Otra borrascosa Cumbre de la Ultraderecha: ahora, en México

La próxima semana tendrá lugar un nuevo encuentro de exponentes de la ultraderecha mundial. Entre sus invitados están Steve Banon, Eduardo Bolsonaro, Viktor Orban, Javier Milei y Antonio Kast. 

12 de noviembre, 2022 | 00.05

La próxima semana una nueva cumbre de la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) tendrá lugar en México. La misma contará con la participación de exponentes de ultraderecha de la región como Javier Milei de Argentina, Antonio Kast de Chile, el presidente guatemalteco, e internacionales como Lech Wallesa, el famoso expresidente polaco y Premio Nobel de la Paz, ahora un reaccionario recargado. En la nómina aparecen también referentes regionales “pro-vida” y antifeministas, anti-migrantes confesos, todos alineados con los ideales del neoconservadurismo de EEUU y el mundo.

“¿Ideas conservadoras? ¡Conócelas!”, dice la invitación del evento para el que ya se anuncian las entradas agotadas. Estudiantes y profesores deben pagar donaciones de 750 pesos mexicanos, cerca de U$S 40, y el público en general 1200, algo más de U$S 60. A la cena de gala, donde estarán presentes los oradores, la entrada cuesta 5000 pesos mexicanos, cerca de U$S 260. 

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La bienvenida será brindada en conjunto por Eduardo Verástegui, líder ultraconservador de México y presidente local de la CPAC, y por Matt Schlapp, presidente de la Unión Conservadora Estadounidense (UCA, por sus siglas en ingles). La Cumbre va a transcurrir, simbólicamente, a poco de las elecciones de medio término en Estados Unidos, con un mensaje abierto y claro para el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. También, con Javier Milei como figura estelar, la Cumbre en México es también un foro de articulación en contra del alineamiento progresista, aun en sus profundas contradicciones, de los gobiernos, en ejercicio o electos, de las cinco grandes economías regionales: Brasil, México, Argentina, Chile y Colombia.

Un repaso por el programa, permite ver los ejes del encuentro: “¿Cómo atender la migración?”, “La lucha de la sociedad civil por los valores conservadores”, “Jóvenes Conservadores”, “Ser un gobierno conservador”, “Cuidando la patria cuidamos al mundo”, “Las mentiras de la izquierda”, “Cómo resistir las dictaduras”, “La seguridad en el mundo”,  “Estrategias de Victoria”, “Libertad religiosa”, “Influencia de la Economía Latina en Estados Unidos”, “Libertad económica en América Latina”, “Tecnología y valores”, “Lucha política de la derecha en América Latina”, “La nueva derecha Europea”, son algunos de los títulos de las conferencias que se anuncian, entre las que son destacables “La nueva derecha popular”, que será dictada por el chileno Antonio Kast, “Viva la libertad”, de Javier Milei y “El Modelo húngaro. La Familia es primero” una apología del modelo húngaro, punta de lanza del modelo neoconservador, xenófobo y euroecéptico, desde Europa del Este.

 

La ultraderecha es el fascismo del siglo XXI

La ultraderecha no puede ser entendida como parte de un registro de la palestra de las posiciones políticas que creen en la democracia y en su juego en el sistema institucional liberal. La ultraderecha es el fascismo del siglo XXI y, como tal, debe encender las alarmas y las actuaciones políticas de nuestras sociedades. El discurso de odio del neofascismo, articula racismo, patriarcalismo, negacionismo, anticientificismo y clasismo.

Este fenómeno, el neofascista, no es un fenómeno coyuntural. Su rápida emergencia está determinada por una causalidad orgánica. Desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en 2016 se empezó a observar, en más de un país del mundo y especialmente en América Latina, la constitución de fuerzas sociales, armadas moral y materialmente en una clave neofascista, es decir, en representación de una trama económica particular de los Estados Unidos y de nuestro continente.

Es decir, no son sólo figuras “monstruosas” en las políticas domésticas de cada país. Son actores políticos que expresan en el sistema institucional la articulación de actores económicos, financieros, mediáticos y de inteligencia (disfrazados de Consultoras, Centros de Estudios y Fundaciones), y múltiples expresiones de masas, como el neopentecontalismo evangélico, y hasta de “choque” callejero, como el paramilitarismo, el narcotráfico y los “grupos de tareas” que accionan violentamente cuando es necesario. Recientemente se supo, por ejemplo, que en Brasil existen alrededor de 530 grupos neofascistas.

Con las expresiones más clásicas de los fascismos del siglo XX, el Neofascismo tiene en común esa agitación social, particularmente de las clases medias empobrecidas, y la constitución de peligrosas fuerzas de choque paraestatales. Los Camisas Negras del fascismo italiano son ahora los “Proud Boy´s” o los “Oath Keepers” del trumpismo, el “Batallón Azov” del ultranacionalismo ucraniano, los Carteles del Narcotráfico y sus fuerzas armadas privadas que logran controlar territorios es países como Colombia, México o el llamado Triángulo Norte de Centroamérica, las fuerzas parapoliciales vinculadas al bolsonarismo que asesinaron a Marielle Franco, la famosa concejala del feminismo popular de la Ciudad de Río de Janeiro, y hasta el grupo “Revolución Federal” que estuvo detrás del intento de magnicidio de Cristina Fernández de Kirchner el pasado jueves 1 de septiembre.

El neofascismo de distintivo y particular tiene, sin embargo, un nacionalismo de cartón y un furibundo antiestatismo, propio de una férrea defensa del dogma neoliberal (citas de Von Hayek o Friedman, incluidas) y de un capitalismo irreversiblemente transnacionalizado. En algún punto, este neofascismo es la expresión ideológica reaccionaria al “desorden” que viene imponiendo la emergencia económica, financiera, tecnológica y digital de China en “Occidente”.

Un mensaje para AMLO y otro para Biden

Para el cierre, aunque no está confirmado, se espera a Donald Trump y a su ex jefe de campaña y asesor, Steve Bannon, el gran cuadro articulador de la ultraderecha global, condenado a cuatro meses de prisión y a una multa millonaria, por negarse a testificar en la investigación del Congreso sobre el ataque al Capitolio del 6 de enero de 2021.

La CPAC, que fue fundada en 1971, aglutina anualmente en una conferencia política a activistas conservadores y representantes electos de los Estados Unidos, de Latinoamérica y del mundo. Es organizada por la Unión Conservadora Estadounidense y cuenta con el apoyo de más de 100 organizaciones, entre ellas, Human Events, una revista conservadora de EEUU, fundada en 1944 y recordada por apoyar manifiestamente la invasión a Vietnam. También cuenta con el aval de Young America's Foundation, una potente organización que nuclea a jóvenes universitarios y estudiantes secundarios, promoviendo entre ellos las ideas libertarias, y la Asociación Nacional del Rifle, que defiende el derecho a la posesión de armas para la defensa personal y actividades recreativas.

La victoria de los republicanos sobre los demócratas en Estados Unidos, en las elecciones de medio término del pasado martes 8 de noviembre, no ha sido tan holgada como se esperaba. En este marco, la Cumbre, aunque no podrá estallar en festejos, tendrá un rol importante respecto del mensaje que trae a una gestión golpeada por una inflación inédita y con indicadores económicos a la baja, que pesan cada vez más sobre los hombros de las y los trabajadores estadounidenses.

“Crimen desenfrenado, Inflación máxima en 40 años, $6 gasolina, Escasez de fórmula para bebés, fronteras abiertas, colapso de Afganistán, China y Rusia cada vez más agresivas, Abandono a nuestros aliados, crisis de la cadena de suministro. Este es el legado del presidente Biden y del Partido Demócrata”, listaba hace dos días en su cuenta de Twitter el senador Ted Cruz entre los reproches que un neofascista estadounidense le realiza públicamente a la gestión de Joe Biden. Por supuesto, Ted Cruz, un ferviente e irracional anticubano, ya confirmó su presencia a la cumbre.

En México, el anfitrión  Eduardo Verástegui, publicó hace pocos días una foto en la que posa junto a Donald Trump frente al banner de CPAC “¿Están listos?”, pregunta a su audiencia. Y es que si aparece, será una victoria importante para los neoconservadores mexicanos traer a Trump a su territorio, si se tiene en cuenta que, en funciones de presidente, Trump nunca visitó México y se dedicó a realizar declaraciones xenófobas sobre la población.

La jugada se hace contra el presidente López Obrador, fundamentalmente, por su vocación integradora a nivel latinoamericano. AMLO fue, sin dudas, el gestor del relanzamiento de la CELAC. El méxico obradorista fue central en la defensa de la democracia durante el golpe de Estado en Bolivia de fines de 2019 y su acción diplomática salvó la vida del por entonces presidente Evo Morales. Dicha vocación integracionesta está acompañada por fuertes declaraciones respecto a la cuestión migratoria, como un tema central del Derecho Internacional Humanitario, y al tema ambiental, sin que eso implique potenciar una estrategia de desarrollo, cuando como entre abril y mayo de este año promovió una primera reunión regional de países del Litio.

La Cumbre de la CPAC, la semana próxima en México, junto a la “Carta de Madrid”, la UPLA (Unión de Partidos Latinoamericanos), la Fundación Libertad o la Red ATLAS, son el entramado estratégico de un fenómeno político violento y antidemocrático que merece poner la atención de la dinámica política contemporánea. Su actuación en red exige, también, reflexionar y pensar cuáles son las dinámicas de organización de los sectores populares y sus expresiones políticas, con sus luces y sus sombras, y cuáles son las tareas y las construcciones que se deben contraponer a este fenómeno violento contra nuestras democracias y sociedades.