(Por Marianela Mayer) Las mujeres son un grupo fundamental en la resistencia a la guerra entre Kiev y Moscú, mientras unas 50.000 ucranianas sirven en el Ejército para defender la soberanía de su país, activistas rusas crearon una red internacional de oposición al conflicto para "romper el bloqueo propagandístico" del Gobierno de Vladimir Putin.
En ambos casos, las une la resistencia a la ofensiva militar iniciada hace un año, pero también a las condiciones de desigualdad que enfrentan.
En Ucrania, las mujeres sirven en las Fuerzas Armadas (FFAA) desde que el país declaró su independencia de la Unión Soviética en 1991, generalmente, en funciones de apoyo. Su presencia se disparó desde 2014, cuando comenzó el conflicto entre el Gobierno de Kiev y los separatistas prorrusos del este del país.
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Actualmente, son unas 50.000, de las cuales 38.000 son uniformadas y, entre ellas, 5.000 están en el frente, según indicó en el verano boreal la viceministra de Defensa, Hanna Malyar.
"Las mujeres son una minoría en las Fuerzas Armadas de Ucrania, pero una minoría muy motivada y decidida a contribuir a la defensa de su país", dijo a Télam Jennifer Mathers, profesora de Política Internacional en la Universidad de Aberystwyth (Reino Unido).
La académica, especializada en política rusa y mujeres en el ejército, destacó que las ucranianas sirven como "voluntarias", a diferencia de los hombres en edad de combate, que tienen prohibido salir del país y están sujetos al servicio militar obligatorio.
Ante este auge de ingresos femeninos, las mujeres pasaron de ser un "batallón invisible", como se llama un importante proyecto de investigación ucraniano que expuso las barreras femeninas dentro de las FFAA, a ser reconocidas oficial y legalmente por el Estado ucraniano.
"Durante un tiempo, se permitió a las uniformadas servir en las zonas de combate, pero como no combatientes, bajo el título de cocinera o chofer, que no reflejaba los peligros y las funciones reales que cumplían en la guerra. Desde 2016 se eliminó ese engaño y en 2022 todas las funciones militares se abrieron a las mujeres", explicó Matthers, en referencia a la supresión de las normas que impedían a las mujeres ocupar puestos técnicos y de liderazgo militar.
Este cambio de percepción del Ministerio de Defensa es, a su juicio, "notable", ya que incluso en tiempos de guerra suele haber límites a lo que se permite hacer a las mujeres.
También la sociedad ucraniana parece aceptar mejor el servicio militar femenino, según reflejan diversos sondeos realizados en el país europeo. Así, el porcentaje a favor de que las militares tengan las mismas oportunidades que sus pares hombres pasó del 53% en 2018 al 80% en 2022.
"Veo cambios en el lenguaje de la gente al referirse a los defensores y, a menudo, oigo que se reconoce a mujeres y hombres por igual", dijo a Télam la ucraniana Anna Kvit, quien integra el proyecto Batallón Invisible y actualmente es investigadora visitante en la Universidad College de Londres.
En la misma línea, la cobertura mediática evolucionó "significativamente" y pasó de hacer preguntas sexistas a las uniformadas a abordar los problemas reales de las mujeres en la defensa, afirmó a Télam desde Ucrania Hanna Hrytsenko, socióloga en el Instituto de Programas de Género, responsable de dicha investigación.
Estos avances son relevantes en un país con fuertes tradiciones patriarcales, en el que ahora el presidente Volodimir Zelenski se refiere regularmente a "los hombres y mujeres defensores del país" y donde la jornada de homenaje a las FFAA pasó a llamarse en 2021 el "Día de los hombres y mujeres defensores de Ucrania".
Sin embargo, la igualdad de oportunidades es aún una tarea pendiente en el ámbito castrense.
"Tenemos más mujeres en las FFAA, son más reconocidas y más visibles, pero aún enfrentan desafíos como el sexismo y la discriminación de género", señaló Kvit, quien admitió que muchos -dentro y fuera del Ejército- piensan que la carrera militar y la guerra "no son trabajo de mujeres".
Las militares sufren los estereotipos de género en el escepticismo de comandantes y compañeros sobre su compromiso y habilidades, así como en obstáculos para la promoción y el desarrollo profesional.
Además, lidian con dificultades prácticas vitales como obtener uniformes, botas y chalecos antibalas adecuados. Si bien el Ministerio de Defensa anunció su fabricación, las mujeres todavía no disponen de equipamiento apropiado.
"Los llaman uniformes unisex, pero no lo son, difícilmente se adaptan a cuerpos femeninos", opinó Kvit.
Tampoco cuentan con acceso a servicios médicos adaptados, ya que estos fueron diseñados para los hombres en el frente, y, aunque están más expuestas a la violencia sexual, faltan políticas para hacer frente al acoso dentro de las FFAA, del que no existen estadísticas oficiales.
Según explicó Hrytsenko, se está desarrollando un mecanismo para presentar denuncias e investigar el acoso en el ámbito militar, pero las reformas a los estatutos internos que lo prohíben explícitamente y exigen su prevención aún no se adoptan.
"El tema en sí ya no es tabú, pero denunciarlo aún requiere mucho coraje", dijo la especialista, quien precisó que dos casos se hicieron públicos en los últimos años, aunque el equipo de Batallón Invisible está al tanto de varios más.
Pese a estos retos, las especialistas consultadas se mostraron optimistas con el camino emprendido por la sociedad y el Gobierno ucraniano en el reconocimiento a las militares y la posibilidad de conservar y mejorar su condición en la posguerra.
"Históricamente, suele haber un gran retroceso cuando terminan las guerras y se empuja a las mujeres a volver a sus roles de género, pero no creo que esto suceda en Ucrania", consideró Kvit, quien destacó los cambios sociales, legislativos y políticos que atraviesa el país, al igual que el compromiso asumido por las uniformadas.
"La agenda de igualdad de género en las FFAA también se convirtió en parte de una lucha más amplia por los derechos de las mujeres", subrayó Hrytsenko.
Distinta es la situación para las mujeres en Rusia, donde la lucha contra el patriarcado centra la oposición a esta guerra.
Más de 45 grupos de activistas rusas decidieron organizarse desde el primer día de la ofensiva y crear la Resistencia Feminista Antiguerra (RFA), que desde las redes sociales coordina acciones tanto dentro como fuera del país en rechazo a lo que llaman una ocupación militar en defensa de "valores tradicionales".
"Es uno de los pocos grupos antibelicistas organizados de Rusia que sigue activo a pesar de todas las restricciones legales y los riesgos de persecución, multas y encarcelamiento que el Estado ruso ha introducido para acabar con la oposición pública a la guerra de Ucrania", destacó Matthers.
La resistencia a la invasión de Ucrania ha sido fuertemente reprimida desde el inicio del conflicto, al que el Kremlin denomina "operación militar especial". Una ley aprobada en marzo pasado castiga con hasta 15 años de cárcel a quienes difundan "noticias falsas" sobre el Ejército ruso y su rol en esta ofensiva.
Para sortear esta situación, la RFA divulga panfletos, organiza protestas y acciones en las calles coordinadas a través de "células autónomas y autoorganizadas", que tienen protocolos de seguridad propios y actúan de forma anónima, según explicaron en su canal de Telegram.
También brindan asistencia legal y psicológica, ayudan a refugiados ucranianos y a quienes desean abandonar Rusia, además de apoyar a medios contrarios a la guerra.
"Son activas en las redes sociales, donde pueden conectar con otras feministas rusas y activistas por la paz, pero también quieren llegar a las mujeres rusas que no se identifican con el feminismo, especialmente a las de más edad y socialmente más conservadoras", puntualizó la politóloga británica.
Para ello, editan el diario 'La verdad de las mujeres', cuyo nombre hace eco de las publicaciones femeninas de la era soviética. El periódico combina un mensaje contra la guerra con contenidos de revistas femeninas más tradicionales, como recetas y consejos de belleza.
También buscan llegar a las regiones y pueblos más pequeños del país, mientras que en el exterior tienen células para hacer cosas que, por motivos de seguridad, no pueden realizar en Rusia.
No obstante, su alcance real es limitado.
"La política en la Rusia de Putin está fuertemente dominada por los hombres y es profundamente misógina. El feminismo como palabra y concepto es presentado por Putin como parte de un esfuerzo occidental por librar una guerra cultural e ideológica contra Rusia y una señal de que Occidente perdió su rumbo y se volvió antinatural", advirtió Mathers.
Por eso, la académica duda que esta guerra generé algún cambio en la percepción del rol de la mujer en el país.
"Las ideas sobre la igualdad de género no son ampliamente aceptadas y el Estado de Putin hace todo lo posible por mantener un sistema social, político y económico altamente patriarcal", explicó y concluyó: "Pese a los esfuerzos de la RFA, me temo que las actitudes en Rusia tardarán en cambiar".
Con información de Télam