El cirujano y ex ministro de Salud, Masud Pezeshkian, es el nuevo presidente Irán. La decisión sobre quién va a gobernar los próximos cuatro años el país es fundamental no sólo para la ciudadanía iraní sino para el mundo entero.
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Las razones son varias. Irán es un país rico en petróleo; es uno de los nuevos miembros del BRICS ampliado (espacio en el que Estados Unidos no tiene ningún poder); tiene una ubicación geoestratégica clave; está muy involucrado en la situación de Oriente Medio (sobre todo con la ocupación y genocidio israelí en la Franja de Gaza), y tiene un gran peso en la reconfiguración multipolar que ya está en marcha en el mundo.
La propuesta política del presidente electo, Masud Pezeshkian, llamada “reformista”, apunta a reactivar el diálogo con EEUU, país que hace más de cuatro décadas tiene sofocado a Irán con duras sanciones económicas. Sin duda el plan de este nuevo gobierno que comenzará en agosto implica un delicadísimo equilibro entre llevar adelante la prometida apertura sin vulnerar la soberanía nacional, ni traicionar las líneas de la Revolución Islámica.
Pezeshkian fue elegido democráticamente el 5 de julio, en segunda vuelta electoral, por el 53,6% de los iraníes. Su contrincante, el doctor en Ciencias Políticas, Said Jalili, político más apegado a los lineamientos de la Revolución Islámica, obtuvo el 44,3%. De las más de 60 millones de personas habilitadas, votó el 49,9% un aumento importante respecto del 39,9% de la primera vuelta del pasado 28 de junio, una participación muy por debajo de las que suele haber en los comicios en Irán.
Estas elecciones presidenciales fueron inesperadas. Estaban programadas para el 2025 pero el fallecimiento del ex presiente Ebrahim Raisi en un accidente aéreo, el pasado 19 de mayo, obligó a convocar a nuevos comicios en un plazo de 50 días, según marca la Constitución iraní.
Pezeshkian será el noveno presidente desde la Revolución de 1979, cuando se constituyó la República Islámica de Irán -antes era una monarquía- y el tercero de la línea reformista. Los anteriores fueron Mohamed Jatamí (1997-2005) y Hasan Rohaní (2013-2021).
Como en cualquier país con elecciones libres y democráticas, en Irán hay alternancia en el poder. El gobierno del fallecido Raisi, de la tendencia opositora a Pezeshkian, defendía la propuesta de marchar hacia un orden multipolar; mostró menos atención a las presiones de Washington y una mayor apertura al polo euroasiático. Durante su mandato se produjo un hecho histórico: la reanudación de relaciones con un viejo rival, Arabia Saudita, gracias a los buenos oficios de China.
Hoy Irán es parte de tres grupos multilaterales clave: el mencionado BRICS plus; la Unión Euroasiática Económica y la Organización de Cooperación de Shangai, entidad que acaba de tener una importantísima cumbre en Kazajistán donde se selló una mayor profundización comercial e integración entre los países asiáticos.
La nueva política exterior
En su primer discurso como presidente electo en la televisión estatal, Pezeshkian se mostró proclive a la unidad y a la conciliación internas. “Daremos la mano de amistad a todos. Todos son de este país. Debemos utilizar a todos para el progreso. Son nuestros hermanos”.
En este mensaje, no hizo referencia a cuál será su política exterior, pero nombró como futuro canciller a Javad Zarif, un hombre educado en los Estados Unidos y con una amplia experiencia en al campo diplomático. Zarif emigró a EEUU en 1976 (antes de la revolución). Estudió relaciones internacionales en las universidades de California (maestría) y Denver (doctorado). Fue canciller en el gobierno reformista de Rohaní y embajador en la ONU durante la gestión de Jatamí.
De todas formas, Pezeshkian deberá seguir las directivas del líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Hoseiní Jameneí. En el sistema polìtico iraní el presidente tiene atribuciones sobre temas nacionales y el líder supremo en las cuestiones internacionales y de seguridad. Aunque una de sus promesas de campaña del mandatario electo fue reactivar el manoseado acuerdo nuclear de Irán con las potencias occidentales, tanto en ese asunto como en el apoyo a los palestinos u otras cuestiones vinculadas a Oriente Próximo, dependerán, sobre todo, de las decisiones del ayatolá.
De hecho, Ali Jameneí, aconsejó a Pezeshkian continuar la línea de su antecesor: “Aconsejo el doctor Pezeshkian, el presidente electo, que confíe en dios misericordioso, fije sus miras en horizontes altos y claros, y continúe el camino del mártir Raisí, haciendo uso de las abundantes capacidades del país, especialmente de los jóvenes, revolucionarios y fieles recursos humanos”.
Masud Pezeshkian además de ser profesor del Corán estudió medicina y se especializó en cirugía cardíaca. Fue docente y tuvo altos cargos en la Universidad de Ciencia Médicas iraní. Años después, fue nombrado Ministro de Salud (2001-2005) por el presidente Jatamí.
La Casa Blanca, que ninguneó las elecciones iraníes augurando que “nada cambiará”, no aludió al resultado electoral. Al parecer, Joseph Biden se encuentra muy abocado a que no lo echen de la carrera electoral como candidato demócrata.
Sí, en cambio, hubo repercusiones por parte del presidente chino, Xi Jinping, del rey Salmán de Arabia Saudita -dos países importantes para Irán- y de aliados tradicionales como Rusia y Venezuela. Xi se declaró “dispuesto a trabajar con el nuevo presidente para conducir la asociación estratégica integral entre China e Irán en una dirección más profunda”. Según el presidente chino, en esta “compleja situación internacional”, la coordinación entre Beijing y Teherán “contribuye positivamente a la estabilidad regional y mundial. Siempre se han apoyado mutuamente, han trabajado juntos y han consolidado continuamente la confianza estratégica mutua".