En el mundo imaginario del macrismo, según surge de la reciente proclama de sus “intelectuales”, bajo el kirchnerismo el país ocupaba un lugar “marginal” en la comunidad de naciones debido a su predilección por relacionarse con Venezuela, Irán y “otros Estados condenados por la comunidad internacional” por sus vínculos con el terrorismo y la violación de los derechos humanos. Quien lee semejante texto con un mínimo de serenidad no puede menos que detenerse frente al disparate y volver a leer. Efectivamente, el texto dice lo que dice: Kirchnerismo igual a Venezuela, Irán, terrorismo y violaciones de derechos humanos, una muestra más de la vieja pluma extraviada de la derecha vernácula. En contraposición se afirma que la política exterior de Mauricio Macri habría sido “exitosa” permitiéndole al país “volver a mundo”. Para graficar el presunto éxito el texto recurre a dos ejemplos, la reunión del G-20 en Buenos Aires y el acuerdo Mercosur – Unión Europea. Sin detenerse en los flacos contenidos de los ejemplos, “el éxito” se resumiría entonces en la organización de un evento y en un acuerdo de libre comercio que apenas está en veremos. O sea, no hay absolutamente nada para mostrar que no sea lo que no se dice, la completa subordinación a la política exterior estadounidense como modo de ser en el mundo.
La política exterior del gobierno precedente, en cambio, fue algo bien distinto. Sin extenderse puede resumirse en integración latinoamericana, UNASUR, rechazo al ALCA, apoyo de la ONU en el conflicto con los fondos buitre y acuerdos con Rusia y China, tanto en materia comercial, como de desarrollo de inversiones. También cuestiones muy básicas que no suelen pasar por Cancillería, como sacarse de encima al FMI y desendeudarse, elementos que significaron un aumento exponencial de los grados de libertad, tanto para la política económica como para relacionarse con el resto del mundo.
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Pero el punto aquí no es ni el extravío ni la comparativa, sino el análisis del presente. Cualquier observador de la política exterior de los países desarrollados puede notar que sus funcionarios siempre defienden en el exterior los intereses económicos de sus empresas. No existe misión diplomática sin contrapartida comercial. El fin último de la política exterior es más pedestre que macrocuestiones como la hegemonía geopolítica: consiste primero y antes que nada en asegurar los intereses comerciales, el resto viene después. Sobre esta base existen indicadores muy concretos que permiten acercarse de manera un poco más objetiva que las declamaciones al éxito o no de la integración al mundo. Estos indicadores son la magnitud del comercio exterior, la cantidad y calidad de los socios comerciales y el nivel de la inversión extranjera directa.
Un reciente informe de OCIPEx (Observatorio de Coyuntura Internacional y Política Exterior) repasa los números de estos “indicadores” bajo la gestión macrista. Si bien se trata de datos conocidos, su procesamiento en conjunto aclara la visión comparativa. El gobierno que se jacta discursivamente en haber regresado al mundo presenta sobre el final de su mandato todos los indicadores en contrario: desde diciembre de 2015 cayeron las exportaciones, se alcanzaron déficits comerciales récord, se perdió participación en los mercados más importantes y se derrumbó la inversión extranjera, precisamente aquella que “el modelo” buscaba seducir.
El promedio de exportaciones anuales entre 2012 y 2015, cuando la economía comenzó su freno producto de la aparición de la escasez relativa de divisas, fue de 70.283 millones de dólares. En 2018, luego de una leve recuperación tras la fuerte caída de 2016, las ventas externas sumaron 61.559 millones, es decir acumularon una retracción del 12,4 por ciento. Mientras esto ocurría en Argentina el comercio mundial crecía, en los tres años, el 16 por ciento. Puede decirse que ir a contrapelo del mundo no respondió precisamente a factores externos.
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Si se mira al interior de estos números, siempre para el período 2016-2018, las exportaciones de Manufacturas de Origen Industrial, MOI, cayeron 12 por ciento. Podría comprenderse, el modelo prometido por Ex Cambiemos nunca fue industrial, sin embargo también cayeron 10 por ciento las Manufacturas de Origen Agropecuario, MOA, precisamente esas que le ponen valor agregado a los productos del “campo” y que convertirían al país en el añorado “supermercado del mundo”.
El mal desempeño exportador se conjugó también con la disparada de las importaciones provocando el rojo comercial. Pero no fue cualquier rojo, como destaca el informe de OCIPEx los déficits comerciales de los años 2017 y 2018 se cuentan entre los peores de los últimos 20 años. El primer puesto del podio se lo lleva el déficit de 8.309 millones de dólares de 2017, le siguen los 4.900 millones de 1998 y queda tercero 2018, con 3.820 millones en negativo.
Como consecuencia de estos resultados también perdió peso la relación con los principales socios comerciales, que son Brasil, China, Estados Unidos y, en menor medida, Chile, en ese orden. Las ventas que más cayeron fueron a China, un 38 por ciento menos para los tres años. Otra vez, podría comprenderse dados los realineamientos internacionales, pero el comercio con Estados Unidos también cayó un 31 por ciento. En el caso de Brasil la baja fue del 24 por ciento. Solamente el intercambio con Chile, con una caída del 5 por ciento, estuvo por encima del promedio.
Finalmente, tanto la dinámica interna como externa de la economía lejos de provocar la prometida lluvia de inversiones, provocaron el alejamiento. En los tres años bajo análisis la Inversión Extranjera Directa, IED, promedió los 8.979 millones de dólares anuales, lo que significó una baja del 14,4 por ciento contra el promedio de 10.492 millones del período 2012-2015. Ex Cambiemos también sumó un récord. En 2016 la IED fue de apenas 3.260 millones. Para encontrar un número más bajo es necesario remontare a 2003, el año de salida de la gran crisis de 2001-2002.
El balance preliminar es que el regreso al mundo de la Alianza macrista - radical consistió esencialmente en un verdadero alejamiento del mundo.