El reciente lanzamiento de DeepSeek, un nuevo modelo de inteligencia artificial desarrollado en China, ha sacudido al mundo en el ámbito tecnológico y financiero. El pasado lunes, incluso antes de la apertura de los mercados bursátiles estadounidenses, se vivía un clima de pánico que derivó en ventas masivas de acciones, principalmente de empresas tecnológicas, pero que golpeó sobre todo Wall Street. Según la agencia Bloomberg, el lanzamiento de DeepSeek provocó una caída en la capitalización bursátil de empresas tecnológicas estadounidenses y europeas de más de U$S 1 billón de dólares, de los cuales alrededor de U$S 600.000 millones correspondieron a la caída de una sola empresa, la fabricante de chips Nvidia, que registró la peor caída diaria (en valores absolutos) de la historia.
El desplome también hizo que la empresa perdiera el título de la más valiosa del mundo en capitalización bursátil, el cual ahora pertenece a Apple. Como resultado, descendió al tercer lugar, quedando también por debajo de Microsoft.
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La caída de las acciones de Nvidia provocó además el desplome de la fortuna del tecnócrata Jensen Huang, CEO de la tecnológica, que pasó del 10° al 17° lugar del ránking global de multimillonarios, con una pérdida de su capitalización de US$ 124.400 millones a US$ 103.100 millones.
Aunque Nvidia fue la tecnológica más afectada por este lanzamiento no fue la única, las acciones de Oracle cayeron un 15% haciendo perder US$ 29.400 millones a su presidente, Larry Ellison.
Las turbulencias financieras provocadas por el lanzamiento de DeepSeek tienen que ver con las características del desarrollo de su modelo de LLM, de características muy similares a las de las últimas versiones de ChatGPT, pero entrenado con un costo cerca de 30 veces menor y una capacidad de cómputo de alrededor del 5%. Es decir, el lanzamiento de DeepSeek mostró que con relativamente pocos ordenadores y procesadores y más económicos, podía entrenar una IA de características similares a las más competitivas del mercado. Las caídas en Wall Street están vinculadas al temor de los inversores de que DeepSeek y otras iniciativas chinas reduzcan la dependencia del país asiático de las tecnologías estadounidenses, debilitando la posición dominante de empresas como Nvidia en el mercado de IA.
Además, en términos generales, puso en evidencia que las barreras de entrada en el mercado de la inteligencia artificial no son tan altas ni tan duras como parecía, al menos para China, a pocos días de que Donald Trump y un conjunto de empresas tecnológicas estadounidenses como OpenAI, Oracle y Softbank anunciaran Stargate, un proyecto de inversión en infraestructura para el desarrollo de inteligencia artificial que busca alcanzar los U$S 500.000 millones. Para tomar dimensión de la recepción que tuvo el lanzamiento de este modelo, Olivier Blanchard, doctor en economía del MIT y ex jefe del FMI, dijo que DeepSeek era “probablemente el mayor shock positivo de PTF (productividad total de los factores) en la historia del mundo”.
DeepSeek, desarrollado por un equipo de ingenieros e investigadores chinos, ha sido presentado como un modelo de IA de última generación, con capacidades avanzadas en procesamiento de lenguaje natural y aprendizaje automático. Su lanzamiento refuerza la creciente disputa en lo que hemos denominado el G2, y que aparece como la competencia China y Estados Unidos en la carrera por imponer su dominio, y dentro de ello por el control de la inteligencia artificial, un sector clave para el desarrollo tecnológico y estratégico del siglo XXI.
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El detrás de escena del lanzamiento de DeepSeek
El lanzamiento del modelo R1 de DeepSeek convulsionó los mercados, principalmente de las empresas tecnológicas de Occidente. Según la compañía china, el modelo alcanza un rendimiento equiparable a los últimos desarrollos de OpenAI en tareas complejas como matemáticas, razonamiento del lenguaje y codificación, pero la inversión necesaria fue decenas de veces menor, requirió miles de empleados menos, y además utilizó procesadores de gama media, lo cual golpeó sobre un entramado empresarial-estatal que busca frenar las exportaciones de chips avanzados a China.
Su entrenamiento se realizó en tan solo 55 días con un presupuesto de U$S 5,57 millones, utilizando procesadores H800 de Nvidia, diseñados específicamente para el mercado chino tras las restricciones impuestas por Washington en la exportación de chips de alto rendimiento.
Sin embargo, esto que se nos presenta como una guerra comercial entre Estados Unidos, China y sus empresas, esconde algo mucho más profundo: las disputas por el control de un sistema económico global cuyas transformaciones son tan profundas que atraviesan cada ámbito de la vida social.
Desde la crisis financiera del 2008, el sistema económico encontró como salida para generar un nuevo ciclo de ganancias al alza la inversión en el sector tecnológico y militar, además de una transformación de la estrategia imperante en los fondos de inversión, configurando así el comienzo de una nueva fase del capitalismo, financiera y digital.
Este movimiento estructural de la economía global trajo consigo además la configuración de un nuevo escenario de los polos de poder enfrentados en el conflicto global por el nuevo orden económico, al que hacemos alusión como el G2 que se manifiesta en la disputa entre Estados Unidos y China, pero que comprende un complejo entramado de redes corporativas encabezadas por una nueva aristocracia financiera y tecnológica.
En este marco es que se inscribe el desarrollo tecnológico actual, y que podemos observar en algunos indicadores. Las familias de patentes Gen-AI (un grupo de patentes relacionadas con la Inteligencia Artificial) Crecieron de 733 en 2014 a más de 14.000 en 2023, según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual de las Naciones Unidas (OMPI). Las 10 empresas con más patentes de este tipo son: Tencent (China), Ping An (China), Baidu (China), IBM (EEUU), Alibaba (China), Samsung (Corea del Sur), Alphabet (EEUU), ByteDance (China), BBK Electrónica (China) y Microsoft (EEUU).
Podemos observar que lo que aparece como una guerra comercial, o una disputa entre dos estados (los más poderosos del mundo), es en realidad parte de una encarnizada lucha por el control de la nueva fase de la economía, signada por la digitalización de cada ámbito de la vida en sociedad, y de la que quien logre controlar los tiempos de producción, será quien pueda capitalizar las ganancias de este nuevo momento.
Stargate Project y la interna angloamericana
La aparición de DeepSeek, fuera por un preciso cálculo estratégico, o bien por una enorme casualidad, se da tan sólo unos días después de que un conjunto de empresas estadounidenses cuya voz fue amplificada por Donald Trump luego de asumir la presidencia, anunciaran Stargate, una inversión en infraestructura para el desarrollo de Inteligencia Artificial que comienza en U$S 100.000 millones y busca alcanzar los U$S 500.000 millones y que involucra una alianza de empresas compuesta principalmente por OpenAI, Oracle y SoftBank, anunciaban el Stargate Project.
Sin embargo, al parecer no todo el gabinete estaba tan contento con las noticias. Elon Musk, sin dudas parte importante de la victoria electoral y actualmente a cargo del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE en inglés), protagonizó algunos cruces en su propia red social, X, que dejaron ver, como en otras oportunidades durante la campaña electoral y el armado del gabinete presidencial, que el magnate tecnológico aún se encuentra disputando el control del gobierno.
En una publicación de OpenAI anunciando el proyecto, Musk comentó “ellos en realidad no tienen el dinero”, y agregó: “SoftBank tiene asegurados menos de 10 mil millones de dólares. Lo sé de buena fuente.” Horas después, Sam Altman, CEO de OpenAI, le contestaba: “equivocado, como seguramente sabes. ¿Quieres venir a visitar el primer sitio ya en marcha? Esto es genial para el país. Me doy cuenta de que lo que es genial para el país no siempre es lo óptimo para sus empresas, pero en su nuevo rol espero que ponga a Estados Unidos en primer lugar”.
El intercambio entre aquellos que buscan ejercer el control de diversos sectores de la industria tecnológica es sólo una muestra más de la lucha que se libra hacia adentro del bloque angloamericano, pese a que se hayan mostrado todos juntos en primera plana de la asunción presidencial el 20 de enero. Sin embargo, estos conflictos fueron desplazados (al menos momentáneamente en la agenda pública) con el lanzamiento del modelo R1 de DeepSeek, un modelo de código abierto que hizo temblar los cimientos sobre los cuales se edifica el dominio de las empresas tecnológicas occidentales vinculadas con la Inteligencia Artificial.
La apropiación privada de las ganancias, la tecnología al servicio de unos pocos
En la actualidad, la digitalización, la automatización y la robotización han permitido aumentar la productividad con menos horas de trabajo. No obstante, a pesar de esta eficiencia, las jornadas laborales no se han reducido de manera generalizada y, en muchas regiones del mundo, los salarios han perdido poder adquisitivo.
El problema no radica en la tecnología en sí, sino en su apropiación privada y en los fines para los que es utilizada.
La disputa por la apropiación del desarrollo tecnológico y la riqueza que genera se concentra en una élite reducida, que, paradójicamente, advierte sobre sus peligros mientras la controla a través de una superestructura internacional. Sin embargo, este desarrollo es el resultado de la cooperación de miles de millones de trabajadores y trabajadoras, quienes, hoy por hoy, no tienen injerencia en la decisión sobre su destino final.
Como señala Lucas Aguilera, analista del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE), es fundamental "apropiarnos del tiempo liberado y de los productos de nuestro propio trabajo, lo que también abre la posibilidad de erradicar los grandes males que aquejan a la humanidad".
El desarrollo tecnológico, resultado del conocimiento generado por la humanidad en su interacción con la naturaleza y los medios de producción, ha permitido alcanzar avances que, en muchos casos, mejoran la calidad de vida y garantizan condiciones de existencia dignas. La Ingeniería Genética, la Robótica, la Neurotecnología y la Inteligencia Artificial son ejemplos de este progreso.
En definitiva, la tecnología al servicio de la humanidad no constituye un problema. El verdadero desafío para las grandes mayorías del mundo es reorientar su desarrollo para que contribuya a la construcción de una vida digna para todos y todas.