Francisco Baixauli tardó dos días en recorrer los 30 kilómetros que separan su trabajo de Alfafar, su pueblo natal, luchando a pie contra el barro, los escombros y los automóviles destrozados tras las catastróficas inundaciones repentinas en el este de España, en las que murieron al menos 95 personas.
Su llegada, con una mochila a la espalda, provocó lágrimas de alegría de su mujer y su hijo, que habían temido por su vida, especialmente en los primeros momentos de las inundaciones del martes.
"Teníamos mucho miedo porque mi marido no llegaba a casa y no sabíamos dónde estaba, veíamos cómo bajaba el agua y cómo subía, veíamos gente desesperada, algunos corrían intentando llegar a sus casas, los automóviles bajaban por las calles", relató su mujer, Ángela Muñoz.
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"Luego nos quedamos sin electricidad, sin agua, y nos quedamos atrapados sin saber qué iba a pasar".
España emitió otro aviso de tormenta el jueves para parte de la región oriental de Valencia, donde el martes cayó un año de lluvia en ocho horas. Los equipos de rescate siguen rastreando campos inundados y automóviles varados en busca de los desaparecidos tras las inundaciones más mortíferas de la historia moderna de España.
De regreso del puerto de Sagunto, Baixauli, de 53 años, tuvo que alojarse en un barrio a solo 5 kilómetros de Alfafar, el único lugar al que pudo llegar.
"Llamé a mi mujer y a mi hijo y supe que estaban bien", relató.
Reunidos y acompañados por su perro, la familia inspeccionó las calles cercanas, donde algunos de sus vecinos estaban limpiando los escombros.
"No hemos tenido agua hasta hoy y no tenemos electricidad, llevamos dos días comiendo bocadillos (...) las cosas de la nevera están podridas y ni siquiera podemos ducharnos", dijo Muñoz.
Con información de Reuters