El momento de la emancipación social y económica, durante la juventud, es un punto clave en la trayectoria biográfica de las personas. Crecer en un contexto de falta de oportunidades en el mercado laboral y limitaciones al desarrollo de la vida ciudadana plena puede condicionar el futuro personal y profesional. En la realidad social, política y económica crítica que transitamos, por efectos de la pandemia, la franja etaria que va de los 18 a los 24 años es uno los sectores más afectados y perjudicados en el mundo. Según información de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) el empleo juvenil (de los 15 a los 24 años de edad) se redujo un 8,7 % en 2020 en comparación con 3,7 % de los adultos. Y además las mujeres jóvenes son las que más sufrieron la pérdida del trabajo.
En Argentina las cifras del desempleo juvenil empeoraron en los últimos meses. Los números del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) reflejan que el 22,4 por ciento de las mujeres y el 16,1 de los varones, de entre 14 y 29 años, está sin trabajo. A esto se suman los bajos salarios y los altos niveles de informalidad laboral. Además la problemática afecta mayormente a los jóvenes de hogares de menores ingresos: como indican los resultados del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo de la ONU, mientras el 26% de los jóvenes del quintil con menores ingresos es desempleado, la cifra se reduce al 9% en el quintil más alto.
Son múltiples las barreras que deben atravesar lxs jóvenes en su camino al mercado de trabajo, situación que puede afectar incluso la finalización de los estudios. En este marco la semana pasada Horacio Rodríguez Larreta anunció la incorporación, a partir de 2022, de pasantías obligatorias no remuneradas para los alumnos de 4’ y 5’ año de escuelas públicas y privadas. Soledad Acuña, la ministra de Educación, confirmó que el plan contempla 120 horas cátedras y 30 horas de espacio de “capacitación sobre educación financiera y habilidades blandas para el trabajo”. Si bien el proyecto se vende como la posibilidad de “vincular a las escuelas secundarias con el mundo del trabajo”, termina funcionando como un sistema proveedor de mano de obra barata para empresas y organizaciones.
Una medida sin consenso, a espaldas de la comunidad educativa
Una de las principales críticas desde los sectores que conforman la comunidad educativa en la Ciudad es que, una vez más, se trata de una decisión completamente discrecional e inconsulta, situación que contradice la propia Constitución al darle participación a lxs estudiantes en el marco de generar cambios en las políticas educativas. Paradójicamente durante el anuncio el Jefe de gobierno Horacio Rodríguez Larreta explicó que el desarrollo del plan se inició “luego de conversar con docentes, padres y estudiantes que, en su mayoría, coincide que los chicos terminan la escuela con mucha angustia del día después”. Claro que es cierto que lxs alumnxs terminan con angustia. Sin embargo resulta falso que haya habido alguna instancia de diálogo con estudiantes, docentes, especialistas, trabajadorxs de la educación, o familias.
La reforma anunciada tiene una antecedente fresco, en el marco de la Secundaria del futuro, cuando en 2018 se anunció que para lxs alumnxs de 5’ año iban a incorporarse pasantías y emprendedurismo. En ese momento la ministra se comprometió a conformar una mesa de trabajo con la participación de la comunidad educativa, cosa que nunca se concretó. Marcelo Parra, Secretario de UTE a nivel de Secundarios, recuerda: “Esto generó un alto rechazo de la comunidad educativa y hoy lo presentan con un lenguaje más edulcorado, más amigable, y lo llaman prácticas educativas. Que además caracterizan como obligatorias lo que contradice la propia Ley de las prácticas educativas que es la Ley 3541 que tiene la Ciudad que establece taxativamente que no son obligatorias”. La Ley que regula el Sistema de Prácticas Educativas Preprofesionales, de 2010, establece claramente en su artículo 2º que la Práctica tiene “carácter educativo, no obligatorio”.
Luana Pereyra es la Secretaria General del Centros de Estudiantes de la Escuela Julio Cortázar, del barrio de Flores, y niega absolutamente que desde el Gobierno los hayan convocado: “Los estudiantes no somos un sujeto político que le interese al gobierno porteño porque sino estaríamos viendo algunas medidas públicas para el empleo joven, más presupuesto para educación, o una reforma educativa diferente con otros intereses. Esta medida es un guiño directo al negocio que tiene el Gobierno con las empresas. Necesitamos que nos escuchen y tengan en cuenta la mirada de quienes participan dentro de las instituciones tanto estudiantes como docentes y familias”. Es más, Luana subraya que no es casual que la medida se haya anunciado la semana siguiente al comienzo de las vacaciones en la mayoría de las escuelas, teniendo en cuenta el cese de las actividades de los centros de estudiantes y los gremios docentes, y la desmovilización natural que implica el fin del ciclo lectivo.
Más dudas que certezas
Además poco y nada se sabe de las precisiones sobre la implementación. Una de las confirmaciones es que las prácticas educativas contemplarán 120 horas cátedra. Sin embargo, como remarca Marcelo Parra, no se ha detallado si “se suman a la cantidad de horas que ya tienen lxs estudiantes o se le restan a algunas de las materias que ya tienen, como las otras 30 horas”.
Otro punto a definir es el financiamiento. El proyecto pretende que sea el Estado el que le paga dinero a las empresas, lo cual confirma la teoría de que produce mano de obra barata (directamente gratis) y subvencionada con fondos públicos. Sin embargo en el presupuesto de la Ciudad, que el ejecutivo presentó recientemente en la legislatura, no se ve reflejado. Por el contrario, como cada año desde 2007 cuando llegó Mauricio Macri a la Jefatura de Gobierno porteña, el presupuesto para educación bajó y no se registra ningún aumento para las Secundarias.
Tampoco se han brindado detalles de cómo van a desarrollarse esos espacios pedagógicos, qué contenidos van a ser incluidos, qué aprendizajes se van a ponderar en la evaluación, quiénes van a seguir las prácticas y qué docentes van a ser lxs responsables del acompañamiento. Parra identifica que las prácticas además afectan directamente el trabajo de lxs docentes: “otro punto son los puestos de trabajo, ya que creemos que va a ver afectada la carga horaria de varios docentes en función de que se van a destinar esas horas a las prácticas educativas. Nosotros de ninguna manera vamos a permitir que esta reforma genere pérdidas en los puestos de trabajo”.
Una política más empresarial que educativa
Según Parra, cualquier reforma impulsada por el Gobierno de la Ciudad “está vinculada a su visión empresarial en el marco de lo que expresan sus políticas neoliberales”. El gremialista cuenta que, previo al anuncio, Horacio Rodríguez Larreta tuvo una reunión con el empresario Daniel Funes de Rioja, presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA) y del Consejo Interamericano de Comercio y Producción (CICyP), quien expresó la conveniencia de estas prácticas que impactarían sobre casi 30 mil estudiantes.
En este sentido sostiene que, sin demonizar las prácticas, es importante que lxs estudiantes de 5’ año, en el marco del ejercicio de la ciudadanía, “puedan tener una vinculación escolar y pedagógica con el mundo que van a encontrar en el corto plazo que es el del trabajo y de los estudios superiores, pero ese vínculo lo que tiene que hacer es generar herramientas, estrategias, dispositivos, para poder abordarlo con mayor fortaleza y más herramientas. No podemos permitir que se transformen en trabajo esclavo, trabajo no remunerado, o trabajo. Las y los estudiantes no tienen que ir a trabajar. Tienen que ir a hace prácticas educativas vinculadas al mundo del trabajo”.
Si algo ha sabido hacer el macrismo en general y el Gobierno de la Ciudad, en particular, es manejar muy bien la lectura de la temperatura social, identificar las demandas, miedos y expectativas, y poner todo su equipo de marketing y comunicación a disposición de crear mensajes directos y fáciles de absorber por la ciudadanía. Por eso preocupan las intenciones de este programa que se aprovechan de una demanda y preocupación reales de los sectores más perjudicados por el desempleo, sin brindar una real solución. El referente de UTE dice al respecto: “esas prácticas tienen que tener un contenido vinculado al aprendizaje en cuanto a adquirir herramientas para reconocer ese mundo. No creo que esto les permita insertarse, yo creo que esto es una ilusión y que además el Gobierno pretende generar expectativas en sectores que necesitan encontrar puestos de trabajo”.
El problema de fondo: el desempleo juvenil y la falta de oportunidades
Germán Castelli, referente de la Agrupación La efervescente, señala que en la actualidad es muy necesaria la creación de un puente entre la escuela y el mercado de trabajo porque es muy difícil encontrar un empleo y es muy difícil para la juventud mudarse sola, independizare. “Pero estas prácticas responden a la misma lógica que vienen instaurando el macrismo desde que se conformó como partido, que es la precarización y la explotación. Si vos me decís que son pasantías remuneradas y con viáticos que te sirven eventualmente en un futuro para conseguir un empleo que tenga que ver con lo que estudias o te interesa esta bien, pero sino es lo mismo de siempre. No creo que ir a lavar platos a un estudio de abogados o contable sea una solución o sirve para insertarte y después poder ejercer”, argumenta.
Parra explica: “La situación económica y el desempleo sin duda condicionan los proyectos de los jóvenes, pero si estamos hablando de prácticas educativas eso no va a mejorar ni la situación económica ni va a mejorar las cifras de desempleo, ni va a mejorar las condiciones de los proyectos profesionales de las y los jóvenes. Habría que pensarlo desde otro lugar. Pensar que 29.400 estudiantes entre el año que viene y el otro se van a insertar al mundo del trabajo por haber tenido 120 horas cátedra de vinculación, es simplificar la situación”.
En este sentido Luana agrega que “la educación precisa de una reforma integral que pueda llegar a contener una formación de trabajadores a futuro, y no empleos precarizados”. Sin embargo señala que el principal problema es que el Estado no genera políticas públicas ricas, buenas, genuinas para la creación de empleo: “Pienso que esta medida no sirve para solucionar el problema del empleo joven y la inserción escolar porque no nos están formando para incentivarnos sino que directamente nos están mandando a insertarnos de forma precarizada”.