El presidente Alberto Fernández selló este martes su paso por el corazón económico de China, Shanghai, con una reunión que su Gobierno veía como clave: se reunió con la titular del Nuevo Banco de Desarrollo (NDB, por sus siglas en inglés) de los Brics y ex mandatario brasileña, Dilma Rousseff, y oficializó el pedido de Argentina para ser miembro pleno de esa institución financiera que aspira a convertirse en una de las principales fuentes de inversión para el desarrollo del llamado Sur Global.
En un clima de amabilidad y evidente familiaridad, tanto Alberto como Dilma destacaron las dificultades y desafíos que vive el mundo en la pospandemia y con el cambio climático, y también tras el aumento de precios internacionales de alimentos y energías que desató primero la guerra en Ucrania y que amenaza con mantenerse con la reciente escalada de violencia en Medio Oriente. En ese contexto, desde la comitiva argentina destacaron que ingresar al NDB serviría para que el país sume una fuente adicional de fondos para invertir en infraestructura necesaria para dos grandes objetivos para el desarrollo actual y futuro: la transición energética y la digitalización de todos los aspectos de la economía y la sociedad.
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Además, destacaron que este banco de desarrollo apunta a un grupo de países que había quedado rezagado -en la visión del Gobierno- en la infraestructura financiera internacional, liderada por los organismos de crédito internacional, en los que Estados Unidos sigue siendo la voz cantante. Apunta a créditos aptos para los países de renta media, explicaron a El Destape y agregaron que podrían estar orientado a financiar el combate de los efectos del cambio climático -algo que tanto Alberto como otros jefes de Estado y Gobiernos de países en desarrollo vienen reclamando a los países más ricos y contaminantes en las últimas cumbres climáticas- y para generar tecnología con menor impacto en el medio ambiente.
El banco está pensando para financiar proyectos de desarrollo, sin embargo, desde su creación, en 2014, también se constituyó un Acuerdo Contingente de Reservas compuesto por 100.000 millones de dólares, de los cuales más del 40% pone China, y que, aunque nunca se utilizó, está a disposición (solo) de los miembros en caso de tener desequilibrios severos en su balanza de pagos. Mientras dentro de los Brics y del NDB se discute si la institución financiera debería ampliar sus objetivos, esta podría ser una herramienta de transición para futuros posibles miembros como Argentina que necesitan ayuda coyuntural, además de proyectos de más mediano y largo plazo.
De la reunión participó la primera línea del NDB: Rousseff, su vices Vladimir Kazbekov y Qiangwu Zhou, su asesor Marco Tulio Mendoça, el jefe de gestión, Leon Myburgh, y el jefe de riesgo crediticio, Kuldeep Goel. De parte de la Argentina, estuvo presente toda la comitiva que acompaña a Alberto: el titular del Banco Central, Miguel Ángel Pesce; la secretaria de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería, Cecilia Todesca Bocco; el secretario General de la Presidencia, Julio Vitobello; el embajador Sabino Vaca Narvaja y el cónsul en Shanghai, Luciano Tanto.
Un nuevo banco para una nueva relación de fuerzas mundial
El Nuevo Banco de Desarrollo que dirige Rousseff es relativamente nuevo, tiene apenas 9 años, cinco padres fundadores con igual poder accionario -los cinco miembros actuales de los Brics -Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica- y, desde 2021, sumaron los primeros socios por fuera del bloque, con menor poder accionario y, por lo tanto, menos poder de voto: Egipto, Bangladesh y Emiratos Árabes Unidos. Uruguay ya fue aceptado como candidato y ahora debe cumplir con todos los requisitos antes de convertirse formalmente en accionista.
Los Brics datan de hace 14 años, pero el banco de desarrollo fue posterior. Aunque formalmente no está vinculado, fue creado casi en paralelo con el lanzamiento de la principal iniciativa político-comercial del Gobierno de Xi Jinping en el mundo: la Iniciativa de la Franja y la Ruta. En 2013, Xi su plan de "Una franja, una ruta" con la que China planeaba recrear la histórica ruta de la seda, con la que se comerciaba hace más de 1.500 años desde el llamado Lejano Oriente hasta la próspera y siempre expansiva Europa y sus colonias en África. Es decir, unía tres continentes.
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Hace exactamente una década, Xi prometió recrear este fluido vínculo comercial a través de la construcción de rutas, vías férreas, gasoductos y oleoductos. O como lo explicaron analistas económicos y políticos internacionales en ese momento, desarrollar sus propias cadenas globales de producción para dejar de depender de las creadas bajo el amparo de la globalización dominada por Estados Unidos. Y ahi surgió el Nuevo de Banco de Desarrollo de los Brics, con la misión de financiar, principalmente, infraestructura.
Según el portfolio del banco de los Brics, por lejos la mayor inversión en estos primeros 9 años ha sido en infraestructura en transporte (casi 10.500 millones de dólares), un elemento central a la hora de pensar en exportaciones e importaciones de bienes. El segundo sector fue la ayuda de emergencia durante la pandemia, que ascendió a más de 9.000 millones de dólares. Con montos mucho menores, le siguen proyectos energéticos y de saneamiento.
Pero al igual que la Iniciativa de la Franja y la Ruta, que mutó en algo mucho más amplio y ambicioso que recrear la antigua ruta comercial para incluir, por ejemplo, otras regiones como América Latina y otros sectores como el tecnológico y las telecomunicaciones, el NDB también fue cambiando y ampliando sus objetivos. Por eso, mientras uno de los últimos sectores en la lista de proyectos hoy es la infraestructura digital, todo indica que, mientras se generaliza el uso del 5G en el mundo, por ejemplo, ésta será una de las prioridades de la institución en los próximos años.