El mito de la competitividad: Macri, Grobocopatel y el reino de las materias primas

El acuerdo entre el Mercosur y la UE pone sobre la mesa, otra vez, el dilema de una Argentina industrial o agropecuaria.

06 de julio, 2019 | 21.43

A un casi un mes de las PASO, el Gobierno anunció que se llevará adelante el acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea (UE) y el Mercado Común del Sur (Mercosur) el cual implicaría, entre otras cosas, levantar barreras arancelarias. Días después uno de los principales empresarios del agronegocio, Gustavo Grobocopatel, sostuvo que lo que hace este acuerdo es que “pone en debate hacia dónde debemos ir y como, para dar vuelta la página en esta creación de pobreza” ¿Libre comercio disminuiría pobreza? 

Andrés Tavosnanska, economista de Centro Periferia, no dudo un segundo en asegurar que, hasta lo que se conoce del acuerdo, es muy desfavorable para la Argentina, en particular, y el Mercosur, en general. “La Unión Europea fue inflexible para la apertura de sus mercados y el Mercosur ha cedido en todo lo que le pidieron”, indicó. En este marco explicó que se pedía poder exportar 400 mil toneladas de carne y se aceptaron 99 mil para repartir entre todos los países miembros del Mercosur. 

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“Para Argentina aún aunque le den la mitad de eso, que no va a pasar, las exportaciones de carne se incrementarian apenas en un 9%, lo cual es muy poco. El año pasado crecieron 78% sin necesidad de hacer un acuerdo”, dijo y añadió que los sectores más favorecidos son los que van a poder exportar alimentos a Europa según los estudios de impacto y, claramente los más perjudicados son el sector industrial ¿Por qué? Por un lado porque perderían el mercado interno del país frente a productos extranjeros y por el otro porque también perderían las exportaciones hacia Brasil dado que ese mercado se verá desplazado por empresas europeas. 

Marcelo Diamand escribió hace varios años que la Argentina tiene una estructura productiva desequilibrada debido a que hay dos sectores con productividades diferentes y con estructuras de precios diferentes a la internacional (el agro y la industria). La industria, por cuestiones estructurales que poco tiene que ver con “la falta de espíritu emprendedor”, no tiene capacidad competitiva y esto provoca que, necesariamente, se lleven adelante regímenes restrictivos a la importación (que no puedan entrar todos los productos extranjeros, sino que, como hace Estado Unidos, se impongan medidas de protección a la industria local). 

El problema es que este sector se convierte en consumidor de divisas que en períodos de expansión económica, lleva a una crónica restricción externa (falta de dólares) y el sector que provee las divisas (el agro) no aumenta significativamente la cantidad que genera. Se impone una devaluación y con ello un período recesivo en donde aumenta el tipo de cambio, el costo de los productos importados y los productos del agro que se consumen en el mercado interno (los alimentos). Esto conduce a períodos inflacionarios, que sumados a la recesión, reducen las importaciones de bienes industriales por la baja actividad interna y el ciclo vuelve a empezar. Según Diamand apostar a la industrialización es un poderoso factor de transformación de la sociedad, es altamente deseable en países exportadores de materias primas pese que haya que apartarse del principio de ventajas comparativas que sostiene abocarse a, en este caso, exportación de materias primas. 

Taller industrial

Argentina se destaca por ser uno de los principales exportadores del mundo de materias prima como soja, maíz y trigo. Sin embargo, el peso que tiene el agro en el PIB es bajo y lo más importante (sí te importa sostener y aumentar el empleo!) es que no emplea a un sector significativo de la población ¿Y entonces? ¿Alcanza con abrir las fronteras, dedicarnos a ser sólo y exclusivamente los grandes exportadores? No, no alcanza. 

Tavosnanska señaló que se habla de un proceso de reconversión porque la apertura es gradual pero hoy la industria tiene casi un 40% de capacidad ociosa, las tasas de interés más altas del mundo, no hay créditos y hay una presión impositiva bastante alta. En este sentido es imposible que se eleve la productividad. “Se está tratando de sobrevivir y si a eso se le suman cláusulas extras que afectan los espacios de política industrial y productiva en general, se configura un esquema que excluye la política industrial”, dijo.

Además, incluso en el rubro de alimentos, que es el sector ganador, la Unión Europea tiene una política de subsidios al sector muy importante y son expertos en restricciones sanitarias para evitar el ingreso de productos importados. De esta manera, no parecería que nuestras exportaciones de alimentos se incrementen de forma muy veloz dado que seguirán habiendo restricciones.

El acuerdo todavía se tiene que ratificar en los parlamentos de los países miembros de la Unión Europea y del Mercosur. Sin embargo, el Gobierno definió elegirlo como una de las medidas históricas que promulgó. Histórico, si. Beneficioso para las mayoría, dudoso. En la sede de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) Macri aseguró que se dará un fondo compensatorio para que las pymes del Mercosur lleven a cabo un proceso de readecuación y añadió: “Nos veo a los argentinos pujantes”. Tal vez habría que preguntarle a qué argentinos se refiere ¿A las miles (y nuevas) personas en situación de calle? ¿A los dueños de pymes que cerraron? ¿A los nuevos desempleados y desempleadas? Tal vez se refiere a Grobo y algunos pocos. Ellos si estarán pujantes con este tipo de acuerdos. 

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