Esta era la semana que se esperaba que las negociaciones de paz finalmente ofrezcan resultados concretos luego de los avances reconocidos por Ucrania y Rusia la semana pasada. Sin embargo, las imágenes de decenas de cadáveres tirados, algunos maniatados, en las calles y de fosas comunes con cientos de cuerpos de civiles en Bucha, una de las localidades cercanas de Kiev que habían sido tomadas por las fuerzas rusas y de las que se retiraron, volvieron a recalentar la guerra en todos sus frentes: las acusaciones del gobierno ucraniano, el repudio y la amenaza de más sanciones de las potencias occidentales contra Moscú, y las denuncias del Kremlin de una campaña internacional de mentiras en su contra. En este nuevo contexto parece muy difícil que alguna de las partes quiera volver a sentarse a hablar, al menos en lo inmediato.
Desde el comienzo de la invasión rusa, las autoridades ucranianas y sus aliados occidentales denunciaron un sinfín de violaciones a los derechos humanos por parte de las fuerzas extranjeras, especialmente en las ciudades y pueblos asediados en donde la prensa internacional no llegaba a entrar y todo quedaba en un cruce de acusaciones entre el gobierno de Volodimir Zelensky y el de su par ruso, Vladimir Putin. Pasó primero en Jarkov, en el este del país, y luego en Mariupol, en sureste. Las fuerzas recuperaron el control de la primera ciudad y encontraron una destrucción masiva, pero no una masacre como muchos temían; la segunda urbe portuaria sigue bloqueada, bajo ataque y la Cruz Roja Internacional denunció este lunes que sigue sin poder entrar para ayudar a evacuar a los cientos de miles de civiles que quedan adentro en condiciones cada vez más precarias.
Pero el gran shock humanitario, el que podría marcar un antes y después en esta guerra, no vino del golpeado este y sur del país, donde se concentra la invasión rusa, sino en la periferia de Kiev, hasta donde llegaron las fuerzas rusas en su avance para bloquear y asediar la capital. De hecho, uno de los logros de las negociaciones de paz de la semana pasada fue justamente que Moscú anunció que se retiraba de esas zona del norte de Ucrania. Y lo cumplió.
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Fue tras la retirada de una de las localidades de esta zona periférica de la capital, Bucha, que la prensa internacional logró ingresar y se encontró con imágenes que aún shockean a gran parte del mundo. Rusia sostiene que abandonó la zona el miércoles 30 de marzo y los periodistas internacionales ingresaron el sábado 2 de abril. El argumento de Moscú es que "los llamados crímenes de Bucha recién aparecieron al cuarto día (que ellos se retiraron) y cuando el servicio de seguridad de Ucrania y miembros de los medios ucranianos llegaron".
El gobierno ruso, que dio a entender que se trataría de una puesta en escena montada por las autoridades o las fuerzas ucranianas en la ventana de tres días entre su retirada y la llegada de la prensa internacional, denunció esta semana que el presunto "montaje" busca "disrumpir" el diálogo de paz.
El problema con este argumento es que las fotos no fueron publicadas por "el régimen de Kiev", como sostiene Rusia, sino por un amplio abanico de periodistas extranjeros que están cubriendo la guerra, algo que cada vez se ve menos en los conflictos armados más sangrientos de la actualidad, como Siria, Yemen y Libia. Por ejemplo, el fotoperiodista español Santiago Palacios hizo un relato para la revista 5W sobre lo que vio en bucha y en un caso un habitante de la localidad le dijo que un cuarto de los muertos que estaban tirados en la calle habían fallecido el 26 de marzo.
El presidente ucraniano, Zelensky, visitó este lunes Bucha y con lágrimas en los ojos denunció "crímenes de guerra", incluso "un genocidio", una palabra que que Putin también ha utilizado para justificar su invasión hace poco más de un mes al referirse a las violaciones a los derechos humanos cometidos por el Ejército ucraniano en la guerra separatista que pelea en el este del país hace ocho años con milicias de habla rusa, que antes de la invasión fueron reconocidas por Rusia como líderes de Estados independientes.
"Ustedes ven lo que pasa cada día cuando nuestros combatientes entran y recuperan territorios", declaró Zelenski a la prensa vestido con chaleco antibalas y acompañado de militares ucranianos. "Son crímenes de guerra y serán reconocidos como genocidio", agregó.
Además de las imágenes de cadáveres tirados en las calles, algunos maniatados, la fiscal general ucraniana, Irina Venediktova, informó que el grueso de las víctimas civiles encontrados estaban en fosas comunes. En total, dijo, hallaron 410 cuerpos y anunció que están recolectando evidencia para llevar ante la Corte Penal Internacional, el tribunal que juzga a individuos, no Estados.
Rusia se quedó sin reunión del Consejo de Seguridad
El domingo, luego que las primeras imágenes de los muertos de Bucha desataron un fuerte repudio internacional, el gobierno ruso pidió una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU -el máximo órgano decisor de la institución- para discutir lo que en su visión era una "manipulación" de los "radicales ucranianos" para "disrumpir" el diálogo de paz, que había empezado a mostrar algunos frutos.
Reino Unido, el país que detenta la Presidencia pro témpore del consejo, rechazó la convocatoria rusa. Pese a ello, el canciller ruso, Sergei Lavrov, se reunió Martin Griffiths, secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios y coordinador del Socorro de Emergencia de las Naciones Unidas, y volvió a repetir el pedido: "Hemos solicitado una reunión urgente del Consejo de Seguridad (de la ONU) sobre el asunto en cuestión porque interpretamos esas provocaciones como una amenaza directa a la paz y la seguridad internacionales."
"El 30 de marzo los militares rusos abandonaron esta ciudad, el 31 de marzo el alcalde declaró solemnemente que todo estaba bien, y al cabo de dos días vimos esa escenificación callejera que están intentando explotar en contra de Rusia", argumentó el canciller para defender el renovado pedido de discutir lo que consideró como "ootro ataque con noticias falsas" en el Consejo de Seguridad.
El 1 de abril, el diario local Kyiv Independent publicó una proclama del alcalde de Bucha, Anatolli Fedoruk, en la que sostenía que "el 31 de marzo pasará a la historia del pueblo" como el día en que fue liberado de las fuerzas rusas y agradeció al Ejército ucraniano. Sin embargo, otro medio local, el Pradva ucraniano, agregó que la secretaria del Concejo Deliberante, Taras Shapravsky, y la número dos del órgano, Kateryna Ukraintseva, advirtieron ese mismo día que la localidad no había sido completamente liberada, que era peligroso volver y que aún podía haber minas e infiltrados.
Pedidos de una investigación y un juicio internacionales
La ONU volvió a pedir este lunes "una investigación independiente y eficaz". Luego de un primer reclamo del secretario general António Guterres, se sumó la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet: "Las informaciones que están saliendo de esta zona y de otras plantean preguntas graves y preocupantes sobre posibles crímenes de guerra e infracciones graves del derecho internacional humanitario así como atropellos graves a los derechos humanos".
Los aliados internacionales de Ucrania, por su parte, apoyan la idea de una investigación.
"Vamos a hacer todo lo posible porque quienes han perpetrado esos crímenes de guerra no queden impunes y puedan comparecer ante la Corte Penal Internacional para hacer frente a esos supuestos casos de lesa humanidad, de crímenes de guerra y por qué no decirlo también, de genocidio", aseguró el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, en un foro económico en Madrid, según la agencia de noticias Sputnik. No quiso responsabilizar a Rusia por la matanza, pero sí dijo: "La injustificada agresión por parte de Putin ha traído de nuevo la guerra a las puertas de la Unión Europea, el horror de las muertes, como estamos viendo a lo largo de estos últimos días en ciudades" ucranianas.
Las condenas se replicaron una tras otra en Europa, donde el jefe de la diplomacia de la Unión Europea (UE), Joseph Borrell, informó que se negocia a contra reloj para decidir nuevas sanciones contra Rusia por "las atrocidades informadas cometidas por las fuerzas armadas rusas en varias ciudades ucranianas, que ahora fueron liberadas". Nuevamente, una referencia velada a Bucha. El problema del bloque es que el último sector estratégico ruso para sancionar -como ya lo hicieron Estados Unidos y Reino Unido- es el energético y los países más dependientes del gas de la potencia vecina se niegan a autogenerarse una crisis política y económica.
Desde Estados Unidos, Joe Biden también pidió un "juicio por crímenes de guerra" y se declaró partidario de imponer más sanciones a Rusia e incluso a su presidente, Putin. "Tiene que rendir cuentas", sentenció en declaraciones a la prensa.