Las elecciones de medio término en Estados Unidos no depararon grandes sorpresas. Los republicanos ahora tienen una amplia mayoría en la Cámara de representantes y en el Senado y sienten que el resultado los deja como favoritos para ganar las elecciones presidenciales dentro de dos años.
Aunque el final era previsible y en las filas demócratas se percibía que los números no eran favorables, seguramente pocos pensaron que se llegaría a un "desastre electoral" como tituló el diario Washington Times, un diario que apoya a los republicanos y gusta utilizar títulos fuertes.
Aunque el final era previsible y en las filas demócratas se percibía que los números no eran favorables, seguramente pocos pensaron que se llegaría a un "desastre electoral" como tituló el diario Washington Times, un diario que apoya a los republicanos y gusta utilizar títulos fuertes.
Pero la derrota es evidente más allá de los títulos. El presidente Barack Obama no ha logrado convencer a los votantes que su gestión y la de su partido merecen la continuidad del apoyo que precisaba. Ni siquiera logró interpelar a los afroamericanos, hispanos, mujeres solas y homosexuales -que por lo general se inclinan por los demócratas- para evitar que el Congreso cayera en manos republicanas. Los demócratas podrán alegar que los republicanos carecen de propuestas y que su campaña se basó en criticar cada una de las iniciativas del presidente, lo que es cierto. Pero las críticas a la política migratoria o a la reforma de salud configuran un proyecto ideológico que -en muchos aspectos- está en las antípodas del pensamiento de los demócratas. Y esto lo saben los votantes de ambos partidos.
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Ahora comienza la campaña por instalar los candidatos a las elecciones presidenciales de 2016. El partido Demócrata seguramente se verá afectado por el resultado adverso y el Republicano envalentonado aunque no tenga un candidato claro. En realidad, ninguno de los dos partidos lo tiene aunque el nombre de Hillary Clinton suene en las filas demócratas. En un país donde las encuestas de opinión pública marcan el ritmo de muchos políticos no hay que relativizar el hecho que en los días previos a las recientes elecciones numerosos votantes consideraran el grupo sirio-iraquí "Estado Islámico" como uno de sus temas prioritarios o que otros señalaran al virus del ébola como algo preocupante, así como el temor a una inmigración masiva de latinoamericanos.
Los republicanos son expertos en instalar como temas prioritarios hechos que infunden "miedo", sea un enemigo externo, uno interno o algo abstracto como un virus. Obama tiene apenas dos años para impulsar una agenda positiva que le sirva a un candidato de su partido para triunfar en 2016. Cuesta creer que esté dispuesto a enfrentarse a un Congreso en manos de los republicanos, porque ni siquiera le queda el aura de aquel que decía "sí se puede".