Una nueva ofensiva contra Gaza y una nueva elección israelí

Israel lanzó una nueva ofensiva militar contra Gaza. Voces críticas lo vinculan a los próximos comicios israelíes. La acusación no es azarosa, hay muchos antecedentes. 

08 de agosto, 2022 | 00.30

Hace tiempo que el conflicto israelí-palestino avanza, se deteriora y se complejiza con una ocupación militar que lleva 55 años y construyó un sistema de violencia institucionalizada de la mano de un mapa de asentamientos donde ya viven más de 680.000 colonos israelíes. Pero además se profundiza con una repetición de ofensivas militares que golpean a uno o todos los territorios palestinos ocupados, dejan un tendal de muertos y terminan con un cese de hostilidades que pone a discutir el nuevo status quo en vez de analizar por qué sistemáticamente se reactiva la violencia. Eso es lo que está pasando ahora, otra vez; sin embargo, algunas voces críticas proponen, por ejemplo, empezar a vincular los procesos electorales israelíes con estas escaladas

Este domingo, el temor a una nueva escalada que dure semanas y termine con miles de muertos parecía haberse disipado en la Franja de Gaza, tras el inicio de nuevo un cese al fuego, tan frágil como todos los que le precedieron en este conflicto que lleva más de medio siglo y que se ensañó, especialmente en los últimos 15 años, con este pequeño territorio -es apenas 50% más extenso que CABA-, donde más de dos millones de palestinos viven apiñados, con escasa agua potable, poca electricidad y sin poder escapar a ninguna otra región o país

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En las próximas horas se analizarán las condiciones, se comparará las cifras de víctimas y daños de un lado y del otro -un balance que siempre termina con una enorme asimetría que deja claro quién es el poderoso en este conflicto-, se fiscalizará si ambas partes cumplen lo prometido y se relatará cómo una ayuda humanitaria internacional que nunca alcanza llega para reconstruir al menos una parte de lo destruido. Pero es muy poco probable que la atención se centre en entender por qué comenzó esta nueva ofensiva contra Gaza, cuando ese pequeño y bloqueado territorio aún no se recuperaba de las tres semanas de bombardeos israelíes del año pasado.

¿Cómo empezó?

El lunes pasado, el ejército israelí irrumpió en el campo de refugiados de Jenin, en el norte de Cisjordania, uno de los territorios palestinos ocupados, y arrestó a Bassam al Saadi, un dirigente que identificaba como el jefe del grupo islamista Yihad Islámica en esa zona. Al día siguiente declaró un toque de queda que paralizó las ciudades y pueblos del sur de Israel, los que están más cerca de la frontera de facto con la Franja de Gaza, por temor a posibles represalias, como había sucedido en noviembre de 2019 cuando el asesinato selectivo de un comandante de la Yihad Islámica desató un conflicto de cinco días entre Israel y esa fuerza en Gaza. 

Esto no sucedió esta vez, pero el viernes las fuerzas israelíes comenzaron a bombardear la Franja de Gaza de manera "preventiva" porque, dijeron, querían evitar un contraataque de ese movimiento armado. Mataron a dos líderes de la Yihad Islámica y también a otras 42 personas, entre ellas 15 menores de edad, según informó el Ministerio de Salud del Gobierno de Hamas en ese territorio. 

Este domingo, antes de anunciarse el alto el fuego acordado por el Gobierno de Israel y la Yihad Islámica, el primer ministro israelí, Yair Lapid, había afirmado al comando mayor militar de su país que los objetivos de la operación "Amanecer" -como se bautizó a la nueva ofensiva- se habían cumplido. Los medios israelíes interpretaron que esos objetivos suponían golpear a la cúpula de la Yihad Islámica, una de las fuerzas con capacidad armada en la Franja de Gaza, pero no la principal, que sigue en manos del movimiento en el poder, Hamas. 

Israel, en clave electoral  

Voces críticas desde Palestina y algunas pocas desde Israel, en cambio, propusieron otra interpretación a los bombardeos de los últimos días. "Sospecho mucho que tienen que ver con las elecciones. Cualquier primer ministro necesita demostrar (que es duro), especialmente si viene de la centro-izquierda en Israel. Y tenemos un nuevo primer ministro y quiere mostrar que es un macho como todos los anteriores primeros ministros", aseguró el analista y columnista del diario israelí Haaretz, Gideon Levy, en una entrevista con la cadena Al Jazeera.

El próximo primero de noviembre los israelíes volverán a las urnas -una cita que se repite con mucha frecuencia en el inestable escenario político desde 2019- para renovar el parlamento y, con él, definir qué partido tendrá la mayoría o conseguirá formar una coalición lo suficientemente amplia para garantizarse la mayoría legislativa y convertirse en Gobierno. El país es famoso por su congreso atomizado que obliga a formar alianzas y, en momentos de falta de liderazgos fuertes, como ahora, por su alta volatilidad

Los 12 años de mandato del dirigente conservador y nacionalista Benjamin Netanyahu fueron la excepción más que la regla y dieron paso el año pasado a un Gobierno sostenido por una heterogénea coalición que va desde la derecha religiosa hasta un partido palestino. Como era de esperarse, la coalición compuesta por ocho fuerzas no logró ponerse de acuerdo sobre leyes centrales y a principio de enero la parálisis terminó en la disolución del parlamento y la llamada a nuevas elecciones.

Netanyahu, quien boicoteó al Gobierno desde el principio, vio su oportunidad de volver al poder y ahora Lapid, un ex conductor de televisión que lidera el partido centrista Yesh Atid que perdió en el camino a su principal socio Naftali Bennet (el dirigente de la derecha nacionalista religiosa ni siquiera se presentará como candidato en noviembre), está intentando demostrar su liderazgo como el premier interino todo este año

Violencia y elecciones, otro ciclo que se repite

Levy no es el único que vinculó los bombardeos de los últimos días que mataron a 41 palestinos con las elecciones de noviembre en Israel. Desde Palestina, varias voces críticas acusaron al Gobierno de Lapid de actuar electoralmente. 

"Gaza está traumatizada. Aún no se recuperó. Hamas y la Yihad se estaban esforzando en mantener la calma y darle a la gente una chance de respirar. Nadie estaba buscando una escalada, excepto Lapid," denunció Nour Odeh, una ex vocera de la Autoridad Nacional Palestina, el Gobierno que reconoce la comunidad internacional, que tiene su sede en Ramallah, Cisjordania, y que hace años intenta sin éxito una reconciliación con Hamas, la fuerza islamista cuya victoria electoral en 2006 quebró la hegemonía del histórico partido de Yasser Arafat, Al Fatah, y desató una guerra intestina entre la dirigencia palestina. 

"Esta es una competencia para mostrar quién es más poderoso. Lapid quiere probar que tiene lo que se necesita, pese a no tener un pasado militar", agregó la ex vocera palestina, haciendo referencia a una característica que durante décadas definió a la mayoría de la dirigencia israelí y que aún sigue definiendo a una parte importante de la sociedad de ese país: su paso por las fuerzas armadas.

Un repaso por las elecciones de las últimas dos décadas revela que estos contextos electorales -tanto la previa de los comicios como el momento posterior cuando las fuerzas negocian coaliciones para formar Gobierno- suelen estar marcados por escaladas de la violencia en el conflicto israelí-palestino.

Por ejemplo, en septiembre del 2000 el entonces líder de la oposición y personificación de las posiciones más duras frente al conflicto, Ariel Sharon, visitó el lugar más sagrado para los musulmanes en la Ciudad Vieja de Jerusalén, una provocación que hoy los libros de Historia destacan como la chispa que inició la Segunda Intifada, un levantamiento popular palestino que terminó con miles de muertos, una ola de atentados contra civiles, una feroz represión israelí y un endurecimiento de la ocupación militar en los territorios palestinos. También, sostienen algunos, terminó en febrero de 2001 con una rotunda victoria de Sharon

Las elecciones de marzo de 2006 también estuvieron marcadas por la retirada del año anterior de las colonias y todos los colonos israelíes de la Franja de Gaza, la medida unilateral que más sacudió el status quo del conflicto desde el proceso de paz fallido de los años '90. La había impulsado Sharon como primer ministro y entonces líder del partido Likud, pero su decisión abrió una interna dentro del oficialismo y el sector más duro, encabezado por Netanyahu se impuso. Sharon entonces fundó una nueva fuerza, Kadima, que terminó ganando los comicios. El Likud, en cambio, obtuvo la menor cantidad de bancas de su historia. 

Luego de esto, casi todas las siguientes elecciones estuvieron marcadas por un contexto previo o posterior -más o menos inmediatos- de intensificación de la violencia. A los comicios de marzo de 2015 le antecedió la ofensiva militar más sangrienta que haya lanzado el ejército israelí contra la Franja de Gaza; y a las elecciones de septiembre de 2019, una nueva guerra entre Israel y Hamas que duró cuatro días y concluyó con decenas de fallecidos. Apenas un mes antes, los israelíes habían votado, pero como ninguna fuerza logró la mayoría ni formar una coalición lo suficientemente amplia, volvieron a las urnas en septiembre. 

Finalmente, luego de la última elección general, en marzo de 2021, cuando se veía que Netanyahu podía perder el poder en medio de sus juicios por corrupción y Bennett y Lapid buscaban sellar una coalición que los convirtiera en Gobierno, Israel lanzó una nueva ofensiva masiva contra Gaza que duró 11 días. Había estado precedida por una ola de protestas en Jerusalén y las principales ciudades con un porcentaje grande de población palestina en Israel, y con una feroz represión por parte de las fuerzas israelíes.

Como suele ocurrir, Gobierno y oposición apoyaron la ofensiva, aún en un contexto electoral. Recién cuando se acordó un alto el fuego, Bennett utilizó el tema para criticar al Gobierno:  "El Gobierno no debería terminar este round en la Franja de Gaza hasta que Hamas haya pagado un alto precio". Según cálculos de la ONU, alrededor de 260 palestinos ya habían muerto por el accionar del ejército israelí durante mayo de 2021, entre ellos 129 civiles, de los cuales 66 eran menores de edad.