo, la foto de esta semana entre Fernández y Xi en Beijing, a cuatro días de las elecciones, enviará un mensaje, eminentemente, político.