Partió Carlos Pedro Tadeo Blaquier con rumbo desconocido, seguro que no fue hacia el Cielo de los justos ni al Reino del Cielo. Quienes crean en la existencia del Infierno, podrán imaginarse que lo habrán recibido como un huésped selecto y largamente esperado por su paso terrenal.
Un imperio que amargaba y continúa amargando
La historia del Ingenio Azucarero “Ledesma” es larga, en años como en conflictos con las personas empleadas y con las demás que habitan su amplia zona de influencia en Jujuy, con funestos recuerdos, particularmente, en las localidades de Libertador General San Martín y Calilegua.
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El sitio preponderante que ostenta en esa rama de la industria, que apalanca otras muchas como la del papel o la actividad agropecuaria, fue facilitada ostensiblemente por las políticas de distintas dictaduras que llevaron al cierre de muchos ingenios en el Noroeste argentino y favorecieron su posición monopólica.
La explotación de los asalariados incluido el trabajo infantil fue una constante como resulta de las innumerables denuncias que se registran a ese respecto, así también sus prácticas antisindicales bloqueando el ejercicio de la libertad sindical y con reiteradas represalias contra sindicatos, dirigentes y activistas gremiales, que no se agotan -aunque encuentran un hito tristemente memorable- en tiempos del terrorismo de Estado impulsado por la dictadura genocida iniciada en 1976, encabezada por el binomio Videla – Martínez de Hoz como figuras emblemáticas del consorcio cívico-empresarial-militar responsable de esa oscura etapa de la Argentina.
El carácter feudal como rasgo distintivo halla su proyección tanto en las relaciones laborales como en las sociales y políticas, que si bien predominaba en el área rural se verificaban en otras tantas comunitarias, imbuido de la concepción de ser dueño de vidas y haciendas sin sujeción a otros mandatos que los de sus propios arbitrios.
Detalles para un obituario de los que frecuentan los lectores de La Nación
La muerte de Blaquier el 13 de marzo de 2023, consumó la evasión que mantuvo por varias décadas de enfrentar una condena judicial por las fundadas imputaciones de crímenes de lesa humanidad estrechamente ligados a sus negocios.
Cómo no recordar entonces al Dr. Luis Ramón Arédez, médico que trabajó poco más de un año en el Ingenio y fue despedido en 1959 por sus acciones frente a la creciente mortalidad infantil que se producía durante las zafras. Se desempeño luego como Director del Hospital “Salvador Mazza” en Tilcara (Jujuy) y más tarde como médico de la Obra Social del Sindicato de Obreros y Empleados del Ingenio Ledesma, demostrando siempre un fuerte compromiso con los trabajadores. En 1973 fue elegido Intendente de Libertador General San Martín, exigiéndole a “Ledesma” la restitución de tierras del municipio, como el pago de impuestos adeudados, lo que acrecentó la enemistad ostensible que le profesaban.
En la madrugada del 24 de marzo de 1976 fue secuestrado por militares que se trasladaban en una camioneta de la empresa de Blaquier, siendo después llevado a una cárcel de La Plata en donde permaneció preso hasta marzo de 1977 en que volvió a Jujuy, en dónde fue nuevamente secuestrado el 13 de mayo de ese año y llevado al centro clandestino de detención y exterminio de Guerrero en esa misma provincia, continuando hasta el día de hoy desaparecido.
El 20 de julio de 1976 se produjo un corte total del suministro eléctrico en Libertador General San Martín y en Calilegua, que proveía la Usina del Ingenio, episodio conocido como “La noche del Apagón”, que aprovecharan fuerzas de seguridad y militares para secuestrar a más de 300 personas -de las cuales 55 siguen desaparecidas- utilizando vehículos de la empresa Ledesma.
Más cercano en el tiempo, apenas hace seis meses, con motivo de la investigación judicial de una organización criminal dedicada a la trata de personas con fines de explotación sexual que se presentaba como Escuela de Yoga Buenos Aires (EYBA), se supo que entre los antiguos clientes VIP y asiduos concurrentes figuraba el mismísimo Blaquier, a quien apodaban “azúcar” y contaba con una “justificada” membresía por sus “donaciones” a la Escuela.
Haciendo caso omiso de esos antecedentes y de otros tantos de similar índole, se despacharon con mensajes de cálida despedida en los diarios Clarín y La Nación notorios personajes como como Luis Pagani, Alberto, Pablo y Alejandro Roemmers, Alejandro y Bettina Bulgheroni, Fabiana Ricagno y Adrián Werthein, Juan Carlos Bagó, Daniel Funes de Rioja, Guido Parisier, Carlos Melconián, Jorge Aufiero, Adelmo Gabbi, Luis Betnaza, Cristiano Rattazzi, Osvaldo Cornide.
Uno de los primeros en lamentar su fallecimiento fue Mauricio Macri, que por twiter, expresó: “Mis condolencias y cariño a la familia Blaquier por la muerte de Don Carlos Pedro. Tenía 95 años. Fue de los empresarios más importantes del país. Presidió por más de 43 años el primer ingenio azucarero de la Argentina y fue uno de los referentes de la agroindustria.”
También se hicieron presentes entidades corporativas para condolerse de la muerte de Blaquier, entre otras: la Sociedad Rural Argentina, el Centro de Azucarero Argentino, el Ingenio Río Grande, la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, la Unión Industrial Argentina y su homónima de la Provincia de Buenos Aires (UIPBA), el Consejo Interamericano de Comercio y Producción, el Consejo Empresario de América Latina (CEAL), la COPAL, el Grupo Werthein, el Jockey Club, la Academia Nacional de Ciencias, el Círculo de Armas, la Fundación Konex, la Universidad de San Andrés.
La absolución biológica … otra tremenda injusticia
En las cárceles comunes no están alojados la mayoría de los condenados por delitos de lesa humanidad, sino en prisiones militares o beneficiados por “domiciliarias” que con frecuencia infringen sin mayores consecuencias.
Son en general ex miembros de las fuerzas armadas y de seguridad o de los servicios de inteligencia, excepcionalmente civiles funcionarios de la dictadura, integrantes del Poder Judicial o empresarios.
A pesar del nuevo impulso que le imprimiera a los juicios la política de Derechos Humanos de Néstor Kirchner, hasta el 2005 y aún en las casi dos décadas siguientes la mayor parte de los responsables del terrorismo de Estado conservaron la libertad por diversas razones (leyes de punto final y de obediencia debida, indultos, procesamientos interminables o sistemáticamente bloqueados con variadas chicanas y con la inestimable cooperación de la Corte Suprema, torpezas de la Justicia que permitieron fugas, reticencias al juzgamiento de la complicidad empresaria).
Aproximadamente, son 1100 los casos que se registran de personas seriamente involucradas en el plan sistemático de secuestros, torturas y exterminio desplegado por la última dictadura, fallecidas sin condena firme o, incluso, sin procesamiento.
La paciente espera, constancia y entereza de víctimas, familiares y Organismos de DDHH en sus reclamos de justicia, acompañados por gran parte de la ciudadanía como se hace manifiesto cada 24 de Marzo, es objeto de una siniestra burla a través de un mecanismo que se constituye en una suerte de macabra amnistía, la “absolución” alcanzada por causas biológicas ya que la muerte impide enjuiciar a los criminales.
¿Hasta cuándo una Justicia sólo al servicio de los poderosos?
La deslucida imagen del Poder Judicial abarca a todos sus Fueros y en las distintas jurisdicciones, pero cobra una intensidad singular en el Penal federal, poniendo en evidencia una larga tradición -si bien no tan generalizada como la verificada actualmente- de servir a los intereses de los poderosos, una curiosa concepción del “servicio” de Justicia.
La complicidad en sus distintas manifestaciones -comprendida la instigación al delito- del sector empresario con el terrorismo de Estado, es un dato irrefutable y, además, elocuente de la responsabilidad que les cabe como de los fines económicos que alentaron a esa dictadura y de las políticas reclamadas de criminalización de la acción gremial considerada indispensable para completar la deconstrucción de los derechos laborales, a la par de la maximización de las ganancias.
Empresas multinacionales como las automotrices Ford y Mercedes Benz han tenido comprobada participación en prácticas terroristas que se cobraron numerosas víctimas entre trabajadores y delegados de sus fábricas, en cuyas dependencias funcionaron incluso centros de detención y tortura, pero también se cuentan entre las que obtuvieron la “absolución biológica” de sus directivos, gerentes y Ceos mediante una viciada postergación del inicio o las demoras pergeñadas en la tramitación de esos procesos.
Quizás una señal preocupante del creciente negacionismo que promueve el sector empresarial pueda advertirse en lo ocurrido en la Unión Industrial Argentina cuando, reunida su cúpula a la misma hora del entierro de Blaquier, a propuesta de su Presidente se pusieron todos de pie para “honrarlo” con un minuto de silencio.
Si no hay Justicia, debe sobrar Verdad y Memoria
La película “Argentina 1985” se centra en el juicio a las Juntas Militares y en las figuras de fiscales y jueces, más allá de las consideraciones que pueda merecer ese relato lo cierto es que implica un aporte a la memoria colectiva y, particularmente, para las generaciones que no vivieron aquella época.
Sin embargo, es preciso ahondar en esa etapa de la Historia para que, sin restarle la enorme significancia que representó ese juicio carente de precedentes similares y un ejemplo para el Mundo entero, advirtiendo la necesidad de completar de una buena vez el análisis de las responsabilidades e intereses comprometidos en esa planificación genocida, así como la persistencia actual de proyectos originados en las mismas usinas y tributarios de idénticas terminales nacionales y extranjeras.
En ese sentido, hoy adquiere especial trascendencia la entronización como poder político efectivo del Partido Judicial, que suple al Partido Militar que cumplió ese rol durante más de 50 años en el siglo pasado gobernando de facto en diferentes períodos, contando con la anuencia y convalidación del Máximo Tribunal de la Nación (CSJN). Lo que pone en evidencia la importancia de una urgente reforma de la Justicia, como de los mecanismos de selección de magistrados y del debido control de su desempeño, sin menoscabo de la independencia para el desarrollo de sus tareas.
También es preciso indagar con más profundidad sobre ciertas conductas humanas, sólo aparentemente paradójicas si las desligamos del contexto económico que las rodea, como es el caso de uno de los jueces que juzgaron a las Juntas Militares, Jorge Valerga Aráoz, convertido luego en defensor de Blaquier y de Juan Ronaldo Tasselkraut ex gerente de Mercedes Benz imputado por el secuestro y desaparición de delegados de esa empresa.
En definitiva, en un año que completará 40 de Democracia y a días de otra multitudinaria manifestación popular el 24 de Marzo, es bueno tener presente que decidir acerca de responsabilidades tan relevantes no sólo es labor de los jueces en el cumplimiento de su cometido específico, la ciudadanía juzga a menudo y el Pueblo como entidad superior y trascendente siempre emite su juicio que, finalmente, forma parte de la Historia que exige asentarse en la Verdad y la Memoria.