A ocho años de la muerte del fiscal Alberto Nisman se continúa agitando la tesis del asesinato cuando hay muchas pruebas que evidencian que en el departamento 2 del piso 13 del edificio Le Parc no hubo terceras personas. La última gran maniobra que hubo en la causa para impulsar la tesis de que al fiscal de la UFI AMIA lo mataron fue la instalación de una pericia repleta de errores realizada por la Gendarmería en septiembre de 2017, es decir, cuando esa fuerza de seguridad respondía a Patricia Bullrich durante el gobierno de Mauricio Macri. El juez Julián Ercolini –que fue uno de los invitados por Clarín a Lago Escondido- se hizo eco del trabajo de la GNA y tres meses después de presentado procesó a Diego Lagomarsino y a los custodios de Nisman. Lejos de convocar a quienes realizaron el peritaje de la Gendarmería para responder sobre burdas inexactitudes, en parte de 2021 y el último año el juez y el fiscal Eduardo Taiano convocaron a decenas de agentes de la exSIDE para interiorizarse sobre sus movimientos. Los espías siguen declarando en un expediente que está prácticamente estancado, ya que ni el juez ni el fiscal logran encontrar datos que den cuenta de que a Nisman lo asesinaron. Por eso, ante un nuevo aniversario y en un año electoral, hacen correr operaciones como la que publicó La Nación sobre la aparición de una “nueva pista terrorista internacional”.
El dato central del caso surgió desde casi el inicio del expediente, en mayo de 2015: se trata de la autopsia que realizó el Cuerpo Médico Forense (CMF), que ubicó la data de muerte en la mañana del domingo 18 de enero de 2015, día en que se registraron visitas a distintos sitios web desde la computadora del fiscal. Los horarios de navegación y posterior muerte son compatibles. El informe del CMF, que es el órgano especializado para realizar este tipo de estudios, y el trabajo criminalístico de la Policía Federal –que es de junio del mismo año- no dejan margen para avanzar sobre la tesis homicida. Tras la llegada del macrismo a la Casa Rosada, la Gendarmería, que respondía directamente a la entonces ministra Patricia Bullrich y no se especializa en la materia, realizó entre mayo y septiembre de 2017 un peritaje que está repleto de errores, contrasta con el del CMF, su resultado fue adelantado por Clarín y sentencia que a Nisman lo asesinaron en el baño dos personas luego de pegarle y drogarlo con ketamina.
Pero en el baño no hay huellas de pisadas de terceras personas. Y la puerta estaba trabada por el cuerpo del fiscal. Una serie de interrogantes elementales se hacen inevitables: ¿Cómo hizo el supuesto asesino para disparar en el baño y escabullirse sin dejar una huella? Más complejo aún: siguiendo el estudio de Gendarmería, ¿cómo hicieron dos personas para escaparse de la escena del crimen sin dejar ni una marca? Ni la querella abona la hipótesis de que hubo dos personas. Afirma que hubo una sola. Por su parte, la ketamina no figuraba en ningún otro estudio toxicológico.
La tesis de que Nisman estaba solo en el baño se complementa con la dirección que tuvieron las manchas de sangre, que cayeron hacia diferentes lados sin que ningún cuerpo de otra persona se interpusiera.
A esto se suma que el departamento estaba cerrado por dentro. Si hubo un homicida: ¿por dónde ingresó a la vivienda del fiscal? ¿Por dónde salió? Tampoco hay rastros de desorden ni de pelea.
Esta perfección que debieron tener los asesinos (a quienes se vincula con servicios de inteligencia) para escapar de la supuesta escena del crimen choca con la torpeza que se le quiere adjudicar a agentes de la exSIDE que se comunicaron el día de la muerte de Nisman desde teléfonos que le son adjudicables. Justamente, por esos llamados, fueron citados decenas de ellos.
El trabajo de la GNA, que realizó la Dirección de Criminalística y Estudios Forenses, también ubicó la hora exacta en que supuestamente mataron al fiscal: las 2.46 de la madrugada. Es un caso único ya que no existen antecedentes de una data de muerte fijada en un minuto puntual. Ese horario no parece casual: acerca a Lagomarsino, quien entregó a Nisman el arma que le dio la muerte, al momento en que pasó por el departamento justamente a entregar la pistola, que el fiscal le había pedido con la excusa de sentirse inseguro. Lo que está claro es que cuando Lagomarsino dejó el edificio Le Parc, el fiscal estaba vivo.
A la falta de experiencia de Gendarmería para realizar este tipo de peritajes (a diferencia de la frecuencia con que lo hace el Cuerpo Médico Forense) no debe soslayarse que Bullrich fue una de las personas que intercambió mensajes con Nisman poco antes de su muerte. Era diputada y le insistía junto con Laura Alonso para que se presentase en el Parlamento a difundir su acusación contra Cristina Fernández de Kirchner por la firma del Memorándum con Irán. Fue una de las legisladoras que lo presionaba para que fuera al Congreso, algo que a Nisman no parecía terminar de convencerlo. Pedía condiciones para ir. Por ejemplo, no quería que hubiese prensa.
Hasta el momento del trabajo de la GNA, el único informe que sostenía la tesis del homicidio era el de la querella y chocaba directamente con el trabajo oficial realizado por el CMF. La aparición de la pericia de la Gendarmería aportó el elemento jurídico para impulsar penalmente la tesis del asesinato. No parece casualidad que dos meses después de presentado el estudio, Lagomarsino fuera indagado por Ercolini y un mes más tarde, el 26 de diciembre de 2017, procesado como partícipe necesario de un homicidio. También fueron procesados los cuatro custodios por incumplimiento de los deberes de funcionario público y encubrimiento. Lo que no se halló entonces y tampoco aparece hoy, a 8 años de la muerte del fiscal, es un autor material del homicidio que Ercolini describe en su resolución.
El informe de la GNA en clave judicial
Ercolini sostuvo una importante parte del procesamiento de Lagomarsino y los custodios de Nisman –los únicos procesados del caso- en el peritaje de la Gendarmería.
El 26 de diciembre de 2017, afirmó en la resolución que lleva su firma: “Para comenzar el análisis de las cuestiones médico legales que rodean esta investigación, se debe mencionar ante todo la conclusión de este informe efectuado por Gendarmería Nacional Argentina, en el cual los peritos dedujeron en base a las constancias estudiadas ―que la muerte violenta de quien en vida fuera el Sr. Natalio Alberto Nisman, se trató de un homicidio”. El juez puso en la misma línea el peritaje del prestigioso Cuerpo Médico Forense, el de la PFA y el de la GNA, que no realiza asiduamente este tipo de estudios. Es más, respecto a este último, resaltó el hecho de que el fiscal pudo haber sido reducido y golpeado: “Más allá de las lesiones cráneo encefálicas y la hemorragia propias del disparo en la cabeza del que fue objeto Nisman, lo cierto es que se observaron distintas lesiones en su cuerpo que según los profesionales de Gendarmería Nacional Argentina, podrían ser compatibles con las maniobras de reducción de la víctima por parte del o los autores que le causaran su muerte cuyo objeto era el de asegurar el resultado fatal”.
En otro apartado de su resolución, titulado “La dinámica del hecho según los expertos Gendarmería Nacional Argentina”, Ercolini se hizo eco del informe de la fuerza que comandaba Bullrich: “Sobre la base a las cuestiones médicas que hacen a la causación de la muerte violenta de Nisman, a las relativas al arma de fuego utilizada a tal efecto y a los rastros de sangre obtenidos en la escena del crimen, los peritos concluyeron que en el hecho habrían participado terceras personas ajenas a la víctima, que además intentaron simular su suicidio”. Y reiteró: “A modo de conclusión, expresaron que ‘los integrantes de ésta junta interdisciplinaria de Gendarmería Nacional Argentina se encuentra en condiciones de concluir que la muerte violenta de quien en vida fuera el Dr. Natalio Alberto Nisman, se trató de un homicidio’”.
La operación de Clarin
Otra de las particularidades del informe de la GNA es que Clarín adelantó su resultado antes de que se hiciera.
“Nuevas pericias oficiales sostendrán que a Nisman lo asesinaron”, anunció Clarín el 28 de mayo de 2017. En la bajada, se agregó: “Expertos de Gendamería entregarían los resultados al juez en 30 días. Harán una reconstrucción total de los hechos”. Según consta en la causa esa nota se publicó cuatro días después de que se juntaran los peritos de la GNA, quienes mantuvieron una reunión de coordinación el 24 de mayo de 2017 para empezar el informe.
El resultado del informe repleto de errores se conoció recién 4 meses después. Clarín volvió a operar sobre el tema: “Una pericia de Gendarmería confirmaría que a Alberto Nisman lo mataron”, tituló el 14 de septiembre del mismo año. En la bajada, añadió: “Lo adelantó Clarín en mayo. Los expertos realizaron una reconstrucción total del hecho. Ahora, entregarán los resultados al juez de la causa”.
La pericia se entregó 25 de septiembre, es decir, 11 días después de la nota de Clarín.
Recientemente se conoció, por una filtración de chats, que el juez Ercolini fue uno de los cuatro magistrados federales que viajaron en octubre del año pasado junto a funcionarios porteños y un ex espía a pasar dos días en la mansión de Joe Lewis en Lago Escondido invitados por el Grupo Clarín.
Citaciones convenientes e inconvenientes para la Justicia
Mientras La Nación publica que asoma en el caso Nisman una pista internacional, un breve repaso de la causa revela que el dúo Ercolini – Taiano cita a testigos que pueden alimentar la línea de la entente mediático-político-judicial a la par que se niega a convocar a otros testigos que pueden derribar la tesis central del expediente, es decir, la del asesinato.
Los abogados defensores de Lagomarsino reclaman desde hace años que se convoque a declarar a quienes confeccionaron el bochornoso informe de la Gendarmería para exponer los groseros errores que se cometieron en ese trabajo. Uno de los responsables del estudio, el comandante general Orlando Caballero, director de Criminalística de la GNA, falleció en 2020 sin prestar testimonio en sede judicial, por ejemplo.
También solicitaron a Ercolini que convoque al prestigioso perito Juan Santos Lovatón, a quien se cita en el trabajo de la GNA. El pedido se realizó luego de que El Destape lo entrevistara y declarara que "el peritaje de Gendarmería tiene errores de principiante". Su palabra no es menor. Santos Lovatón es un reconocido especialista en lo que hace al estudio de los patrones de manchas de sangre, una disciplina de la criminalística clave para resolver crímenes. Es una referencia en la materia: es perito criminalístico y analista forense de la Policía Nacional del Perú, reconocido internacionalmente, con 20 años de experiencia en el campo. También es presidente del Instituto Peruano de Ciencias Forenses, miembro de la Academia Internacional de Ciencias Forenses y de la Red Latinoamericana de Entomólogos Forenses.
Pero Ercolini no citó a ninguno de estos testigos solicitados por la defensa. Por el contrario, el dúo Ercolini-Taiano decidió convocar a 60 espías de la exSIDE. Entre ellos, citaron al exdirector de Contrainteligencia Fernando Pocino y volvieron a convocar a Horacio Stiuso. La excusa fue que hubo muchos llamados entre agentes por esos días.
Según publicó Página 12, Pocino contestó preguntas durante muchas horas y dijo que durante el sábado 17 de enero y el domingo 18 de enero de 2015 cursó numerosas comunicaciones por Nextel, desde Pinamar, donde estaba de vacaciones, porque se había publicado en un diario que un agente de la AFI, supuestamente de La Cámpora, había sido uno de los negociadores del Memorándum con Irán. La referencia es a una nota de La Nación. El supuesto espía en cuestión luego se supo que era Allan Bogado, que no era agente y mucho menos estaba asociado a La Campora. ¿Por qué Pocino se abocó a esa tarea? Porque por su rol debía controlar a los agentes.
En aquellas jornadas hubo muchas comunicaciones en la AFI porque había desaparecido un misil de una dependencia del Ejército y jugaban River y Boca en Mar del Plata, por lo que se temía que en plena campaña electoral se “arrojara un muerto” a uno de los candidatos que era Daniel Scioli, entonces gobernador bonaerense. A esto se suma que estaba la posibilidad de que Nisman fuera al Congreso, lo que podía provocar movilizaciones de Quebracho y otros grupos.
Con la declaración de los espías parece asomar una nueva operación, la de una pista internacional detrás de la muerte de Nisman. Una maniobra más en pos de mantener activa una causa estancada pero de alto impacto político-judicial.