Deuda con el FMI y el debate sobre un modelo de país: a sacarse la careta, que el Carnaval terminó

07 de marzo, 2022 | 00.05

El Carnaval invita a disfrazarse, a mudar identidades con un simple cambio de ropas, a ocultar con máscaras nuestros rostros siempre reveladores de íntimos deseos. La política puede asumirse de manera similar y, entonces, como en el clásico tango de Aieta y García Giménez (“Siga el corso”), es legítimo reclamar: “No finjas más la voz, abajo el antifaz … / Descúbrete, por fin... Tu risa me hace mal / Detrás de tus desvíos, todo el año es Carnaval”.

Un desarrollo equilibrado y para todos

Entre otras tantas señales de recuperación económica, que surge de datos duros en lo macro, se destacan las que se verifican en la industria e integran el crecimiento en más de 10 puntos en el PBI de 2021.

Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.

SUSCRIBITE A EL DESTAPE

Son muchos los sectores que dan cuenta de ello, en los que además de compensarse las caídas generadas por la pandemia se alcanzaron niveles superiores a los del 2019 y se estima incluso habrán de incrementarse en el año en curso.

Si bien los grupos empresarios concentrados -y particularmente beneficiados- no cejan en su postura opositora al gobierno nacional, ofreciendo una clara demostración de que pesan más sus objetivos políticos -desestabilizadores- inmediatos que sus intereses económicos de coyuntura, esas señales son tan potentes y visibles que fuerzan algún que otro reconocimiento, mesurado, por cierto.

Es el caso de la Unión Industrial Argentina, desde donde se han vertido algunas expresiones de satisfacción sobre los logros obtenidos por las políticas oficiales. Así fue manifestado por su presidente, Daniel Funes de Rioja, quien sostuvo que esa central empresaria está comprometida con un desarrollo equilibrado y para todos.

Más allá de las legítimas dudas que pueden albergarse acerca de que ese pensamiento indique un cambio de actitud de conjunto, menos opositora y más colaborativa, lo que sí desentona es advertir la conducta que vienen asumiendo los formadores de precios, entre los que se destaca la industria de la alimentación que exhibe aumentos muy por encima de la tasa de inflación y sin justificación en sus costos de producción, a la par de constituir una de las que mayores ganancias ha obtenido en los últimos dos años.

Otro tanto ocurre, al reparar en que el presidente de la UIA es también el de la COPAL (Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios) y, a su vez, un activo -como antiguo- lobista en procura de una reforma laboral intensamente flexibilizadora, que -como en Brasil- atrase 70 años las regulaciones del mundo del trabajo.

Si consideramos los efectos precarizadores que devienen del constante aumento de la canasta básica alimentaria y los que devendrían -como ya sucediera en Argentina- de reformas laborales peyorativas, teniendo en cuenta la comunidad de personas afectadas por ambos factores, difícil sería explicarse cuál sería esa equidad y totalidad que supuestamente debería ser tributaria del desarrollo.

¿República perdida o gorilas en la niebla?

Una vez más la principal fuerza de oposición queda en evidencia como verdaderamente es, a pesar del disfraz de enojo y repudio, con una actitud sin precedentes en nuestra historia parlamentaria.

Su concepción autoritaria para la resolución de los conflictos fue una manifestación constante cuando les tocó en suerte gobernar el país, que también se verificó en los distritos provinciales bajo su administración, pero guardaban algún cuidado gestual al invocar constantemente la República y las aspiraciones a un diálogo constructivo entre oficialistas y opositores.

En esa línea solían entonces -y suelen hoy- identificar al Congreso de la Nación como el ámbito natural para dirimir las controversias, construir consensos desde la diversidad y reclamar por una indispensable tolerancia democrática.

El 1° de marzo pasado en un contexto doblemente emblemático, por tratarse del día en que el Presidente de la Nación habla ante ambas Cámaras reunidas en Asamblea Legislativa inaugurando el año de sesiones ordinarias y, a la par, se trata del ámbito por antonomasia en que se desenvuelven las acciones que ponen en acto esos declamados valores, los PRO opositores -fundamentalmente- pusieron en marcha una operación vergonzosa y sin antecedentes similares.

En efecto, alegando un descomedido disgusto por un pasaje del discurso presidencial, en el cual ratificaba una decisión ya en curso -la denuncia judicial para determinar las responsabilidades penales de quienes tomaron y fugaron ilícitamente el descomunal préstamo con el FMI en 2018-, se retiraron en masa del recinto, a los gritos y pretendidamente ofendidos.

Aun dejando de lado la ostensible irregularidad e ilegalidad de ese empréstito, nadie puede ignorar y menos los legisladores errantes, que fue su gobierno el que endeudó a las y los argentinos en tal magnitud y con tan breve -como de suyo imposible- plazo para su devolución. Tampoco podrían razonablemente cuestionar que se requiera de la Justicia una investigación, para establecer o deslindar responsabilidades, máxime cuando son quienes sostienen la -dudosa- independencia de la magistratura concernida.

Pero ese pretendido desplante importa, principalmente, una total falta de respeto por la investidura presidencial, tanto como evidencia un absoluto desprecio por el quehacer parlamentario y cualquier clase de disenso. No otra cosa significa ese abandono, que denota el abandono del más mínimo recato republicano, siquiera simulado.  

Justicia independiente …  de la ciudadanía

Es público y notorio que el Poder Judicial en general, y fundamentalmente su máximo tribunal junto con buena parte del Fuero Penal Federal y del Ministerio Público Fiscal, poseen una imagen seriamente desprestigiada en nuestra sociedad.

En la apertura del período de sesiones del Congreso 2022 hasta último momento se ponía en duda que asistieran los miembros de la Corte Suprema, lo que hubiera sido un hecho de suma gravedad institucional. Sin embargo, se hicieron presentes y mantuvieron una actitud acartonada que asemejaba al juego infantil de las estatuas, sin gesto alguno -favorecidos por los barbijos que portaban- que permitiera detectar su estado de ánimo. Ni siquiera cuando el presidente hizo expresa referencia al cajoneo selectivo de causas judiciales relevantes, pendientes de un pronunciamiento indispensable que reservan vaya uno a saber para cuándo.

Cabe reconocer que, al menos no se retiraron del recinto como los opolegisladores republicanos, al ser blanco de críticas explícitas de Alberto Fernández, aunque habrá que esperar para conocer el modo en que piensan devolver atenciones, revolviendo en sus armarios expedientes sensibles adormecidos y en lo que son expertos tiempistas.

El problema de fondo no son los actuales cortesanos, sin que ello los libere de responsabilidades indeclinables, sino un sistema judicial que pide a gritos una profunda reforma que no se agota pero que exige un cambio copernicano en la composición -integración y cantidad de miembros-, funcionamiento y organicidad de la Corte, para que deje de ser un Órgano contrapoder antidemocrático y garantice el servicio específico que le confía la Constitución Nacional.

Hasta entonces, la única independencia que ostentará será respecto de la ciudadanía junto a una clara subordinación de los poderes fácticos.

Deuda soberana y soberano desentendimiento  

Cuando se habla de deuda soberana, la referencia es a aquella que contraen los Estados y recaen indefectiblemente en el Pueblo, sin que signifique una situación única la que pesa sobre nuestro país.

El endeudamiento público forma parte de prácticas generalizadas, propias del mercado de capitales y que responde a motivaciones diversas, cuya justificación se vincula -cierta o ficticiamente- en necesidades de grandes inversiones de infraestructura y financiamiento para el desarrollo.

El problema reside en que, con frecuencia, se utiliza como un instrumento de dominación y, para peor, suele tener un destino muy diferente al enunciado al contraerla. En beneficio de unos pocos que, además, la fugan para invertir esos fondos en emprendimientos privados que nada, más que deuda, dejan al Estado tomador del crédito.

La oposición conservadora -y predominantemente cipaya- enarbola la consigna de que se debe “honrar la deuda”, que no es otra cosa que someterse incondicionalmente a las exigencias de los acreedores. Aunque no desaprovechan la oportunidad para empujar al gobierno a un callejón sin salida soberana, empleando todo tipo de ardides como ya se está viendo en estos días.

En la otra punta, una “izquierda” que se sabe libre -como siempre- de las responsabilidades de gobernar, a la que se suma cierto progresismo declamativo y carente de propuestas que constituyan alternativas sustentables, plantean desconocer la deuda haciendo caso omiso de las consecuencias.

Ir al default no es una opción factible ni razonable, lo que no significa eludir y dar el debate acerca del modo de evitarlo. En esto consiste, entonces, el desafío que se avecina y exige una consideración seria -y no meramente consignista- de los compromisos como de los efectos colaterales que presuponen el acuerdo con el FMI que plantea el gobierno nacional.

A su vez, debe insistirse y exigirse que efectivamente se cumpla con la investigación -no exclusivamente judicial- de los procedimientos, agentes del Estado y curso final que revele la toma de ese empréstito.

La Pro - Educación

En Rodríguez Larreta, uno de los principales referentes del PRO con aspiraciones presidenciales, es recurrente la mención a la Educación como un valor fundamental que se cuenta entre las prioridades de su gobierno, imponiendo los mayores esfuerzos en cuanto a las políticas públicas. 

En abril de 2021 en plena judicialización por la decisión de abrir la presencialidad en las escuelas, frente a una nueva ola creciente de contagios por COVID y contrariando el DNU vigente dictado por el gobierno nacional, el alcalde de la CABA sostuvo que la responsabilidad de la educación "es de la Ciudad, no de la Nación".

En febrero de 2022, al anunciar junto a su Ministra de Educación (Soledad Acuña) la normalización prevista para el ciclo escolar por comenzar, dijo: “necesitamos que las escuelas vayan volviendo a la normalidad. Los alumnos necesitan tener rutinas estables, pero sobre todo necesitan un contacto normal y fluido con los docentes y compañeros”.

En ese mismo mes la ministra Acuña se refirió a los chicos que perdieron la continuidad escolar como consecuencia de la pandemia, que básicamente pertenecen a los sectores más carenciados, afirmando “ya es tarde” para ir en busca de esos alumnos que quedaron en situación de exclusión en los últimos dos años porque, en su opinión: “Seguramente estarán perdidos en alguna villa o en actividades del narcotráfico”.

Pareciera que, como en el cuento de Peter Pan, la ciudad albergara una tierra de los niños perdidos que no justifican ningún esfuerzo por rescatarlos. Un rango cuya amplitud es mayor aún, estando al nivel de abandono de la escuela pública como surge de su desfinanciación, la falta de vacantes escolares que deja afuera a más de 55.000 niños y niñas, el déficit notable en infraestructura y en mantenimiento edilicio como revelaran los recientes sucesos en el Instituto Bernasconi.

Un distrito cuyos recursos presupuestarios son comparables con los de ciudades europeas (Madrid o Barcelona), pero que evidentemente en materia de educación la mira está puesta en otra dirección, estando el contraste con los gastos previstos para subsidiar a las escuelas privadas que este año será nueve veces mayor que en 2021.

Antibelicismo, derechos y humanos

La incursión de tropas de la Federación Rusa en Ucrania ha servido para que Juntos por el Cambio se rasgara las vestiduras, impúdicamente, por un antibelicismo asentado en un principio de no intervención que jamás han manifestado frente a otras invasiones igualmente condenables.

Baste con recordar, sintéticamente, el silencio cómplice -cuando no el acompañamiento militante- frente a las operaciones de exterminio y destrucción de Estados, no sólo derrocamiento de gobiernos, en Kosovo (1999), Afganistán (2001), Irak (2003) y Libia (2011) promovidas por EEUU y en varios casos asistido por fuerzas de la OTAN apañadas por el Consejo de Seguridad de la ONU. O ante las políticas de tierra arrasada, genocidio y colonización de Israel contra el pueblo palestino.

Se muestran ahora “derechos y humanos” como se enunciaba allá por 1979 el Terrorismo de Estado en Argentina, con el que muchos sectores de esa oposición tuvieron efectiva complicidad o guardan hoy una empatía ostensible favoreciendo la impunidad de los genocidas y oponiéndose a las políticas de Memoria, Verdad y Justicia.

Mejor sería que se llamaran a silencio, cuando está todavía muy fresco el recuerdo de la intervención que le cupo a la Argentina sobre el final del gobierno de Macri en el golpe de estado que derrocó a Evo Morales, aprovisionando de armamento que los golpistas utilizaron contra el pueblo boliviano y cobró decenas de vidas en la población civil.

La conflictividad derivada de las pujas por la hegemonía mundial no es posible simplificarlas binariamente, ni con fórmulas mesiánicas. Mucho menos explicarlas por la confrontación del “mundo libre” inexistente y un renacido “comunismo” que ni siquiera es posible concebir como una entelequia.

Sin desmedro de principios como el de integridad territorial, respeto por el desenvolvimiento soberano de los Estados y de no intervención, como de la defensa de los derechos humanos ante cualquier situación que importe su violación; es imprescindible desprenderse de dóciles alineamientos, por demás distantes de nuestros intereses nacionales y que, como a muchos otros países periféricos, sólo le aparejaría una acentuación de la dependencia de las potencias en cuya zona de influencia se encuentran.

El conflicto bélico que en primer plano protagonizan Rusia y Ucrania, los excede y registra una complejidad que no admite interpretaciones simplistas ni atribuirle un carácter excepcional, ante el lamentable y extenso repertorio de intervenciones expansionistas entre las que, históricamente desde Occidente, se destacan las llevadas a cabo por EEUU, Inglaterra, Francia, Alemania e Italia.

La adopción de una posición neutral no implica una falta de compromiso con aquellos principios y valores, sino una cabal interpretación del lugar de subordinación que nos asignan en el tablero mundial las grandes potencias en función de intereses propios que, en definitiva, conspiran contra los de países como el nuestro y que, geopolíticamente, deben bregar por la formación de bloques regionales que se inserten como tales en una multipolaridad que nos proteja de viejos y nuevos afanes imperialistas.

Una época crítica sin horizontes claros

Las crisis globales como las que derivaron de una peste planetaria, su impacto negativo en la Economía mundial y el aprovechamiento usurario de la especulación financiera, democracias degradadas en Occidente que son seriamente interpeladas en cuanto sistema político sostenible y la apelación a la razón de las armas acentuada desde la desaparición de la bipolaridad con la desintegración de la U.R.S.S. que, realmente, amenaza con la factibilidad de una conflagración mundial, constituyen un cuadro de época que es preciso decodificar en clave nacional.

En ese escenario se inscriben las pujas distributivas en la Argentina, la atención que requieren las deudas financieras y sociales como los compromisos políticos para satisfacerlas, las reales prioridades y posicionamientos que se propongan.

Es tiempo de hablar claro, sin eufemismos, de revisar cuanto de cierto hay -si es que alguna vez lo hubo- en eso del que gana gobierna y el que pierde acompaña, de si es en verdad posible pretender que las fuerzas abiertamente reaccionarias, siempre seducibles por los poderosos con terminales fuera de nuestro territorio, se ajusten a las reglas de la Democracia.

En definitiva, plantearse sinceramente cúal es el Modelo de país que responde a las exigencias actuales, sin dejar confundirse con republicanismos carnavalescos.  

LA FERIA DE EL DESTAPE ►

MÁS INFO
Álvaro Ruiz

Abogado laboralista, profesor titular de derecho del Trabajo de Grado y Posgrado (UBA, UNLZ y UMSA). Autor de numerosos libros y publicaciones nacionales e internacionales. Columnista en medios de comunicación nacionales. Apasionado futbolero y destacado mediocampista.