El gobierno de Sri Lanka declaró este miércoles el estado de emergencia y un toque de queda para contener a miles de manifestantes que se movilizaron y tomaron las oficinas del primer ministro, Ranil Wickremesinghe, nombrado presidente unas horas antes. Los hechos se dieron en la espera de la renuncia del exmandatario, Gotabaya Rajapaksa, que huyó del país en medio de un colapso económico arrastrado durante meses y que desató el descontento social.
Los manifestantes exigen las renuncias del primer ministro y de Rajapaksa, quien había prometido hacerlo hoy, acorralado por la peor crisis económica y política de la historia de Sri Lanka. Previo a ello, en una breve declaración televisada el titular del Parlamento, Mahinda Yapa Abeywardana, informó a la ciudadanía el traspaso de mando: "A raíz de su ausencia en el país, el presidente Rajapaksa me dijo que nombró al primer ministro para ejercer como presidente según la Constitución", informó el medio Deustche Welle.
En caso de renuncia del presidente, la Constitución prevé que el primer ministro asuma ese cargo de manera interina hasta que el Parlamento elija un nuevo diputado que gobernará hasta el final del mandato en curso, es decir, hasta noviembre de 2024. No obstante, el Parlamento informó ante esta crisis que llamaría a elecciones para el próximo 20 de julio, luego de aceptar la renuncia de Rajapaksa. De todas maneras, aún no ha sido presentada, por lo que cuenta con inmunidad presidencial. En tanto, según distintos medios locales, Wickremesinghe no se encuentra en el edificio y continúa con paradero desconocido desde que los manifestantes incendiaran la semana pasada su vivienda privada.
Un muerto, estado de sitio y toque de queda
Entretanto, un grupo de mujeres y de hombres rompieron la barrera impuesta por los militares y penetraron en el despacho del primer ministro en Colombo, mientras agitaban banderas del país, a pesar de que la policía y el ejército intentaron detenerlos con gas lacrimógeno y camiones hidrantes. En ese contexto, murió un joven de 26 años que había sido trasladado a un hospital de la zona por problemas respiratorios, informó el diario local Daily Mirror.
Las y los manifestantes irrumpieron también en la sede del principal canal de televisión público de Sri Lanka y aparecieron brevemente en emisiones al aire, según imágenes de esa cadena. Ante esa situación, el primer ministro, nombrado hoy presidente interino, salió al aire por cadena nacional y pidió al Ejército y a la Policía que hicieran "lo necesario para restablecer el orden" y acusó a quienes protestan de "querer impedir” que cumpla con sus responsabilidades como presidente en funciones. “No podemos permitir que los fascistas tomen el control", denunció.
Antes, un vocero de su oficina había anunciado que se declaraba el estado de sitio para hacer frente a la situación del país, además, la Policía anunció un toque de queda por tiempo indeterminado en la provincia occidental, donde está Colombo, para contener las protestas, e instó a los ciudadanos a apoyar a las Fuerzas Armadas para "mantener la ley y el orden". Mientras tanto, en Colombo, la multitud continuaba agolpándose en el palacio presidencial por quinto día seguido, en una atmósfera festiva. "La gente está muy contenta, porque esas personas robaron a nuestro país", explicó Kingsley Samarakoon, un empleado público jubilado de 74 años.
Huida de Rajapaksa
La jornada más dramática en tres meses se vivió el sábado pasado cuando una multitud invadió el palacio presidencial y precipitó la huida de Rajapaksa, que anoche escapó en avión a la vecina Islas Maldivas.
Rajapaksa, de 73 años y miembro de una dinastía política que gobernó Sri Lanka la mayor parte de las dos últimas décadas, dijo que tenía la intención de viajar a Singapur, donde pedirá asilo, según fuentes cercanas, informó la agencia de noticias Europa Press. Luego, partió del aeropuerto internacional de Colombo junto a su esposa y un guardaespaldas a bordo de un avión Antonov-32 y después de aterrizar esta mañana en la capital maldiva de Malé fue trasladado a un sitio no revelado.
La llegada de Rajapaksa a Maldivas provocó críticas entre la población, que manifestó su respaldo a los habitantes de Sri Lanka: "Muchos están enfadados y se oponen a que el Gobierno ofrezca refugio al presidente esrilanqués. Tenemos que estar junto a nuestros hermanos y hermanas que han forzado al presidente a huir", señaló un ciudadano de Malé, según recogió la agencia Europa Press.
La partida del dirigente político fue complicada. El martes fue rechazado de manera humillante por los empleados de inmigración en el aeropuerto de Colombo, donde le negaron acceso a la sala VIP para sellar su pasaporte.
El mandatario y su esposa pasaron la noche previa al viaje en una base militar cerca del aeropuerto internacional tras haber perdido cuatro vuelos con destino a Emiratos Árabes Unidos. Su hermano Basil, que dimitió en abril de su cargo como ministro de Finanzas, tampoco pudo abordar un avión hacia Dubái.
En su huida, el presidente esrilanqués dejó atrás un maletín lleno de documentos y con 17,85 millones de rupias (casi 49.000 dólares), que ahora están bajo custodia de las autoridades. Rajapaksa está acusado de una mala gestión de la economía, llevando al país al caos y a una crisis profunda por la falta de divisas, lo que hace imposible financiar las importaciones de productos esenciales para la población de 22 millones de habitantes.
Sri Lanka declaró una moratoria de su deuda por 51.000 millones de dólares en abril y está en negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para recibir un préstamo. Además, el país casi agotó sus reservas de combustible y el gobierno ordenó el cierre de las administraciones no esenciales y de las escuelas para reducir los desplazamientos.