Las PASO en perspectiva

02 de octubre, 2021 | 19.00

Nunca entendí por qué no existe el verbo “perspectivear”, eso de “ponerle perspectiva” a cada cosa.

De pequeño, mi maestro de dibujo técnico me enseñó que la mejor forma de delinear una figura geométrica es cuando se hace en relieve. Porque así es cómo se pueden observar sus sombras, su verdadero tamaño, su equilibrio y estabilidad, sus asimetrías. En la vida, como ocurre con el dibujo, ponerle perspectiva a cada hecho ocurrido también nos serviría para comprenderlo más y mejor.

Si observamos los últimos resultados de las PASO en Argentina, sin “perspectivear” podríamos caer en lecturas erráticas. Dos ejemplos recientes nos ayudarán a darle la importancia que se merece a la necesidad de ponerle perspectiva a cada dato electoral.

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El primero fue en 2015. Macri ganó por la mínima en segunda vuelta. Pero pronto se olvidó que en la primera sólo había obtenido el apoyo del 26,7 % del padrón. Y esa era su verdadera fuerza. Lo obtenido en el balotaje fue real, pero debió tener claro que lo logró sujeto a “un escenario condicionado”. En teoría bayesiana, no es lo mismo la probabilidad que la probabilidad condicionada. Macri no quiso o no supo ver esa diferencia a tiempo y creyó que su proyecto comenzaba a ser hegemónico desde el primer día de iniciado su Gobierno. Craso error que le costó lo que ya todo el mundo conoce: una gran derrota electoral en el siguiente intento presidencial.

El segundo ejemplo se sitúa precisamente en ese año 2019, cuando el Frente de Todos (FdT) ganó a Juntos por el Cambio (JxC) claramente en primera vuelta y, así, Alberto Fernández asumió como presidente con Cristina como vicepresidenta. ¿Por qué hubiese sido muy útil “perspectivear” ese resultado electoral? Porque muchos creímos –yo el primero– que ese era el verdadero reparto de fuerzas que ordenaban políticamente a la Argentina. Y seguramente nos apresuramos, por falta de perspectiva. Porque deberíamos haber entendido que los votos logrados por el FdT (11 millones de votos en las PASO legislativas) no eran “leales y para siempre”. O, dicho de otro modo, una parte sí lo era, pero había otra que votaba a favor porque quería que se fuera la fuerza política que estaba (mal)gobernando. O, simplemente, lo decidió por alternar y cambiar. O por muchas otras razones. En definitiva, posiblemente se sobreestimó ese apoyo creyendo que podría ser considerado como de fidelidad eterna.

Estos dos ejemplos, vistos en perspectiva, nos deben ayudar a mejorar la lectura de lo ocurrido hace unas semanas en las elecciones PASO. He aquí algunos ejes centrales:

JxC demostró tener un piso estable de votos en las PASO 2017-2021: entre 8 y 9 millones. En Provincia de Buenos Aires (PBA), también ocurre algo parecido: un voto estable de entre 3 y 3,2 millones. Teniendo en cuenta esta estabilidad, el gran logro de JxC a nivel nacional en la última cita (2021) fue situarse en el mejor extremo de su propio rango; recuperó parte de lo perdido en 2019 para volver a disfrutar de un valor algo mejor que en 2017 (casi 350.000 votos más), que en parte se podría explicar simplemente por el aumento del padrón electoral (1,2 millones).

La única correlación palpable que se encuentra en ese mínimo "vaivén" de caudal electoral es con el voto en blanco. Es decir, cuando disminuye el voto en blanco (lo hizo en 1.200.000 al compararlo con el 2019), sube su nivel de votación (963.000).

Entre Avanza Libertad (PBA) y Libertad Avanza (Capital) han obtenido 650.000 votos en esta elección. Pero sería un error creer que JxC tiene ese margen para crecer. Ese voto no se explica únicamente por el componente ideológico libertario (una suerte de neoliberalismo plus ultra). No es así. Hay otro porcentaje de ese caudal que tiene más que ver con una protesta llevada al extremismo y el modo "antisistema" en el que se presenta.

Para conocer mejor qué ocurrió en el seno del FdT, hay que tener dos cifras claras: perdieron casi 4,3 millones de votos si lo comparamos con las PASO 2019 y 2,6 millones con las PASO 2017 (considerando como referencia lo obtenido por Unidad Ciudadana, el espacio de Massa y el Partido Justicialista -PJ- en algunas provincias). ¿Cuál de las dos cifras ha de ser la referencia para dimensionar el verdadero tamaño de la pérdida? Para responder acertadamente a esta compleja pregunta resulta fundamental mirar con lupa algunos datos:

El valor de la pérdida del FdT en 2021 comparado con el 2019 se explica en gran medida por:

El incremento de la gente que no fue a votar (3,6 millones). A pesar de la obligatoriedad del voto en Argentina, esta es la primera vez que, desde el retorno de la democracia, la participación ha estado por debajo de 70 %. ¿Comienza una suerte de “chilenización o colombianización” de la política argentina? ¿Excepción o regla hacia delante? Es pronto para afirmar nada, pero es importante no perder de vista este hecho.

El incremento de votantes del Frente de Izquierda de los Trabajadores (FIT) (250.000).

Si observamos la pérdida del FdT en relación al 2017, también existe una correlación similar, pero en menor magnitud (la abstención creció en 3,3 millones).

En esta elección de 2021 el porcentaje de votos por afuera de los dos grandes bloques es significativamente superior a lo sucedido en 2019 y 2017. Hubo casi un 30 % que votó por opciones diferentes al FdT y JxC; anteriormente, este porcentaje fue de 23 % y 18 % en 2017 y 2019, respectivamente.

En este mismo sentido, cabe resaltar que hubo 53 partidos políticos que no llegaron al mínimo legalmente establecido por las PASO para continuar en la contienda legislativa (del 1,5 %); esto equivale a 1.039.124 votos, que estarán en disputa el próximo 14 de noviembre. De esos, 800.000 pertenecen a 16 partidos ubicados en PBA.

En PBA se explica mucho de lo que pasó a nivel nacional: se perdieron casi 2 millones de votos respecto a 2019; y 1,6 millones respecto a 2017.

Los municipios donde más se perdió con respecto a 2019 son: La Matanza (198.960), Merlo (90.878), Quilmes (87.695) y Moreno (81.709).

El otro asunto determinante es conocer si existe una explicación de "clase" en la pérdida del voto del FdT, es decir, si el comportamiento electoral de los electores más pobres es el que determinó lo que ocurrió nacionalmente. Y en gran medida, sí. Al revisar con lupa los números, se puede observar que efectivamente el vínculo con los sectores más populares del FdT se ha visto erosionado en esta elección (si lo comparamos con las PASO de 2019 y 2017).

Es necesario advertir que se pierde rigor cuando el análisis toma como unidad el municipio o incluso el departamento. ¿Por qué? Porque existe demasiada heterogeneidad al interior de este tipo de unidad (con tamaño en electores) y, en consecuencia, no podemos identificar también la relación pobreza y voto.

Por esta razón, en CELAG hemos optado por realizar un ejercicio muy simple a modo de muestra para inferir algunas conclusiones poblacionales: hemos seleccionado 100 mesas electorales de colegios radicados en zonas muy pobres del país y, efectivamente, se corrobora que:

El FdT ha dejado de ganar en la mayoría de ellos como sucedía en 2019 (y también en 2017, si juntamos el resultado de Unidad Ciudadana y del PJ). En nuestra muestra, si en 2019 ganaba en el 86 % de las mesas seleccionadas, ahora, en 2021, solo ganaron en el 51 %.

EL FIT ha crecido significativamente.

La abstención creció casi en 10 puntos en el periodo 2019-2021; y un poco menos si lo comparamos con el 2017.

JxC recupera la intención de voto de 2017 en términos porcentuales, que de alguna manera había perdido en 2019.

En síntesis, la ciudadanía más pobre en Argentina modificó su voto en esta cita de las PASO 2021. Seguramente subyacen razones de índole económica que explican en gran medida su forma de votar. Es indudable que esta es la población que peor la pasó en estos años. Y aunque la gestión de Macri unida a la pandemia son un combo explicativo de lo que les pasa, esto no es incompatible con exigir al actual Gobierno que esté a su lado, que les cuide, que les proteja, que haga todo lo que pueda y más para que su día a día mejore poco a poco. Pero, dicho lo cual, tampoco podemos aseverar que esto es una tendencia hacia adelante, porque hasta el momento no tenemos evidencia en prospectiva (falta ver qué ocurrirá en noviembre de este año, así como en 2023). Es cierto que el contrato de confianza que tenía con el FdT ha sido revisado, y hasta se podría decir que ha sido cuestionado en este momento, pero a partir de ahora solo podemos afirmar que “veremos”. Todo dependerá de cómo el Ejecutivo afronte este asunto.

En conclusión, volveríamos a caer en un error de perspectiva si asumimos que una fotografía es lo mismo que una película. El resultado de las PASO 2021 nos permite caracterizar un momento dado en la política argentina, con sus singularidades. Habrá que esperar para evaluar si todas las lecturas hechas hasta el momento fueron exageradas o no; para saber a ciencia cierta si unos se sobreestimaron (JxC) tanto como otros se subestimaron (FdT).

La precocidad es mala consejera cuando se pretenden identificar tendencias y dinámicas epocales. Recuerdo cómo al inicio de la "pandemia" proliferaron los análisis que consideraban que "el mundo sería otro en su totalidad", y ahora hemos pasado a las antípodas: prácticamente a desconocerla como factor explicativo en el comportamiento electoral. Se pasó del "todo" al "nada" con una facilidad sorprendente.

Es obvio que la pandemia está reordenando el mapa de sentimientos de esta sociedad. La incertidumbre es dominante. Y este hecho tiene su correlato en lo electoral. ¿Cómo? Es pronto para saberlo. Como hipótesis podríamos plantear que uno de los efectos coyunturales es el ensanchamiento del electorado que "va y viene", es decir, aquella ciudadanía que no se siente atada a ninguna fuerza política para siempre. Tal vez estemos asistiendo (sin darnos cuenta del todo) a un proceso acelerador del voto migrante, en el que todo se decide a última hora, de manera más volátil.

En ese nuevo marco decisor, más acotado en relación a su horizonte temporal, la memoria pasa a un segundo plano. El contrato de confianza está en revisión permanente sin mirar demasiado por el retrovisor. Es el hoy y el presente lo que más importa. Ni siquiera el futuro cotiza tan a la alza. Es posible que ésta haya sido otra razón del resultado del FdT: su relato puso más énfasis en el pasado y futuro, a costa de reducir el grado con el que se empatizaba con el presente.

Y es que la cotidianidad manda. Más aún si la situación económica (salarios, precios) se torna tan aciaga. El malestar micro se impone por encima de cualquier debate macro. A la gente le importa más su endeudamiento que la deuda externa con el FMI (aunque ambos estén interconectados). La sintonía con las preocupaciones cotidianas y sus pertinentes respuestas será determinante hacia adelante. De ello depende la potencial mejora en votos del FdT. La pelota está en su cancha. La oposición seguirá en su línea de crítica a todo. Sus medios afines también. Quejarse de ello no suma un voto y, además, desviaría la atención de lo verdaderamente importante. O sea, lo que le importa a la gente de a pie. Para lograr captar buena parte del voto perdido, entre 2-3 millones, todo dependerá de si la gestión es cercana y eficaz, si se reorienta a lo cotidiano, y si se acompaña de una virtuosa forma de "contarlo", sin exceso de existimo, reconociendo todo lo que falta. Pero, eso sí, con un cierto halo de épica que toda conexión con la ciudadanía requiere.

Postdata: con ánimo de seguir "perspectiveando", prohibido olvidar que hay jurisprudencia en cuanto a remontadas electorales se refiere: entre las elecciones PASO 2019 y las presidenciales, Macri logró crecer en casi 3 millones de votos.

 

*En coautoría con Guillermo González

MÁS INFO
Alfredo Serrano Mancilla

Alfredo Serrano Mancilla es doctor en Economía por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), España. Realizó estancias predoctorales en Módena y Bolonia (Italia) y Québec (Canadá) y un postdoctorado en la Université Laval (Québec, Canadá). Es especialista en economía pública, desarrollo y economía mundial. Se desempeña como profesor de posgrado y doctorado en universidades internacionales. Autor de libros como América Latina en disputa, El pensamiento económico de Hugo Chávez, ¡A Redistribuir! Ecuador para Todos y Ahora es Cuándo Carajo. Actual director ejecutivo del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG