Luego de exigir durante meses que el gobierno llegara a un acuerdo con el laboratorio Pfizer, la oposición de Juntos por el Cambio y nuestros medios serios (dos colectivos que cada día cuesta más diferenciar) manifestaron su indignación cuando eso finalmente ocurrió. Con la facilidad que otorga no tener que lidiar con la realidad y sus límites, y poder desgranar absolutos morales con cara de tránsito lento en un set de televisión, periodistas políticos y políticos periodistas denunciaron al gobierno por no aceptar todas las condiciones del laboratorio en lugar de negociarlas. Pasamos así de la denuncia por “arrodillarse frente a los laboratorios” cuando se debatió el año pasado la ley de vacunas contra el COVID, a denunciar la intransigencia de ese mismo gobierno arrodillado. Nuestra realidad es trepidante.
En un nuevo Nado Sincronizado Independiente (NSI), los periodistas políticos y los políticos periodistas lamentaron al unísono que las vacunas de Pfizer lleguen “un año tarde”. Al parecer, en julio del 2020, el laboratorio norteamericano podía entregar millones de vacunas cuando todavía no había empezado su fabricación ni la Organización Mundial de la Salud (OMS) había validado su uso y ni siquiera contábamos con una ley de vacunas. Pronto denunciarán a Alberto Fernández por no haber tomado la precaución de adquirir vacunas en 2019, cuando todavía no había demanda.
En todo caso, debemos saludar un cambio encomiable en el coro estable opositor. Lejos quedó la histeria antivacuna e incluso la denuncia penal contra el presidente por querer envenenarnos con la Sputnik V, cuya segunda dosis hoy se exige a los gritos. La propia denunciante, la Mentalista Carrió, repite en todos los medios amigos que en realidad ella nunca dijo lo que efectivamente afirma la denuncia.
La obstinada negación de la realidad es una mancha venenosa que se expande dentro de la coalición opositora. Es un extraño fenómeno que consiste en negar lo que ocurrió entre diciembre del 2015 y diciembre del 2019 o incluso lo que se llevó a cabo hace apenas unas semanas. Neuromanes, el candidato nuevo que combina aforismos de sobrecitos de azúcar con la candidatura angelical de Jesús Cariglino, afirma que su mayor mérito consiste en no haber participado ni del gobierno de Mauricio Macri ni del de María Eugenia Vidal. Aunque no sea del todo cierto ya que fue asesor de la ex Gobernadora Coraje, no deja de asombrar la elección de ese argumento electoral: “Vótenme, les aseguro que no tengo nada que ver con el espacio político en el que estoy.”
Por su lado, Margarita Stolbizer encontró en Juntos por el Cambio el espacio progresista con el que tanto soñó. Esperemos que con la ayuda de Cariglino pueda darle a nuestro país el impulso socialdemócrata que tanta falta le hace. Retomando el paradigma de Neuromanes, experto en desmemoria, Stolbizer afirmó: “Estamos para construir el futuro y no tenemos por qué hacernos cargo del gobierno de Cambiemos.” La Pasionaria de la hotelería austral tiene razón, apoyar el modelo que propone Juntos por el Cambio no significa tener que hacerse cargo de sus desastrosas consecuencias.
En todo caso, los integrantes de Juntos por el Cambio pasaron de vanagloriarse por no inaugurar hospitales casi terminados, rebajar el ministerio de Salud a secretaría y olvidar millones de vacunas en depósitos o incluso dejarlas vencer a denunciar el ritmo de vacunación actual, que no sería el óptimo.
Nuestra derecha mejora mucho en la oposición, manteniéndola ahí ganamos todos.
Imagen: Margarita Stolbizer y Jesús Cariglino desfilan en apoyo a la socialdemocracia (cortesía Fundación LED para el desarrollo de la Fundación LED)