Como todo recurso estratégico y natural no renovable, los hidrocarburos de agotan en el tiempo, solo que en nuestro país en lugar de hacerlo técnica y planificadamente, su agotamiento durante los últimos 25 años ha sido una consecuencia lógica de la sobreexplotación irracional de los yacimientos durante la era menemista, pero también durante la década del 2000, de la exportación irracional de gas natural entre 1996 y 2007 (el Presidente Néstor Kirchner se propuso desde 2004 comenzar a reducir las exportaciones de gas a Chile) y de la inexistencia total de una planificación energética por parte de los gobiernos de turno entre 1987 y 2003, dejando lugar a las "sabias e invisibles" leyes del mercado.
Vale decir también que durante los 20 años precedentes a la recuperación de YPF, las empresas no realizaron ningún tipo inversión significativa en exploración y desarrollo de nuevos yacimientos. ¿Por qué? Porque el objetivo prioritario de estas empresas era hacer "caja", es decir, maximizar ganancias y realizar la mínima inversión posible en exploración, desarrollo y producción, bajo el ridículo lema "no es conveniente para la empresa enterrar dinero". El resultado fue muy claro: declive paulatino del nivel de reservas primero y de la producción después, al menos hasta 2012, año en que se recuperó YPF y, por consiguiente, se inició una nueva etapa de exigencia por parte del Estado Nacional junto a las provincias productoras para que las empresas cumplieran con sus compromisos contractuales. Esto explica por qué se está importando hidrocarburos.
Luego de la recuperación de YPF, por medio del decreto 1277/2012 y otras normativas que le siguieron tiempo más tarde, las principales empresas comenzaron a formular e implementar paulatinamente importantes planes de inversión, cuyos resultados no podrán visualizarse en un período inferior a los 5 años.
¿Crisis energética?
Hoy el país no vive en su mercado interno una situación de escasez de naftas, gasóleos o gas natural que pudiera considerarse peligroso para cumplir con los requerimientos del aparato productivo nacional, en particular de los hogares, generación eléctrica, transporte público o el agro, por lo que no es aplicable el concepto de "crisis energética", que sí se hubiese podido aplicar a otros gobiernos cuando se utilizó, durante largo tiempo, el sistema de chapas patentes par o impar para la circulación de los vehículos en Capital Federal, o cuando se restringió el uso de iluminación en comercios y vía pública por deficiencias en la generación. Esto no ha ocurrido durante los años de gobierno kirchnerista, pese al importante crecimiento de la actividad industrial y por consiguiente de la demanda energética.
Hoy las necesidades de hidrocarburos para abastecer el mercado interno están satisfechas, siendo las importaciones programadas en función de las necesidades del país y de su crecimiento. Así se prevé el mayor consumo de gas oil en épocas de siembra y cosecha, la mayor demanda de naftas en épocas vacacionales y los mayores consumos de gas natural, GNL, fuel oil, diesel oil y carbón mineral en los inviernos.
Las posibles importaciones de petróleos nigerianos "Bonny Light" tienen más que ver con una oportunidad de remanentes exportables y/o una operación financiera conveniente para el país, que a un descalabro -como se quiere hacer creer- en el abastecimiento de petróleo y/o derivados para el mercado interno.
No olvidemos que la Argentina, por sus escasísimos requerimientos de petróleos importados no opera en los mercados de "contratos" y sí en los "Spots". Estos son normalmente de mayores precios, pero tienen la particularidad que se pueden realizar operaciones de lugares más cercanos y por lo tanto con fletes y gastos operacionales inferiores a los de África. Por otra parte, las petroleras privadas pueden tener a través de sus asociadas o matrices acuerdos para importar petróleo o derivados en otras condiciones y/o exclusividades que dificultan la realización de operaciones conjuntas.
El crecimiento de un país, su historia y su proyección futura se puede entender desde el consumo de su energía y de la dirección en que acentúa su crecimiento. Así lo han demostrado durante los últimos 11 años los volúmenes comercializados de combustibles líquidos y gaseosos.
El notable incremento del consumo: verdadero parámetro de la salud energética de un país
A modo ilustrativo, el consumo de gas natural entre enero de 2001 y agosto de 2014 creció ininterrumpidamente un 51,8%; la industria acumuló en igual período un crecimiento en su insumo básico del 28,4%; las centrales eléctricas están demandando volúmenes crecientes que hoy llegan al 57,9%; el consumo en los hogares de gas natural fue el que más creció: 71,1%; el GNC también creció, mostrando un 48,1%, permitiendo sustituir importaciones de naftas, más onerosas para el país, sumado a ello los importantes volúmenes destinados al mercado interno de la producción de biocombustibles (biodiesel y bioetanol) durante los últimos años (a modo de ejemplo, en el primer semestre de 2014 respecto a igual período del año anterior la producción de bioetanol aumentó 65,7% y la de biodiesel 25%, según informe trimestral del OETEC).
El Plan Energético Nacional
El aumento significativo de los hogares, de las industrias, del agro y del transporte en el consumo de gas natural por redes y de electricidad, es resultado de un plan estratégico formulado en 2003 por el Ministerio de Planificación Federal e implementado a partir de 2004. Este Plan Energético Nacional ha permitido expandir al Sistema Argentino de Interconexión en más de 5.800 km de líneas de alta y de extra alta tensión, aumentar la capacidad instalada del parque de generación en más de 9.600 MWe y ampliar el sistema nacional de transporte de gas por redes en más de 3.000 km.
Entre los resultados directos de mayor relevancia que caracterizan a este Plan, podemos destacar: se impidió el colapso del sistema energético al que nos conducían las pésimas políticas energéticas de los 20 años precedentes a la ejecución del citado plan en 2004, se permitió acompañar el significativo crecimiento económico con inclusión social del aparato productivo iniciado en 2003, se logró satisfacer las crecientes necesidades energéticas del proceso de reindustrialización y se pudo incluir a los servicios públicos de electricidad y de gas por redes a más de 3,7 y 2,1 millones de hogares, respectivamente, que antes se encontraban excluidos del sistema. Todo esto demuestra el carácter social de la planificación energética vigente desde 2004.
* Ingeniero especialista en petróleo.