Hablo de esa depre, de ese bajón que es parecido al enojo, pero un enojo sin entusiasmo... como que te enojás, pero no te calentás, y no te calentás porque estás enojado, aunque en el fondo no te importa tanto enojarte sino estar caliente. Esa depre.
Claro, la depresión es traicionera. Muchas veces no te das cuenta de que estás deprimido. De hecho, hay estudios que dicen que casi el 65% de la población mundial sufre de depresión. La culpa la tendría el 35% restante de la población.
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Tampoco siempre se puede estar bien. Ya lo decía la Biblia: vendrán 7 años de vacas gordas seguidos de 7 años de vacas flacas. El problema, cuando estás depre, es que creés que a esos 14 años les van a seguir por lo menos 7 en los que te van a prohibir comer carne.
No me acuerdo qué humorista decía algo así como: "Los hombres y las mujeres la vivimos distinto. Las mujeres se deprimen, y le entran a dar a la pizza, o al helado, o van de shopping a reventar la tarjeta del que les causa la depre. Los hombres en cambio, invadimos países, tiramos misiles... es una forma distinta de ver la vida". (Podría buscar quién dijo esta frase, pero... como que no tengo ganas...)
Creo también que el clima no ayuda. Son días muy fríos, como pechito de jugador número 10 que no termina de convencernos.
Para tu tranquilidad espiritual, pensá una cosa: si se deprime el mejor jugador del mundo... ¿qué queda para nosotros, simples mortales? Lo que pasa es que nosotros le pedimos al mejor que nos alegre, que nos haga felices y al tipo se le bloquea el bocho y pasa de ser el mejor del mundo a ser el 4 de la reserva de All Boys que no juega por bajo rendimiento. Y entonces se nos viene el mundo abajo.
Hoy escuchaba en la radio a algún comentarista que estuvo en la cancha en Santiago y en un momento pensó en qué sucedería si Chile llegaba a perder. Y él pensaba que toda esa gente se iba a sentir muy triste... y apagué la radio... Doblemente deprimente...
Y a muchos, encima, el resultado electoral les cayó pesadito... tengo un amigo que anda tan depre que hoy se tomó un litro de café, y le dio sueño.
Una amiga, zurdita moderada ella, me llama y me dice: "Ayudame, Adrián. Dame una mano. Mi marido está re deprimido. Recién estábamos haciendo zapping, enganchamos una escena de alto contenido erótico, y el tipo cambió de canal". Soy humorista, no médico. No atiendo casos extremos como ese.
Y no es que uno ande retozando de felicidad. Por suerte yo me doy cuenta que ando medio depre y lo reconozco por algunos síntomas: si paso por una parrilla y el olor a asado no me despierta el apetito, o si voy al médico y tengo que esperar dos horas a que me atienda y en un momento pienso "qué bien la estoy pasando"... ahí sé que estoy mal.
Por suerte nunca tan mal como un conocido mío, muy militante, muy de andar en tren, que cuando se enteró de quién era el candidato de su frente le dio un bajón, mal. Mirá si estaba mal y deprimido, que fue a terapia. Y el psicoanalista lo vio tan depre, que lo derivó a un payaso. (Espero que no haya sido el Mago sin dientes... )