Dos personas murieron este domingo cuando una multitud saqueó y posteriormente incendió un supermercado de productos industriales en Santiago de Chile, y llevó a diez la cifra de víctimas mortales en el marco de la feroz represión militar en Chile, ordenada por el presidente de derecha Sebastián Piñera, quien llegó a declarar que su país está "en guerra" contra "un enemigo muy poderoso".
Con estas víctimas, la intendenta de la Región Metropolitana, Karla Rubila, contabilizó un total de 8 fallecidos durante el domingo: cinco fruto de un incendio en un almacén de ropa de la comuna de Renca y otro más en un incendio en un supermercado en la calle Matucana, informó la agencia EFE.
A ellos se suman los cuerpos de dos mujeres calcinadas que fueron hallados la pasada madrugada del sábado en el interior de un supermercado de la comuna santiaguina de San Bernardo que fue saqueado e incendiado. Además, el Ministerio de Salud informó de que al menos 10 de los más de 200 heridos se encuentran hospitalizados con riesgo de vida.
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A lo largo de este domingo se repitieron nuevos actos violentos, en el marco de un feroz operativo de las fuerzas de seguridad y el Ejército chileno ante la ola de saqueos, incendios y robos que se disparó con el aumento del subte tras el alza de tarifas de servicios públicos dispuesta por el gobierno actual.
La militarización del país ordenada por el presidente Sebastián Piñera, aumentó en las últimas horas en un intento de tratar de controlar los desmanes violentos. "Estamos en guerra ante un enemigo muy poderoso", llegó a afirmar el mandatario, que hasta llegó a ser desmentido por el general Javier Iturraga.
“Estamos muy conformes con lo que hemos visto. Ha sido un despertar lento de la ciudad, en calma y en paz, lo que nos tiene muy tranquilos y al mismo tiempo muy alerta a inconvenientes que pudieran provocar algunos desadaptados”. “Yo soy un hombre feliz, la verdad es que no estoy en guerra con nadie”, afirmó.
Piñera, aliado regional de Mauricio Macri en el denominado "Grupo de Lima", decretó toque de queda el último fin de semana por primera vez desde 1973, cuando comenzó la dictadura de Augusto Pinochet. La represión generó aun más protestas, con cacerolazos en contra (un método de protesta que nació en la clase media chilena contra Salvador Allende) y hasta pedidos de renuncia.