Veinte años después del 19 y 20 de diciembre de 2001 en la Argentina vale la pena recordar el impacto que tuvo la revuelta popular en América Latina y el Caribe. Hoy soplan otros vientos en la región, pero el estallido social fue clave para dar vuelta a la página de la década del noventa con su impronta de gobiernos neoliberales y el famoso “consenso de Washington” impulsado desde Estados Unidos.
El primer gran estallido social del siglo XXI se sumó a la lista de gobiernos que cayeron por diferentes motivos en la última década del siglo XX. Antes habían sido destituidos Fernando Collor de Mello en Brasil (1992), Carlos Andrés Pérez en Venezuela (1993), Abdala Bucaram en Ecuador (1997), Cubas Grau en Paraguay (1999), Jamil Mahuad en Ecuador (2000) y Alberto Fujimori en Perú (2000). Salvo en el caso de Ecuador lo económico no fue el eje de las crisis que provocaron la salida de los otros presidentes. Pero la conmoción por la renuncia del presidente argentino Fernando de la Rúa fue mayor porque -a diferencia de las anteriores- fue percibida como una consecuencia directa de una revuelta popular contra las políticas neoliberales. Argentina, por historia y peso específico, es una de las potencias de América Latina y había sido tomada como “caso testigo” del decálogo de reformas neoliberales aplicadas en la década del noventa. Por otra parte, en ese entonces a nadie se le escapaba la responsabilidad que había tenido el Fondo Monetario Internacional (FMI) en la crisis. El diario La Jornada de México incluso tituló “quiebra soberana: experimenta el FMI en Argentina”.
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Varios gobiernos manifestaron su preocupación por el “efecto contagio” de la revuelta popular en países que estaban aplicando las mismas recetas. Cuando el presidente de México Vicente Fox discutió el presupuesto del 2002 trató de calmar los ánimos y sentenciando: “Aquí no pasará lo que en Argentina”. En Perú, su ministro de economía del Perú – y luego presidente- Pedro Pablo Kuczynski, intentó explicar que “Argentina no cayó por este modelo pues no había nada de neoliberal en la política de ese país”. Como ha sucedido en tantísimas oportunidades en que las políticas neoliberales fracasan, se dice que no eran neoliberales. Más allá del debate teórico que pueda existir sobre el liberalismo, o el llamado neoliberalismo en sus diferentes vertientes, Argentina, México y Perú eran tomados como “modelo” de “lo que hay que hacer” por los organismos financieros internacionales.
La revuelta popular abrió un nuevo ciclo político en la Argentina y la región. Veinte años después, en los tres países hay gobiernos que rechazan el neoliberalismo, aunque los llamados “técnicos” del Fondo Monetario Internacional siguen recomendando las mismas recetas.