Elecciones legislativas en Francia: Victoria sorpresa de la izquierda, en un país dividido en tres

El Nuevo Frente Popular dio la sorpresa en la segunda vuelta de las elecciones legislativas de Francia, quedando en primer lugar por delante de la coalición presidencial Ensemble y del RN de Marine Le Pen.

07 de julio, 2024 | 21.04

Una sensación de alegría y alivio se apoderó de las calles de Paris poco después de las 20:00 del domingo cuando los primeros boca de urna indicaban la victoria de la izquierda y la extrema derecha relegada al tercer lugar.

« On a gagné » (ganamos) es la frase que repetían las miles de personas auto convocadas en la Plaza de la República hasta pasada la medianoche para festejar y compartir el resultado de una de las campañas electorales más intensas de los últimos años. La capital francesa es el principal bastión contra la extrema derecha en el país.

Una de las palabras que mas resonó en los medios entre comentadores y protagonistas de la vida política francesa para calificar la situación de las últimas dos semanas fue  « historique ».

Ante un resultado adverso en las elecciones europeas del pasado 9 de junio, el presidente Emmanuel Macron había llamado a elecciones legislativas adelantadas con menos de un mes de antelación. Una campaña flash, y con el riesgo de que el Rassemblement National (RN) -partido de extrema derecha dirigido por la tres veces candidata presidencial Marine Le Pen- obtuviera por primera vez en la historia la mayoría de los escaños en la Asamblea Nacional -cámara baja del parlamento galo-, lo que le hubiera permitido formar gobierno.

La otra novedad fue el nacimiento a contrarreloj del Nuevo Frente Popular: Inspirados por el Frente Popular de 1936 (coalición que permitió la victoria de la izquierda en los años ’30 mientras el fascismo y el nazismo crecían en los países vecinos), los dirigentes de toda la izquierda francesa se unificaron en una alianza electoral amplia y sin precedentes: Desde los pequeños partidos trotskistas hasta la socialdemocracia, pasando por los ecologistas y La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon.

Los resultados de ayer alejan el riesgo inminente de un gobierno de extrema derecha, pero abren un escenario con incógnitas sobre la gobernabilidad del país a menos de tres semanas de la apertura de los Juegos Olímpicos. 

Un cordón sanitario debilitado pero resistente.

Puesto en duda en los últimos años, en vistas de la progresión electoral del RN, el llamado cordón sanitario que supone la unión de los partidos republicanos para bloquear el acceso al poder de la extrema derecha parece haber funcionado una vez más.

La primera vuelta de las elecciones legislativas del pasado 30 de junio (La Asamblea Nacional esta compuesta por 577 escaños y la elección es de dos vueltas siempre que el candidato a diputado en un distrito dado no supere el 50% de los votos) había dejado al partido de la extrema derecha y sus aliados a la cabeza con el 33% de los votos, seguido del Nuevo Frente Popular con 28%, y a la alianza de centro-derecha del presidente Emmanuel Macron en tercera posición con 20% de los votos.

Si bien esperados, los resultados de la primera vuelta dejaron a la política francesa en estado de estupefacción. Entonces Olivier Faure, líder del Partido Socialista, temía que « por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial la extrema derecha podría gobernar Francia ».

Dirigentes políticos de todo el arco republicano, incluyendo el Primer Ministro Gabriel Attal, llamaron a hacer barrera contra la extrema derecha. Por el lado politico, esto significó desistir candidatos que quedaron terceros para la segunda vuelta para fortalecer duelos mano a mano con los candidatos de Marine Le Pen. Esto permitió mancomunar los votos de los electores de izquierda y de centro-derecha republicana en muchos distritos donde el Rassemblement National había quedado primero en la primera vuelta, evitando así la elección de diputados de extrema derecha.

Por el lado de la sociedad civil francesa se promovió una fuerte movilización durante toda la semana llamando a votar contra Marine Le Pen y Jordan Bardella. Actores, músicos, periodistas, dirigentes sindicales, asociaciones y deportistas salieron a alertar sobre los riesgos de la extrema derecha en el poder. El caso mas notable sea, tal vez, el de jugadores de la selección francesa como Kylian Mbappé, Marcus Thuram o Ibrahima Konaté.

Es probable que el mismo Rassemblement National haya colaborado a amplificar este frente republicano por la falta de claridad en el programa económico, y por la impostura de varios de sus candidatos: Fotografías con sombreros nazis, comentarios antisemitas, twits racistas y polémicas en torno al rechazo de la doble nacionalidad (que atañe a más de 3 millones de franceses).

En todo caso, una vez más desde las elecciones presidenciales de 2002 en las que el RN (entonces llamado Front National) alcanzó por primera vez el ballotage, los electores franceses de distintas afinidades políticas votaron activamente en contra del partido de extrema derecha.

El NFP a la cabeza en una Asamblea Nacional de tres bloques

Los resultados parciales al cierre de este artículo muestran una Asamblea Nacional dividida en tres grandes bloques: El Nuevo Frente Popular con 182 escaños, la agrupación centrista Ensemble que se referencia en el presidente Emmanuel Macron con 168, y el Rassemblement National con 143. Ninguno alcanza la mayoría absoluta de 289.

El Nuevo Frente Popular obtendría la primera minoría y debería tener la prioridad para formar gobierno ya que, según la tradición constitucional, el presidente nombra un primer ministro de la coalición más numerosa en la Asamblea.  Sin embargo, a diferencia de las otras democracias europeas, la cultura política francesa no está acostumbrada a generar grandes coaliciones de gobierno. Y un parlamento sin mayoría suele ser sinónimo de gobierno débil.

Una alianza del NFP con el macronismo que le permita al gobierno reposar sobra una mayoría absoluta fue descartada de plano por varios dirigentes de izquierda. La cohabitación -división de roles entre el primer ministro y el presidente- entre el NFP y el presidente Emmanuel Macron se anuncia difícil.

 

No es claro aún cómo podría funcionar un hipotético gobierno del NFP. A pesar de la proeza de haber soldado la unidad sobre un programa común, hay diferencias importantes y tensiones políticas entre los distintos componentes de la coalición. Algunas se evidenciaron incluso durante la campaña, y de momento no hay un criterio compartido sobre quién podría ocupar el puesto de primer ministro. Por ejemplo, la figura de Jean-Luc Mélenchon, líder de La Francia Insumisa (que es mayoritaria dentro de la coalición), es fuertemente rechazada por los socialistas, los ecologistas, e incluso fracciones internas de su partido.

Cualquiera sea la composición del futuro gobierno francés, en el escenario actual la amenaza de una moción de censura va a ser constante. Y, en caso de parálisis mutuo entre los tres grandes bloques en la Asamblea Nacional, no se descarta una nueva disolución a partir del año próximo.

Todos con la mira en 2027

Mientras que el primer ministro macronista Gabriel Attal anunció su renuncia la noche del domingo luego de conocidos los primeros resultados, el presidente Emmanuel Macron eligió el silencio. Un escueto comunicado oficial de la presidencia francesa afirma que el jefe de Estado espera la estructuración de la nueva Asamblea Nacional antes de tomar decisiones.

El presidente tiene la responsabilidad y la prerrogativa de nombrar al primer ministro, pero al cierre de este artículo no hay aún señales claras sobre cómo va a proceder Emmanuel Macron, ni sobre la conformación del futuro gobierno francés, que deberá de mínima gestionar los asuntos corrientes, con la urgencia puesta en la organización de los Juegos Olímpicos a fin de mes y la ley de finanzas públicas (presupuesto) en octubre. 

En todo caso, las negociaciones se sucederán en medio de una re-configuración política sin precedentes y un calendario electoral ajustado que podría disminuir los incentivos para la colaboración parlamentaria. En efecto, para muchos dirigentes (entre ellos Marine Le Pen) el visor está ya puesto en las elecciones presidenciales en 2027, a las que Emmanuel Macron no se puede presentar. 

De esta re-configuración política y de los resultados del próximo gobierno dependerá el techo de crecimiento de la extrema derecha. En palabras de François Ruffin, uno de los varios dirigentes del NFP presumidos para el puesto de primer ministro, « los electores nos dieron una última oportunidad. No podemos gobernar como Emmanuel Macron ».