El acelere brutal que Estados Unidos ha dado a la guerra en Ucrania en las últimas 48 horas pareciera estar motivado en los espantosos crímenes perpetrados en la localidad ucraniana de Bucha.
Eso es lo que proclaman los grandes medios de comunicación europeos y norteamericanos a pesar de que no está claro quiénes los cometieron ni se ve la intención de dilucidar la autoría. Las Naciones Unidas negaron a Rusia la posibilidad de mostrar sus argumentos de inocencia y no hay miras de que se envíe una delegación de forenses para conocer, al menos, si la matanza fue perpetrada cuando los rusos aún estaban en Bucha o después del 31 de marzo cuando ya se habían ido.
No obstante, hay dos hechos, ocurridos los últimos días, que fastidiaron profundamente a Washington y tal vez expliquen mejor esta nueva embestida norteamericana de la que enumero sólo algunos aspectos:
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- Envío de más armas a Ucrania por parte de la OTAN e incluso de EEUU – el presidente Biden anunció el despacho de misiles antitanques Javelin-
- Nuevas sanciones contra el presidente Vladimir Putin, otros dirigentes y sus familias. Represalias contra el rublo y contra Gazprom (Alemania tomó control temporal de la filial alemana del gigante ruso).
- Retiro de diplomáticos rusos de los países satélites (Italia, España, Francia, Alemania y otros)
- Expulsión de Rusia de la comisión de Derechos Humanos de la ONU (EEUU ha presionado fuertemente a los países subordinados para que votaran en ese sentido)
- Amenaza de la Casa Blanca de no asistir a las reuniones ministeriales del G 20 si Rusia (miembro legítimo de ese grupo) concurre.
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¿Cuáles fueron los dos hechos que perturbaron seriamente a Estados Unidos?
Primero el avance en las conversaciones de paz entre Rusia y Ucrania alcanzado el 29 de marzo en Turquía. Ucrania propuso adoptar un estatus neutral a cambio de garantías de seguridad y Rusia anunció la reducción de la actividad militar en los alrededores de Kiev y Chernihiv entre otras señales positivas. Este escenario evidentemente no era el esperado por Washington. Para decirlo con las palabras directas utilizadas por el diario chino Global Times “Si Kiev y Moscú se reconcilian, Estados Unidos no podrá hacer que Rusia se desangre hasta la última gota".
El segundo motivo tiene que ver con las medidas que Rusia, China, Arabia Saudita e India están adoptando y que, a mediano plazo, podrían terminar con la hegemonía del dólar como moneda global.
La decisión de Rusia de cobrar el gas exportado en rublos (en vigor desde el 1º de abril) no sólo fortaleció la moneda rusa y evitó el impacto de las sanciones económicas de Occidente, sino que coronó una serie de medidas- como el uso de plataformas alternativas al sistema interbancario SWIFT y el comercio bilateral en monedas nacionales entre Rusia y China o entre Rusia e India, por ejemplo-, que irían progresivamente desdolarizando el sistema internacional y, a la larga, podrían generar un nuevo tipo de orden en las relaciones comerciales y financieras.
La transición hegemónica del sistema mundial hacia un multipolarismo relativo se ha acelerado con la guerra en Ucrania. La arquitectura institucional que EEUU impuso a partir de 1945 cruje y un nuevo orden geopolítico y geoeconómico estaría en marcha. Desde la segunda mitad del siglo XX, todos los países (al ser el dólar la moneda de intercambio global) se vieron obligados a conseguir la divisa norteamericana para sus transacciones. EEUU supo construir ese privilegio de ser el único país que poseía un “bien” que todos quieren comprar y todos necesitaban. Esa fortaleza está tambaleando. El colapso de este sistema de funcionamiento de los últimos 50 años es la gran pesadilla de Estados Unidos.
El sitio ruso RT lo explica a través del analista Ronan Manly, de la agencia de metales preciosos de BullionStar (principal distribuidor de lingotes de oro de Singapur). El 28 de marzo pasado, Rusia estableció una paridad fija rublo/oro y su Banco Central se comprometió a comprar el metal, a las instituciones de crédito a un precio fijo de 5.000 rublos por gramo, hasta el próximo 30 de junio.
“Esta medida podría tener enormes implicaciones para la moneda nacional rusa, para el dólar estadounidense y para el conjunto de la economía global en el caso de que Moscú adopte la decisión de vender su gas y sus productos agrícolas en rublos con referencia al oro”, opinó Ronan Manly. "Lo que estamos viendo es el nacimiento de un nuevo sistema monetario multilateral respaldado por oro y materias primas. Países como China y las naciones exportadoras de petróleo ahora pueden sentir que es el momento de pasar a un nuevo sistema monetario más equitativo".
El propio Joe Biden, a su manera, admitió el verdadero objetivo de Estados Unidos en esta guerra: “Estamos en un punto de inflexión histórica. Va a haber un nuevo orden mundial y tenemos que liderarlo”.