Resumen de la semana: de la alucinación bélica al fin de la gira macrista

La mano invisible de Nicolás Maduro en la crisis chilena, el apoyo de Cambiemos en la alucinación bélica y el fin de la gira despedida de Mauricio Macri.

26 de octubre, 2019 | 21.50

 

Termina otra semana trepidante en la que no tuvimos lluvia de inversiones pero tampoco Pobreza Cero, es decir, una de cal y otra de arena. Además, como lo señaló el todavía Presidente en el acto de cierre de campaña, “ya demasiadas veces nos aguantamos el dedito, el atril y la prepotencia.” La parte más escalofriante es sin duda la del atril. Debe referirse al que usó durante el debate presidencial del 2015, cuando prometió llegar a la Pobreza Cero, otorgar un millón de créditos para vivienda, bajar la inflación a un dígito, cuidar las pymes, eliminar el impuesto a las Ganancias y no devaluar. Cualquiera en su lugar habría desarrollado la misma fobia a los atriles. 

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En todo caso, así como hasta las PASO Macri explicaba que el camino elegido era el único posible, María Eugenia Vidal, la Gobernadora Coraje, afirma ahora que ya no lo transitarán más; mientras que Miguel Pichetto, hasta hace unos meses líder de la bancada opositora y hoy candidato a vicepresidente oficialista, anunció que se terminó ese ajuste que según Nicolás Dujovne evitaron endeudándonos. El mejor equipo de contorsionistas de los últimos 50 años.

Lo extraño es que no sólo el Frente de Todos promete terminar con las políticas de Cambiemos, también lo promete Cambiemos. Como explicó Ana Castellani, investigadora del CONICET, es el primer caso en el mundo de un presidente que busca su reelección prometiendo no hacer lo que vino haciendo durante cuatro años y que hasta hace un par de meses prometía seguir haciendo pero más rápido. Niños, no lo intenten en sus casas, se podrían hacer daño. 

En unos pocos días, nuestros vecinos chilenos pasaron de vivir en un “verdadero oasis, con una democracia estable”, según las palabras del presidente Sebastián Piñera, a estar “en guerra”, según el mismo Piñera. El aumento del precio del subte de Santiago fue la chispa que encendió la santabárbara chilena, el ejemplo exitoso de nuestro establishment y el sueño húmedo de nuestros economistas serios. 

La derecha regional señaló la mano invisible ya no del mercado sino de Nicolás Maduro, que al parecer tendría recursos y tiempo de sobra para organizar manifestaciones multitudinarias a 7.000 km de Caracas. Asombrosamente nadie denunció el accionar de la guerrilla mapuche-iraní que según nuestros medios serios puso en peligro la integridad de nuestro territorio con arsenales conformados por martillos, serruchos oxidados y rollos de alambre. 

Con ese notable dominio de la política internacional que caracteriza a sus funcionarios, Cambiemos apoyó la alucinación bélica. Patricia Bullrich, la ministra Pum Pum, denunció “una insurrección con carácter cuasi terrorista” y el versátil senador Miguel Pichetto vio una conspiración “venezolana-cubana”. El ineludible Jorge Faurie, nuestro Bufón de Cancillería que logró la proeza de superar en inutilidad a su antecesora, señaló que “hay un afán destructivo con manifestaciones anárquicas”

No sabemos qué diran ahora luego de que un millón de manifestantes marchó en el centro de Santiago para protestar contra la feroz represión y a favor de una agenda amplia que incluye terminar con el sistema de salud, jubilaciones y educación privadas, pilares del hasta ahora oasis regional. Como un castigo adicional al oficialismo macrista, el propio Piñera saludó la marcha: “La multitudinaria, alegre y pacífica marcha de hoy, donde los chilenos piden un Chile más justo y solidario, abre grandes caminos de futuro y esperanza.”

Quien sabe, tal vez Maduro haya efectivamente enviado a un millón de venezolano-cubanos marxistas a la Alameda, como los que aseguraron la victoria de Axel Kicillof en las PASO. Hay que investigar a fondo.

Luego de 4 años de revolución de la alegría, hoy vamos a votar por la continuidad o el cambio del Cambio. Durante una multitudinaria gira despedida, Macri aseguró que puede revertir los casi 20 puntos de diferencia que padeció en las PASO frente a Alberto Fernández prometiendo mejorar lo que empeoró en estos años. Ya no se trata de esperar el segundo semestre sino del segundo mandato. En todo caso, muchos de sus simpatizantes esperan un milagro. Otros, menos candorosos, preparan la derrota que ven inevitable denunciando un posible fraude opositor, otro asombro de época.

Por su lado, varios periodistas serios esperan una victoria del Frente de Todos con una expectativa aún mayor a la de los kirchneristas más apasionados: luego de 4 años de arrumacos podrán volver a criticar al gobierno. Aunque, en rigor de verdad, nada cambiará demasiado. Seguirán denunciando a CFK como lo vienen haciendo desde hace 12 años. 

Todo lo que quieran pero ya no le tenemos miedo al censista.

Imagen: Tropas venezolano-cubanas enviadas por Nicolás Maduro marchan en el centro de Santiago de Chile (cortesía Fundación LED para el Desarrollo de la Fundación LED).