En el último tramo de campañas partidarias de cara a las elecciones 2023, en las que en general no hay mucha referencias a la ciencia y la tecnología, Juan Grabois, uno de los candidatos a presidente de Unión por la Patria, se encontró con científicos en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA.
Al abrir el encuentro, el matemático Guillermo Durán, decano de esa casa de estudios, dijo que “es importante que discutamos cómo sostener el desarrollo de la ciencia y la tecnología en nuestro país. Sobre alguna crítica que se oye por ‘politizar los debates en una universidad pública’ quiero subrayar que está bien discutir sobre política en los ámbitos universitarios y que las elecciones nacionales son una excelente oportunidad”.
En uno de sus primeros comentarios, Grabois hizo referencia a su encuentro con el embajador de los Estados Unidos, Marc Stanley: “En América latina, o por lo menos en la Argentina, tenemos un complejo de inferioridad intelectual, político, cultural –afirmó–. Y eso es muy triste, porque somos un país espectacular... Es la verdad (…) Creo que tenemos una crisis seria de autoestima, sobre todo en los sectores populares. No sé qué pasa en la comunidad científica, pero nos vamos haciendo daño permanentemente”.
Aunque confesó que no estaba muy al tanto de lo que se investiga en los diversos ámbitos (geográficos y temáticos) en el país, comentó que se había interesado particularmente en la actividad nuclear y mencionó como algunos de los logros más notables de investigadores argentinos el haber completado el ciclo del enriquecimiento de uranio, poder abastecer las centrales nucleares de generación de energía, tener en marcha uno de los proyectos más avanzados del mundo en reactores modulares (el proyecto CAREM).
También mencionó que su objetivo político es “que la gente pueda trabajar, descansar y ser feliz. La agenda de tierra, techo y trabajo, que se traduce en que cada persona pueda tener su terrenito con agua, con luz, con cloacas, con acceso a los elementos básicos para la vida. Son 5700 barrios populares en la Argentina que no tienen los servicios básicos”. Y que en ese esfuerzo la ciencia tiene un rol que cumplir. “Hay un vínculo que no se está haciendo bien, porque con la capacidad científico-tecnológica que tenemos es una paradoja que no podamos abordar desafíos que parecieran tan sencillos desde el punto de vista técnico”.
Y agregó: “Inauguramos un gasoducto en diez meses y nadie dice media palabra sobre el 40% de los argentinos que no tienen gas natural. Y si uno llega a cuestionarlo, te contestan que la Argentina tiene el nivel más alto de cobertura de gas. Bueno, sí, la Argentina tiene el nivel más alto en la región de un montón de cosas, pero viene descendiendo. Es decir, que los planes se hacen sin pensar en las personas”.
Vector de integración
“Tenemos agua, litio, tierras raras, minerales, combustibles y alimentos –continuó–. Hay una ofensiva por el control de esos recursos estratégicos que en la perspectiva de las grandes potencias son elementos que garantizan su seguridad nacional y la maximización de sus utilidades. Soy un convencido de que tenemos que ir hacia un proceso fuerte de integración latinoamericana y el sector científico tecnológico además de todo lo que aporta es un vector de integración muy fuerte”.
En otro pasaje del diálogo, declaró que su “forma favorita de conocimiento es la intuitiva” y llamó a no soslayar la sabiduría de los pueblos originarios: “A mí, nadie me va a contar que el desmonte en el norte de Salta no provocó cualquier cantidad de muertes por enfermedades y por la falta de agua potable, de acceso a los recursos alimentarios de pueblos que tienen como costumbre la recolección, la caza y la pesca. Y tampoco nadie me va a explicar como ‘chupa’ agua el litio”.
También subrayó que no promete un gobierno de científicos, pero sí un gobierno con científicos. “Anduve mucho por las universidades y también por los barrios, y creo que no hay nada más importante para nuestro pueblo y para nuestra patria que unir el destino de los más pobres al de cada uno de ustedes –destacó–. Ahí está la clave de todo y si logramos eso, va a estar la fuerza, la cabeza, el corazón, para construir un proyecto que nos permita por lo menos buscar la felicidad. Si tenemos 60% de pobreza infantil y no estamos prendiéndole fuego a todo, quiere decir que fuimos perdiendo sensibilidad, nos fuimos acostumbrando a esta tristeza, porque hay gente que la está pasando muy mal. Yo no quiero que nos acostumbremos”.
Por su parte, la vicedecana, Valeria Levi, subrayó que la universidad tiene que ser uno de los múltiples lugares donde se debata la política nacional. Y el sociólogo Daniel Feierstein, agregó que la mayoría de los que estaban presentes se habían conocido durante la pandemia, con la convicción de que el sistema científico se podía poner al servicio de la sociedad en una situación de crisis. “Hubo experiencias a principios de los 70 en la articulación de distintas áreas y disciplinas de la universidad pública en procesos concretos. Salvo hermosísimas excepciones, eso se fue perdiendo y de pronto reapareció en un momento de crisis, como la pandemia”, recordó.
La bióloga molecular especialista en vacunas, Daniela Hozbor, insistió en que “la ciencia también necesita estar integrada en la sociedad. No es que los pobres necesitan de la ciencia, la ciencia también necesita de ellos. Este tejido social se rompió en muchos aspectos, pero todos somos parte de una única sociedad”.
“No prometo un gobierno de científicos, prometo un gobierno de cartoneros, o sea, la hegemonía no la van a tener los científicos, será necesaria una amalgama pero con la hegemonía en otro sector de la sociedad. En la pandemia, laburaron muy bien los científicos, pero éramos miles y miles y miles de compañeros que le daban de comer a la gente. Si me preguntás quiénes son los héroes y las heroínas? Las 'gordas' del barrio que estaban con las ollas. Ahora, hay problemas concretos que es necesario resolver. Hay que ser muy imbécil para no aprovechar [esta riqueza]. Lo único que puedo decir es que ese compromiso lo tengo hace muchos años. No tengo ninguna propuesta para hacer. Ni siquiera soy muy consciente de la cuestión presupuestaria, pero planteo que el modelo de aplicación de la ciencia y la tecnología para un desarrollo humano integral debe poner al ser humano, a la mujer, al hombre, a la naturaleza, en el centro de un proyecto político”.
Y finalizó el biólogo molecular Alberto Kornblihtt, integrante del directorio del Conicet: “Votamos por nuestra historia, por nuestras ideas, por nuestra trayectoria. Voy a decir algo provocador: me importa más el compromiso social del científico que la importancia social del tema que investiga. No todos los científicos van a poder investigar algo que tenga una importancia social, ni inmediata ni mediata. Pero practicamos constantemente el pensamiento crítico, formamos mentes críticas que pueden ver la realidad de una manera no conformista y solidaria. Porque si nosotros les exigimos a todos los científicos que hagan algo socialmente importante y aplicado, es probable que fracasemos. Pero les podemos pedir que, como actores relevantes, tengan un compromiso social y apoyen ideas transformadoras”.