Guaridas extractivas… paraísos perdidos

La pelea entre la creación y el desarrollo de "guaridas extractivas", bajo el domingo del capital financiero global, vs políticas públicas soberanas y democráticas, que permite la posesión de bienes naturales bajo la premisa de Justicia Social. 

05 de diciembre, 2022 | 00.05

“Molinuevo: ¿Sabés como le viene esta lluvia al campo?
Boniffati: ¡Vos tenés campo?
Molinuevo: Noooo, pero está el País. La cosecha viejo. Con una buena cosecha nos salvamos todos… como llueve… no hay nada que hacer eh, Dios es argentino. ¡Qué! ¿no crees? Dios es argentino”

Plata dulce, dirigida por Fernando Ayala

“… He tenido que entenderme con ilustrados Doctores en Leyes y pacíficos civiles. La era de los caudillos ha pasado para siempre, ¡gracias a Dios!”
Ferdinand White (enviado de Baring Brothers tras la caída de Rosas -1852-, para el cobro del empréstito contraído en 1824 por Rivadavia).

“-Con Burundi debería ir bien- respondió Paul con despreocupación … -Recientemente,  Burundi se ha dotado de un equipo dirigente realmente extraordinario- insistió Bruno, esta vez sin aguardar respuesta”.
Aniquilación, Michel Houellebecq

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Vienen grandes momentos para la Argentina: El Mundo demanda lo que tenemos. ¡Energía, Alimentos! 

Este mantra es repetido y compartido por un enorme arco político, “técnico” y mediático. Se propone a partir de ello andar un camino conducido por cuestiones ajenas a lo que sucede en nuestra patria, determinadas por las necesidades “del mundo” que hay que aprovechar. La salvación no provendría entonces de nuestra visión, necesidades o deseos. Nada que ver con una estrategia de largo plazo. Nuestro destino queda atado simplemente a la “viveza” y oportunismo para aprovechar una coyuntura. Ni siquiera está relacionado con una estrategia productiva o de desarrollo. Parece que el mundo no demanda, ni demandará, lo que seamos capaces de producir. Solo las materias primas de nuestro suelo. Para producir existen otros países y otras sociedades, en las cuales se decide nuestro lugar en el mundo. No tendríamos, desde esta óptica, la posibilidad ni la necesidad de una construcción política, económica y social soberana orientada a pensar la integración de bienes naturales comunes en el proceso productivo y distributivo desde y para la Argentina y su pueblo, sino simplemente integrarse en forma acrítica al circuito global diseñado desde los centros de poder y el sistema financiero.

Una nueva versión del modelo agro-exportador pre peronista. Un modelo que no tiene nada de “natural” o técnico. El modelo que nos impusieron los imperios y construyeron las clases dominantes locales.

La idea nos es prescindir de la incorporación de nuestros bienes naturales al circuito económico y social de la patria, sino asignarlos en forma eficiente y productiva para crecer con inclusión social y de manera sustentable. No hay que confundir herramientas con objetivos: exportar es una herramienta, el objetivo es la justicia social. Es claro que no priorizar lo nacional por encima de lo global implica pensar con mentalidad de colonia. Inexorablemente conduce a empeorar la distribución del ingreso a desindustrializar a endeudar. En definitiva, a la dependencia económica y pérdida de soberanía política.   

Por lo tanto las propuestas “racionales” y “realistas” que circulan implican que lo único posible es una nueva vuelta de tuerca sobre el colonialismo y la dependencia, olvidando que estas han sido (y son) las matrices realmente causantes de la pobreza, la exclusión y las desigualdades. También de la desindustrialización. Sumarnos a un nuevo ciclo de exportación de materias primas que se procesarán en otros lares incorporando trabajo y conocimiento, además de rentabilidad, para luego importar los productos obtenidos a partir de ellas es una operación ruinosa, no parte de un milagro económico. De aceptar esta conceptualización poco lugar quedará entonces para evaluar las consecuencias de dichas políticas sobre los ingresos populares y el medio ambiente desde una perspectiva nacional. Mucho menos para discutir los efectos políticos del sistema extractivo sobre el funcionamiento institucional de nuestra nación. Ni hablar de la cuestión distributiva, ya que quedaremos atrapados en un modelo con una “buena performance macro” y aumento de la severo de la desigualdad, la pobreza estructural y la exclusión social.

Ahora bien, la presentación de la situación que se viene haciendo desde los aparatos ideológicos del sistema dominante, desde el “sentido común”,  ¿son hechos “reales” irrefutables o simplemente una construcción sociológica tendiente a restringir los grados de libertad de nuestros gobiernos? Estamos ante un claro ejemplo de cómo el neoliberalismo construye el campo de “lo posible” a partir de sus intereses. Estamos convencidos que el discurso dominante respecto a la “bendición de los recursos naturales” y “las oportunidades de integrarse al mundo” desvinculadas de la construcción política soberana determinan un nuevo mecanismo mediante el cual Argentina se incorpora a la distribución internacional decidida desde los centros financieros que será simplemente un nuevo ducto de extracción de valor generado en nuestro país, al mismo tiempo que reprimarizará nuestro sistema socioeconómico. Provocará también modificaciones en las relaciones sociales internas y en la institucionalidad intrafederal cuyos efectos negativos serán duraderos. Similares, y concomitantes, con los producidos por las secuencias de endeudamiento masivo. Oro por baratijas.

En concreto entendemos que estamos frente al desarrollo de la creación de Guaridas extractivas en nuestro suelo soberano. Un nuevo diseño cuyo objeto es consolidar la dialéctica centro-periferia (o imperio-colonia) tendiente a asegurar y robustecer las asimetrías y desigualdades entre naciones, que la mismo tiempo solidifica la estructura interna de lumpenburguesía y lumpenproletariado cualitativamente simétricos y complementarios.

Simplificando, la secuencia de dialéctica discursivo-institucional que se viene desarrollando profusamente es la siguiente:

1.    ¡Que suerte tenemos! nuestro suelo contiene los bienes naturales comunes que el mundo demanda (evitando señalar que la importancia de los mal llamados recursos naturales y su demanda tiene que ver con las guerras geopolíticas históricas de distinto formato, y en particular de la guerra mundial por goteo que viene desarrollándose desde 1989).

2.    Hay que apurarse: la dinámica tecnológica provocará que cuando seamos capaces de extraer nuestros bienes naturales estos ya no sean demandados. Consecuentemente habremos perdido valor y oportunidades para siempre.

3.    La única forma de resolver estas dos “hechos” (que son construcciones) es incorporar el capital extranjero: ellos tienen tecnología y la plata para hacerlo. Solos somos incapaces.

4.    Bueno pero… hay que darle certezas al capital (con la tácita aceptación negadora de la democracia y la soberanía; amén la falsa idea respecto de nuestra supuesta incapacidad tecnológica. Conclusión, y premisa implícita a la vez: somos bárbaros -concepto que, sin dudas, debiéramos resignificar-). 

En esta sutil operación se produce el giro respecto de cuales son los sujetos a proteger por el sistema institucional de una república y sobre todo en una democracia: subordinar la vida humana y el medio ambiente a las “necesidades” del capital. La consigna “realista” que propone “proteger las inversiones” elude el complemento lógico “a costa de desproteger la vida” y “vivir en democracia” destruyendo la libertad de las mayorías populares.

5.    Se generarán entonces “leyes especiales” para “seducir” al capital. Asistiremos por lo tanto a la cacofonía de un coro con reminiscencia a Martínez de Hoz y al noventismo cuyos elogios serán entonados por el establishment financiero global, de los organismos multilaterales (FMI, Banco Mundial), los “técnicos”  y las naciones industrializadas. Hasta podemos constituirnos en el modelo de civilización y modernidad (ya ha sucedido en nuestra historia reciente ¿no lo recuerdan?). Estas leyes restringirán nuestra capacidad de cobrar impuestos, de ordenar la cuestión de flujos de capitales (movimiento de dólares), impedirán las conceptualizaciones ambientales en el diseño y revisión de la actividad extractiva y el impacto distributivo de las actividades extractivas. Como si todo esto fuese insuficiente para “seducir al capital” también se avanza con legislación en contra de los derechos laborales y previsionales. Poniendo a las víctimas en el lugar de culpables, parecen insuficientes para el neoliberalismo los niveles de concentración económica y desigualdad actuales. Se viene verificando que producto interno bruto es apropiado mas por las rentas y los intereses a costa de los ingresos del trabajo. Al mismo tiempo se culpa a lxs trabajadorxs por las dificultadas económicas que padecen.

La mesa esta servida, se han creado zonas especiales con legislación especial, que en un sentido material concreto no forman parte de la República Argentina. Se habrá cedido soberanía. Se habrá cedido la capacidad y posibilidad de incorporar a nuestra sociedad y nuestra economía el fruto de nuestra tierra y nuestra gente.

Pero en la etapa actual de violencia y odio planificado falta aún un nuevo paso, que se encuentra en desarrollo:

6. Incorporación de las fuerzas armadas para “proteger” las guaridas extractivas y las inversiones.

No es casualidad que se venga intensificando desde sectores de la política y el sistema de comunicación el discurso tendiente que pretende involucrar a nuestras fuerzas armadas en el “combate” contra el narcotráfico y novedosamente (en realidad ni tan novedosos) ¡contra nuestros pueblos originarios!

La problemática que aquí se desentraña es un avance local sobre la conceptualización de Mónica Bruckman que advierte el problema a escala global cuando señala “(E)stos conflictos adquieren una dimensión cada vez mas violenta, en un proceso donde la disputa por los recursos naturales se apoya cada vez mas en una política de militarización de los territorios”.

Los episodios de la guerra global por goteo a los que viene asistiendo la humanidad tienen un eje común: el control de algún bien natural estratégico. 

Así quedará configurado e institucionalizado un nuevo formato de los mal traducidos “paraísos fiscales”. Estos tenían la finalidad de ocultar, evadir (en definitiva robar) recursos de las sociedades mediante la utilización del derecho societario, el derecho tributario y el sistema financiero global. Los límites geográficos de estos generalmente están circunscriptos a Estados nación y, menos frecuentemente, en estados subnacionales.

Ahora estaríamos frente a la creación y desarrollo de Guaridas extractivas, zonas dentro de un mismo Estado nación bajo soberanía supranacional a través de la intervención de la legislación interna otorgando supremacía a las inversiones y el capital financiero global por encima de la institucionalidad republicana y la democracia. Es decir protegiendo al capital a costa de desproteger la vida de los ciudadanos y devastar en forma descontrolada el medio ambiente. Todo esto en forma “legal”, con fundamentos “científicos” a partir de una conceptualización ahistórica y ageográfica. Es decir una conceptualización ahumana y asocial.  En definitiva, se habrá constituido una nueva herramienta institucional para fortalecer la Dictadura del capital patriarcal y depredador que impera como sistema social global.

Es evidente que existen alternativas a la propuesta “indefectible” del sistema dominante establecido. El diseño, puesta en funcionamiento y gestión eficiente de políticas públicas soberanas y democráticas permitirá que la posesión de bienes naturales comunes demandados por la economía global sea incorporado al potencial crecimiento con inclusión social, es decir a la Justicia Social. 

•    Participación popular directa, tanto en las decisiones estructurales como en los organismos de seguimiento y control concretos a establecer.
•    Creación de empresas 100% estatales específicas (como lo fue en su momento la creación de YPF) tendientes a realizar una explotación cuya visión no sea la rentabilidad individual de las mismas sino su impacto como vector de desarrollo, industrialización, integración económica y generación de valor en las cadenas productivas locales.
•    Profundización de la política de empresas tecnológicas estatales (ejemplo INVAP) con desarrollos de frontera.
•    Incorporación estructural del sistema universitario nacional a la discusión específica e institucional de la problemática en forma permanente. El objetivo es desarrollar un pensamiento estratégico y crítico que se afirme en el principio de soberanía y en una visión de futuro.
•    Diseño fiscal de apropiación social de la renta extraordinaria.
•    Instrumentos fiscales y crediticios para el sector privado en función de la industrialización nacional de los bienes naturales, preferente con carácter de “en origen”.
•    Diseño de largo plazo de un plan de obra pública tendiente a bajar el costo ambiental y logístico integrando las actividades de explotación de bienes naturales en la cadena de industrialización y los centros de consumo.    
•    Incorporación del capital privado en forma subsidiaria y con reglas claras.
•    Creación de organismos multilaterales sur-sur de inventario y prospectiva que incrementen la capacidad de influir sobre el precio internacional de los bienes naturales explotados.

La directriz implícita de las políticas propuestas es la reapropiación social de la naturaleza, con enormes externalidades sobre todo el proceso productivo local, que mejora la independencia económica y por ende la capacidad de mejorar la distribución originaria del ingreso y la sustentabilidad de una dinámica de crecimiento.

Siempre hay alternativas. Siempre se puede ampliar el campo de lo posible.

No pensemos estas dos construcciones del neoliberalismo -Paraísos fiscales y Guaridas extractivas- como arquitecturas aisladas. Son creaciones secuenciales de la institucionalidad de la Dictadura del capital patriarcal y depredador. Quizás no hemos prestado suficiente atención aún a que después de la caída del Muro de Berlín el neoliberalismo no solo decretó “el fin de la historia” (una forma elegante de pretender poner fin de cualquier lucha emancipatoria intentando convencer a los oprimidos y sometidos, pero sobre todo a lxs lideres populares, respecto a la imposibilidad pensar y organizar alternativas), sino también el fin de la geografía. Es decir, arbitrar los medios institucionales para que el capital no tenga que discutir con ninguna autoridad democrática, con ningún pueblo.

¿Nuestras propuestas significan que no hay lugar para la inversión privada? De ninguna manera. El punto a tener en cuanta es quien decide sobre las cuestiones comunes. En el caso analizado sobre los bienes naturales comunes. Es evidente, y empíricamente comprobado, que como señalara el Presidente Perón “(L)a economía nunca es libre, o la controla el Estado en beneficio del pueblo, o la controlan las grandes corporaciones en perjuicio de este”. Lo que era cierto en 1953, es mucho mas cierto hoy dentro del proceso de concentración económica e integración corporativa provocado por la globalización y la financiarización.

En 1992, recordando los 500 años de la llegada de los europeos a América, Rydley Scott dirigió una película cuyo título era 1492: La conquista del paraíso. Los conquistadores transformaron ese paraíso en un espacio de genocidio y extractivismo sin control. Ambos ligados fuertemente. También fueron fuente de esclavitud en otros continentes. En definitiva, se puso en marcha un sistema antihumano y depredador. Ese paraíso fue convertido, en definitiva, en un infierno. No fue la naturaleza, ni lo habitantes de estos suelos quienes produjeron el desastre. Los culpables fueron las ideas y los intereses que guiaron esa conquista. Son las mismas ideas e intereses que conducen hoy la economía global.

En 1962 John William Cook compartía correspondencia con Perón en la que razonaba: “(U)na de las cosas que perdimos en Caseros, fue la costumbre de escribir y pensar como latinoamericanos. Bolívar, San Martín, Artigas, Moreno, Monteagudo, Rosas, etc… todos escribían y opinaban como americanos. Después de la caída de Rosas eso se terminó: como semicolonias, los países perdieron ese sentido americano”.

Las recetas y modelos impuestas desde los centros globales son las causantes de las dificultades del sur global. Los resultados de la aplicación del modelo neoliberal están a la vista para quien quiera observarlos. Es, ni mas ni menos, que una nueva etapa del modelo colonial.

Es urgente e imprescindible poner el oído a la enseñanza de Simón Rodriguez, maestro de Simón Bolívar. “¿Dónde iremos a buscar los modelos? La América Española es original. Original han de ser sus instituciones y su Gobierno y originales de fundar unas y otro. O inventamos o erramos”.

El mundo demanda los que tenemos. Esperemos que dentro de 100 años alguien no tenga que escribir una nueva versión de las Venas abiertas de América Latina. Las opciones entre políticas soberanas que permitan que “lo que tenemos” le sirva al pueblo y a la patria o termine siendo simplemente un vehículo de extracción de valor, riqueza y esfuerzo del trabajo de nuestro pueblo no son inexorables. El resultado será consecuencia de discusión política, de la construcción popular y, también, del compromiso y valentía de lxs liderazgos para enfrentar oportunidades y desafíos.