Israel avanza con una limpieza étnica explícita en Gaza: hospitales destruidos, médicos detenidos en "campos de tortura" y el hambre como arma

En las últimas horas, la figura del director del hospital de Kamal Adwan, el último que quedaba en el norte de Gaza, se convirtió en un símbolo de la falta de límites demostrada por Israel: después de tres meses de asedio, de matar a su hijo y herirlo a él, lo detuvieron por no querer abandonar a sus compañeros y pacientes y lo llevaron a lo que las propias organizaciones de derechos humanos calificaron como "un centro de tortura". 

31 de diciembre, 2024 | 00.05

Las voces que denuncian una limpieza étnica, una hambruna forzada, centros de tortura, una masacre deliberada contra niños y hasta un genocidio en ciernes se multiplican y, pese a los intentos de Israel y sus aliados incondicionales -como el presidente Javier Milei-, ya no es posible encasillarlos como pro-palestinos, antisemitas o cualquier otro adjetivo con el que el gobierno de Benjamin Netanyahu cree que puede teñir de duda el tsunami de muertes, abusos, crímenes de guerra y de lesa humanidad que comete en la Franja de Gaza desde hace más de un año, sin casi resistencia real de la comunidad internacional

La falta de apego al derecho humanitario demostrado por las fuerzas israelíes en la Franja de Gaza viene siendo evidente hace rato, pero en las últimas semanas quedó al desnudo con el ataque sistemático al débil sistema de salud del territorio palestino. Hace meses que la Organización Mundial de la Salud (OMS) denuncia que la mayoría de los hospitales están destruidos o ya no pueden funcionar. La peor parte se la llevó el norte de la franja, la zona más poblada hasta el 7 de octubre pasado, en donde el gobierno de Netanyahu impulsa una limpieza étnica declarada por sus propios funcionarios y por los principales medios de su país. 

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En esa avanzada, el hospital Kamal Adwan se convirtió en un símbolo y, con él, su director, el doctor Hussam Abu Safiya. Durante casi tres meses se convirtió en la voz de la resistencia dentro del centro médico. En su Instagram publicó los constantes ataques israelíes, mostró cómo seguían operando y tratando pacientes en pleno asedio y casi sin medicamentos o materiales básicos por el férreo bloqueo de la ocupación. Continuó trabajando y denunciando aún cuando uno de los bombardeos mató a su hijo de 21 años, Ibrahim, en la puerta del hospital, o en noviembre cuando un ataque con un drone lo hirió. Por eso, cuando las fuerzas israelíes avanzaron con tanques sobre Kamal Adwan el viernes pasado para darle la estocada final, expulsar a todo el personal médico, los pacientes y sus familiares, los militares lo conocían muy bien a Abu Safiya. 

Los militares israelíes obligaron a todos a desvestirse. A 240 los detuvo, los acusó de ser presuntos miembros de Hamas y/o terroristas, y al resto -los pacientes críticos y algunos trabajadores- los obligó a abandonar la zona e ir a otro hospital, el Indonesio, que según denunció el lunes la OMS "tampoco funciona". Por eso, diez de esos pacientes, informó la agencia de la ONU, fueron a su vez transferidos a otro hospital, Al Shifa, pero las fuerzas de ocupación los detuvieron y arrestaron a otros cuatro. Dos días después y en medio de las denuncias por el cierre de Kamal Adwan, Israel atacó otros dos centros médicos en la Ciudad de Gaza.  

Testigos contaron a varios medios que Abu Safiya rechazó irse el viernes y abandonar a los colegas que habían sido detenidos. Entonces, él también fue arrestado. Según informó más tarde el Ejército israelí, lo considera un presunto terrorista. La imagen en la que él camina hacia un tanque israelí en el medio de la devastación total ya se convirtió en un símbolo de la destrucción israelí y la resistencia pacífica -de esa que Israel y sus aliados nunca hablan- en Gaza

Inmediatamente después, la OMS, las principales organizaciones humanitarias del mundo, líderes internacionales y su familia lanzaron una campaña para pedir su liberación. Se trata de solo un caso entre más de 45.500 muertos, más de 100.000 heridos, cientos de miles que ya sufren desnutrición y de casi 2 millones que tuvieron que dejar sus casas y viven como pueden desde el 7 de octubre de 2023. Sin embargo, es un caso que perfora con éxito la campaña mediática de Israel y sus aliados, que revela sus mentiras o media verdades y, ante todo, desnuda un nivel de destrucción humana como no se veía hace décadas en el mundo.

Israel no informó dónde está detenido al doctor Abu Safiya, pero presos liberados en los últimos días de la base militar de Sde Teiman, en el sur israelí, muy cerca del límite con el norte de Gaza, dijeron que lo vieron allí o escucharon cuando guardias leyeron su nombre. Se trata de uno de los centros de detención más temidos por los palestinos de Gaza. Según la organización de derechos humanos israelí B'tselem, es "la punta del iceberg de una red de campos de tortura para palestinos". "No importa quién sos o por qué te arrestaron, allí vas a sufrir dolor y sufrimiento severo y sin respiro", escribió la reconocida organización en un informe en agosto pasado.

Dos meses después, en octubre, la propia Corte Suprema israelí dio lugar a los reclamos de varias organizaciones de derechos humanos y le pidió al gobierno de Netanyahu que garantice que el centro de detención de Sde Teiman "se adhiera a la ley israelí". En otras palabras, una decisión parecida a la que tomó la Corte Suprema estadounidense en 2008 cuando estableció que los prisioneros de la Guerra contra el Terrorismo de George W. Bush detenidos en la prisión de Guantánamo podían reclamar en el sistema judicial norteamericano porque no podían seguir en ese agujero negro legal. Debían tener derechos y garantías, dijo entonces la corte estadounidense y ahora la israelí.

El lunes, la Comisión para los Asuntos de los Detenidos de la Autoridad Palestina y la Sociedad de Presos Palestinos denunció que cinco palestinos que habían sido detenidos en Gaza habían muerto en cárceles israelíes en las últimas 24 horas. Los fallecidos, según el comunicado citado por la agencia Europa Press, tenían entre 44 y 57 años y se suman a los otros 49 palestinos que murieron en prisiones israelíes desde que empezó esta última ofensiva en Gaza, el 7 de octubre de 2023.

Genocidio y limpieza étnica

En noviembre pasado, un comité especial creado por la ONU en 1968 para analizar denuncias de violaciones a los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados por Israel concluyó que las fuerzas armadas comandadas por el primer ministro Netanyahu están utilizando "métodos de guerra consistentes con el genocidio, incluyendo la hambruna como un arma de guerra". Destacó el asesinato de civiles, de personal de salud para evitar que los heridos puedan ser tratados, de periodistas para que no puedan reportar lo que pasa, de trabajadores humanitarios para que no garanticen la supervivencia de los palestinos que, en un 90%, ya tuvieron que abandonar sus casas y, muchos de ellos, viven en campamentos precarios que se inundan y se volvieron caldo de cultivo para todo tipo de enfermedades. 

En diciembre, se sumaron dos influyentes organizaciones internacionales: Médicos Sin Fronteras (MSF) y Human Rights Watch (HRW). "Las autoridades israelíes han impuesto deliberadamente condiciones de vida diseñadas para causar la destrucción de parte de la población en Gaza, privando intencionalmente a la población civil palestina de un acceso adecuado al agua, lo que con toda probabilidad ha causado miles de muertes. De esta manera, las autoridades israelíes son responsables del crimen de lesa humanidad de exterminio y de actos de genocidio", concluyó HRW en su informe.

La conclusión del informe de MSF fue similar: "Lo que nuestros equipos médicos han presenciado sobre el terreno a lo largo de este conflicto concuerda con las descripciones proporcionadas por un número cada vez mayor de expertos jurídicos y organizaciones que concluyen que en Gaza se está produciendo un genocidio. Aunque no tenemos autoridad legal para establecer la intencionalidad, los signos de limpieza étnica y la devastación continua -incluidos los asesinatos en masa, las graves lesiones físicas y mentales, los desplazamientos forzosos y las imposibles condiciones de vida de los palestinos bajo el asedio y los bombardeos- son innegables".

A estas investigaciones se fueron sumando los dramáticos testimonios de médicos extranjeros que lograron ingresar a la franja para ayudar en los estresados hospitales, al menos durante unos meses. "Lo que me pareció particularmente inquietante fue que caía una bomba sobre una zona de carpas llenas de gente y luego llegaban drones y mataban a los civiles, incluidos los niños. Escuchábamos relato tras relato, no era algo particular. Pasaba una y otra vez. Todos los días operaba sobre niños que me decían: 'Estaba tirado en el suelo después de que cayó una bomba y un cuadricóptero bajó, se detuvo sobre mi y me disparó'", relató el cirujano jubilado Nizam Mamode frente al Parlamento británico, luego de trabajar como voluntario durante un mes en el hospital Nasser en Gaza, antes que ese centro médico fuera atacado por Israel en febrero pasado.

La muerte sistemática de niños ha sido uno de los ejes de las denuncias contra la ofensiva israelí porque, por obvias razones, perfora la presunción de terrorismo que indilga a todos los palestinos de Gaza el gobierno de Israel. El lunes se conoció que, con la llegada del invierno y con varios campos de desplazados completamente inundados, seis bebés murieron en solo una semana por las bajas temperaturas y la falta de refugios acordes.

No es más de lo mismo

El conflicto israelí-palestino no nació el 7 de octubre de 2023 con el ataque masivo de la organización extremista palestina Hamas contra Israel, que terminó con más de 1.000 muertos y más de 200 rehenes en Gaza (hoy aún quedan unos 100 secuestrados). Según quien lo cuente, comenzó hace 3.000 años, en los tiempos bíblicos; hace más de un siglo con la inmigración sionista, hace 76 años con la fundación del Estado de Israel y la expulsión masiva de más de 700.000 palestinos, o hace 57 años, con el inicio de la ocupación militar israelí de los territorios de Cisjordania, Jerusalén este y la Franja de Gaza.

La línea de tiempo del conflicto recuerda que no es la primera vez que se denuncia una limpieza étnica sobre la población palestina a manos de las fuerzas israelíes. Sin embargo, esta vez sí tiene un elemento inédito: el gobierno israelí, el que está ordenando estos crímenes, los reivindica explícita y públicamente. 

En enero pasado, luego que Netanyahu rechazara su primera propuesta de "lanzar una bomba atómica", el ministro de Patrimonio israelí, Amichai Eliyahu, volvió a la carga: "Tenemos que buscar formas más dolorosas que la muerte para los gazatíes." Con millones de refugiados en Medio Oriente y el mundo, y tras décadas de una ocupación que nunca dejó de querer expulsarlos, muchos palestinos suelen decir que el peor castigo que podrían sufrir sería perder su tierra y la de sus ancestros

Y el gobierno israelí lo sabe. "Tomar el territorio es lo que más les duele a los palestinos, sostuvo en octubre pasado otra ministro de Netanyahu, la de Igualdad Social y Avance del Status de la Mujer, May Golan. Su compañero de gabinete, el titular de la cartera de Seguridad Nacional, Ben Gvir, coincidió y propuso que los palestinos sean "incentivados" a emigrar fuera de la Franja de Gaza. 

Todas estas declaraciones fueron públicas como lo fue también el congreso en el que participaron varios ministros y miembros del oficialismo de Netanyahu para discutir en octubre pasado la colonización de la Franja de Gaza. "Los asentamientos judíos acá es la respuesta a la masacre horrible", sostuvo el ministro de Vivienda y Construcción, Yitzhak Goldknopf, en referencia al ataque de Hamas del 7 de octubre de 2023, durante un viaje que hizo, acompañado por el Ejército, a la parte central de Gaza, una de las zonas más destruidas del territorios. 

El hambre como arma

Cada informe humanitario sobre Gaza destaca que el hambre se convirtió en un arma central en la ofensiva israelí contra la franja. Desde 2006, cuando Hamas ganó las elecciones de la Autoridad Nacional Palestina, asumió el poder en ese territorio y luego rompió con la facción más dialoguista y moderada de la dirigencia palestina, Israel impuso un férreo bloqueo por aire, tierra y mar. Eso sumado a las constantes ofensivas militares a lo largo de los años, hizo que para el 7 de octubre de 2023 la zona ya estaba parcialmente destruida, sin recursos para una verdadera reconstrucción y con servicios públicos muy deficientes, incluido el sistema de salud.

Pero tras el ataque de Hamas hace más de un año, Israel apretó aún más las tuercas para asfixiar como nunca a toda la población, civil y armada. Desde el inicio de la ofensiva, solo permite entrar a cuentagotas ayuda humanitaria como alimentos, agua potable, combustible y medicamentos. Ingresa apenas un pequeño porcentaje de los camiones que ingresaban antes de la escalada en octubre de 2023. Y el resultado fue una crisis humanitaria inmediata. 

La iniciativa internacional conocida como Sistema Integrado de Clasificación por Fases de la Seguridad Alimentaria (IPC) es el principal monitor de hambre en el mundo. Hace un seguimiento de las peores crisis humanitarias en el mundo y clasifica los niveles de malnutrición aguda que sufre la población en cada una. En su último informe sobre la Franja de Gaza, proyectó que -si no hay una apertura real de las fronteras y una tregua estable- habrá alrededor de 60.000 casos de malnutrición agua entre niños de seis meses y cinco años, incluyendo 12.000 casos severos entre septiembre pasado y agosto del año próximo.

Pero expertos, médicos y otros referentes humanitarios han advertido en los últimos días que el IPC no tiene acceso a toda la información real y, por lo tanto, la situación -creen- es mucho peor. La agencia Reuters habló con varios de ellos. Uno de ellos es Gregory Shay, neumólogo pediátrico jubilado de California, que trabajó con niños en el hospital Nasser en Gaza en octubre pasado. Según contó, la mayoría de los chicos subsistían a base de pan y arroz, y muchos sufrían neumonía grave y meningitis.

Además, los recién nacidos, recordó, eran más pequeños de lo que deberían ser para su edad solían ser pequeños para su edad y muchos sufrían defectos congénitos o sufrían sepsis neonatal, una grave infección de la sangre. "Nunca había visto el tipo y el número de infecciones que vi en Gaza", relató Shay, un veterano voluntario médico que participó en 35 misiones humanitarias durante la última década. "Con sólo mirar a estos niños sabes que es una hambruna", concluyó.