Cientificidio y censura anti ESI: el oscurantismo avanza 

Recortes en ciencia, eliminación de proyectos clave y censura de contenidos educativos profundizan la avanzada de un modelo que prioriza la ideología reaccionaria y los negocios privados sobre el desarrollo del conocimiento y los derechos humanos.

12 de enero, 2025 | 00.05

Como la dictadura genocida y sus bastones largos, o la sentencia a "lavar los platos" de Menem y Cavallo, Javier Milei aporta sus símbolos al patrón cientificida de los gobiernos reaccionarios: motosierra y negacionismo.

La resolución 10/2025, publicada en el Boletín Oficial, potenció las alarmas en el sistema científico. El decreto otorga a la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología, dirigida por camaleónico trader Darío Genua, la facultad de revisar los programas desarrollados bajo el extinto Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, redefinir sus objetivos y, si lo considera necesario, rescindirlos de modo unilateral.  

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La norma establece que solo se mantendrán los programas vinculados a sectores considerados “estratégicos” por el Plan Estratégico 2024-2025, como agroindustria, energía, minería, economía del conocimiento y salud. Los proyectos fuera de estas áreas quedarán a merced de criterios que, lejos de ser técnicos, responden a una lógica ideológica y discrecional.  

Jorge Aliaga, físico y miembro del directorio del Conicet, explicó a la periodista Nora Bär en El Destape que la resolución habilita la anulación de convenios que aún no han recibido fondos, los que tienen menos del 30% de ejecución y, en algunos casos, incluso aquellos con ejecuciones avanzadas. “El artículo 3 permite renegociar los convenios, extender plazos, modificar objetivos y hasta reducir montos. Esto es de una enorme arbitrariedad, sobre todo considerando que la Secretaría no tiene problemas de financiamiento: hay 70 mil millones de pesos sin ejecutar”, denunció Aliaga.  

Los programas afectados incluyen iniciativas clave como “Construir”, “Equipar” y los proyectos federales, esenciales para el desarrollo de infraestructura y equipamiento en laboratorios y universidades.  

Los primeros damnificados de esta política son los investigadores en ciencias sociales y humanas, cuyas disciplinas quedan relegadas por no ajustarse a los criterios de “estrategicidad”. Federaciones científicas como Fedun, Fesiduas y Fedlatci expresaron su repudio a una medida que, aseguran, compromete la estabilidad laboral y profesional de miles de trabajadores científicos.  

Para Daniel Feierstein, investigador del Conicet y docente universitario, la resolución profundiza la crisis de 2024, cuando la mayoría de los programas quedaron congelados y las transferencias de fondos comprometidas nunca se hicieron. “Lo preocupante no es solo que establecen nuevos criterios, sino que proponen ir hacia atrás, revisando programas ya evaluados y en ejecución. Es un retroceso sin precedentes”, señaló.  

Valeria Levi, vicedecana de Ciencias Exactas de la UBA, advirtió que la resolución busca legitimar decisiones ya tomadas en 2024, como la suspensión masiva de proyectos y el desfinanciamiento de la ciencia. “Este gobierno quiere terminar con la ciencia local. No es un problema económico, es ideológico”, enfatizó.

Entre las víctimas del desguace hay desarrollos relacionados con el cambio climático y el medio ambiente, dos tópicos que el presidente niega y/o desconoce como problemas, para regocijo de inversores interesados en explotar los codiciados recursos naturales de la Argentina.

Poder privado 

A esta ofensiva se suma la venta del paquete accionario de IMPSA, compañía estratégica rescatada por el Estado y que ahora queda en manos privadas. En sus hangares se encontraba a medio terminar el recipiente de presión del pequeño reactor nuclear argentino CAREM, un proyecto clave para el desarrollo de energía limpia. La decisión simboliza el abandono de cualquier proyecto soberano en ciencia y tecnología.  

Rodrigo Quiroga, bioinformático de la Universidad Nacional de Córdoba, destacó el desconocimiento del gobierno sobre cómo funciona la ciencia y su relación con la economía. “Pretenden demonizar a los científicos que no trabajan en temas que consideran estratégicos, pero eliminan proyectos que tienen impacto directo en la producción y la innovación. Esto no es un ajuste, es un cientificidio”, sentenció.

Vaciamiento a la ESI

La censura negacionista no se limita al ámbito científico. El gobierno también avanzó contra contenidos educativos relacionados con la Educación Sexual Integral (ESI). Entre ellos, la eliminación de la canción “Hay secretos” del grupo infantil Canticuénticos, que ayudó a niños a identificar situaciones de abuso.  

La canción, reconocida por su impacto, incluso fue utilizada por una jueza de Zapala en 2021 para facilitar que una niña pudiera relatar su caso de abuso. Ruth Hillar, compositora del tema, subrayó en una entrevista a El Destape: “Las canciones pueden tener un poder muy fuerte. Lo vimos cuando empezamos a recibir mensajes de docentes, trabajadores sociales y familias que encontraron en la canción una herramienta para hablar de lo que no podían”.  

La eliminación del contenido, junto a otros recursos como materiales de Paka Paka y videos sobre diversidad, grooming y prevención del VIH, fue justificada por la Secretaría de Educación bajo el argumento de combatir la “ideología de género”. Sin embargo, organismos internacionales como Unicef han señalado la importancia de estos contenidos para proteger a las infancias: en Argentina, el 59% de los niños ha experimentado prácticas violentas de crianza, y el 42% sufrió castigos físicos severos.

Según datos del Ministerio Público Tutelar, 3 de cada 10 niños que denunciaron abusos pudieron contarlo por primera vez después de una clase de ESI. La decisión oficial de desmantelar el programa -que también exhibió el gobierno de Jorge Macri en la Ciudad de Buenos Aires- implican un severo retroceso en los avances contra el abuso. Esta semana, sin ir más lejos, la medallista olímpica Eugenia Bosco denunció a su entrenador infantil de haberla sometido a abusos a los 12 años en el Yacht Club de Olivos.

El gobierno suele justificar el vaciamiento de políticas públicas con el mantra del ajuste fiscal. En esa línea de pensamiento, el conocimiento es arrojado a la leonera del endeudamiento -los acreedores exigen superávit fiscal como garantía de repago- y la “destrucción del Estado por dentro” -“el topo” Milei dixit- para sublimar negocios a medida del poder concentrado global. 

El oscurantismo avanza motosierra en mano. Pero puede fallar: cada recorte y cada censura son también un llamado a la resistencia. El intento de censura sobre “Hay secretos” multiplicó la reproducción de las canción y miles de docentes se comprometieron a incorporarla en sus clases. Lógico: el conocimiento, verdadero motor de la libertad de los pueblos, no se deja mutilar con facilidad.