El litio, la llave para el desarrollo de Latinoamérica

Argentina, Bolivia, Chile, México, Perú y Brasil poseen más de las dos terceras partes del mineral cuya demanda escala en el mundo como eslabón clave para la transición energética. De las decisiones que se adopten respecto a su industrialización dependerá que la riqueza permanezca o se diluya como en el pasado.

17 de julio, 2022 | 00.05

Latinoamérica guarda una de las llaves cruciales para su desarrollo futuro en su interior. Se trata del litio, un mineral cuya demanda crece en el mundo como eslabón clave para la transición energética cada vez más necesaria hacia una matriz sustentable. Tan solo Argentina, Bolivia, Chile, México, Perú y Brasil poseen más de las dos terceras partes de los yacimientos conocidos de este recurso en todo el planeta, lo que les confiere un peso geopolítico relativo. De las decisiones que se adopten respecto a integrarse o no en cadenas de valor para industrializar sus recursos naturales dependerá que la riqueza permanezca en esta tierra o se diluya como en el pasado.

El reciente paso del ex presidente Evo Morales por la Argentina puso el debate nuevamente en agenda. Hace tiempo que el líder boliviano reclama al resto de los gobiernos que sigan una estrategia en común frente al litio. “Occidente no quiere que nosotros le demos valor agregado a nuestros recursos naturales, solo nos quieren por nuestras materias primas”, comentó en su primera ponencia de la semana, en la Universidad Nacional de Rosario. “Si industrializamos el litio en manos del pueblo bajo la administración del Estado podemos ser potencia en el mundo en ese tema”, añadió, en línea con la visión de su país.

Si Luiz Inácio Lula da Silva vuelve a la presidencia en Brasil, todas las reservas conocidas de la región quedarían en 2023 bajo custodia de gobiernos con una similar mirada crítica sobre el neoliberalismo y el despojo de las riquezas naturales en el pasado. Eso podría abrir una puerta hacia una integración regional cuya profundidad, no obstante, se ve limitada por el marco que rige en cada país. A diferencia de Bolivia y México, donde el litio es propiedad del Estado nacional, en la Argentina los recursos naturales pertenecen a las provincias. Morales insiste en el camino de la nacionalización, pero allí radica una diferencia sustancial con las posibilidades y la forma cómo se puede pensar hoy el desarrollo de este recurso en la Argentina.

“El lito significa la posibilidad de una industrialización y desarrollo nacional a partir de su procesamiento. No es sólo una materia prima porque a partir de ahí se está delineando la transición energética mundial y, por lo tanto, tiene un peso relevante. De lograrse el desarrollo del litio en distintas mercancías, no sólo batería sino otro tipo de bienes con mayor valor agregado, puede ser una posibilidad para que los países de la región (principalmente Bolivia, Argentina, Chile, en menor medida México, Perú y Brasil) logren un desarrollo endógeno”, opinan Tamara Lajtman, doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires (UBA), y Aníbal García Fernández, maestro en Estudios Latinoamericanos por la UNAM, ante la consulta de El Destape.

 

Ambos pertenecen al equipo de investigación del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) que analiza el tema con minuciosidad y hasta publica informes regulares sobre la situación legal, económica y geopolítica del litio en la región. En el último panorama divulgado, correspondiente a febrero de este año, se detalla que sólo Bolivia y Chile cuentan con algunas normas específicas sobre dicho mineral mientras que en el resto de los países la normativa relacionada con el litio es de carácter general o se incluye dentro del mismo marco que otras explotaciones mineras, como ocurre en la Argentina.

Hoy, el grueso de los recursos mundiales de litio en el continente se concentra en el denominado “Triángulo” que conforman las geografías de Bolivia (21 millones de toneladas), Argentina (18,3 millones de toneladas) y Chile (9,6 millones de toneladas). De los tres, Chile es el que más ha avanzado en su extracción y exportación —ocupa el segundo lugar en el ranking con el 22%, entre Australia (48,8 %) y China (17,1 %)—, si bien los especialistas destacan que su pureza es menor a la que se presenta de este lado de la frontera. Bolivia, no obstante, es el que más interviene a lo largo de toda la cadena de su producción gracias a que tiene una empresa propia, Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB). México pretende seguir ese camino, aunque sus recursos son más reducidos hoy. Tanto Chile como la Argentina concesionan la explotación.

“Esto siempre tiene algunas cuestiones que no juegan a favor del desarrollo de la región y tiene que ver con la forma en la cual se está acaparando el litio por algunas empresas y la intención de formar monopolios y oligopolios en la cadena de valor del litio, en la que están empresas de países como China, Estados Unidos y algunas europeas, además de Australia. Por lo que no es un aspecto fácil de lograr”, destacan Lajtman y García Fernández. La otra dificultad es elaborar una estrategia en común para trocar la competencia en una alianza latinoamericana que permita forjar una cadena regional de valor y la transferencia de conocimientos a partir de una mayor inversión en ciencia, tecnología y patentes, añaden los investigadores.

 

Riqueza provincial

En la Argentina, el litio se cataloga como mineral de importancia económica estratégica, en acuerdo entre Nación y las provincias. Por la Constitución Nacional, los recursos naturales son propiedad de las provincias y este mineral no es la excepción. Así y todo, como en toda la actividad minera en general, no hay grieta política cuando se trata de articular entre gobernadores de distinto signo a través de la denominada Mesa de Litio —que formaron Catamarca, Jujuy y Salta— o con los representantes de los ministerios de Desarrollo Productivo, Ciencia, Tecnología e Innovación y Nación. En el fondo, todos persiguen lo mismo:  potenciar la riqueza mediante la formación de recursos humanos calificados, acceso a proveedores y misiones comerciales al exterior, generando las condiciones necesarias para aprovechar las oportunidades. El mismo consenso se advierte en las reuniones mensuales del Consejo Federal de Minería (Cofemin) en el que los responsables del área de cada provincia coordinan con la titular de Nación.

“Argentina tiene un gran potencial. Estamos en condiciones de multiplicar por seis nuestra capacidad productiva de litio en esta década. Y eso es un número muy significativo, presionado por la necesidad para la electromovilidad y las energías renovables, un panorama muy positivo para el país”, comenta a este medio Fernanda Ávila, secretaria de Minería de Nación. La ex ministra de Minería de Catamarca desembarcó en las oficinas con la gestión de Matías Kulfas y ha continuado trabajando la agenda en estrecha cooperación con Daniel Scioli desde su primer día, dispuesto a darle un nuevo envión al sector para lo que ya mantuvo reuniones con empresarios de China, uno de los países interesados en expandir sus inversiones en este campo.

En la actualidad, solo dos de los 18 proyectos mineros operativos en nuestro país extraen litio, en las provincias de Catamarca (Fénix) y Jujuy (Salar de Olaroz). Ambos se encuentran en proceso de ampliación. Existen, además, otras seis iniciativas en cartera, muy cerca de concretarse, entre los 95 proyectos mineros repartidos en todo el país en diversos estadios de producción, desde la exploración avanzada a la factibilidad. Por eso, desde el Ministerio de Desarrollo Productivo no dudan en reportar un boom de inversiones en torno al litio, con anuncios que se ubican en los 4 mil millones de dólares, lo que ampliará la capacidad productiva en el mediano plazo. Con el cobre, representan los minerales con mayor potencial extractivo en el sector de cara a los próximos años.

No solo eso: hay un rasgo llamativo en lo que refiere a las explotaciones de litio y tiene que ver con el carácter de su actividad, más semejante a la industria química que la metalífera, lo cual ha favorecido la incorporación de mujeres en un ramo en el que históricamente han predominado los hombres. De hecho, en términos porcentuales, las mujeres contabilizan apenas un 9 por ciento del empleo minero. Pero si se compara con 2017, ese parcial era, incluso, de dos puntos menos. Así y todo, a la hora de las remuneraciones, todavía las mujeres ganan un 10 por ciento menos que sus pares hombres.

“Hoy Argentina exporta carbonato de litio grado batería que requiere un proceso que es muy significativo porque exige un agregado de valor en territorio. Y tenemos un proyecto para producir hidróxido de litio para seguir avanzando en la cadena de valor local. Más allá de eso, sabemos que tenemos que seguir adelante en toda la cadena asociada al litio y es una política que se ha marcado fuertemente desde Nación y provincias, articulando e intercambiando buenas prácticas y tecnología para conseguir un desarrollo que permita sumar más agregado de valor hasta poder producir baterías en el país, a futuro”, subraya Ávila.


Dominios

Si en el pasado, el uso de este metal liviano se limitaba a la industria de los dispositivos electrónicos portátiles por su excelente capacidad para conducir calor y electricidad, su relevancia actual ha escalado, desde 2011, a un nivel similar al del petróleo por su potencial tecnológico para los sectores automovilístico y energético. Los últimos escenarios proyectados por la Agencia Internacional de Energía (AIE) hablan de 50 millones de vehículos eléctricos en el mundo para 2025 y casi el triple en 2030, si se cumplen las políticas de reconversión energética que los países asumieron como compromisos ambientales. No obstante, el organismo, reclama un cambio de mayor que llegue hasta el 30 por ciento del total de los automóviles fabricados, lo que significaría cerca de 220 millones de unidades. En uno u otro escenario, se multiplicaría la demanda de litio y sus productos en el mundo y, en consecuencia, también su valor. 

Acorde a los estudios de la CELAG, las empresas que lideran la producción mundial del litio son las chinas Jiangxi Gangfeng Lithium y Tianqi Lithium (operan en Chile y México, a través de SQM), las estadounidenses Albemarle (Chile) y FMC Corporation y la chilena Sociedad Química y Minera de Chile (SQM o Soquimich). Tianqi Lithium, por su parte, explota la mina más grande del mundo, Greenbushes, en Australia, junto a la norteamericana Albemarle. Allí no hay “guerra fría” que les impida asociarse. En Brasil operan Sigma, AMG, CBL; en Bolivia, TBA-Boacheng y ASI System y en Argentina lo hacen Jemse, Allkem Ltd, Toyota Tsusho y Livent.

En septiembre de 2021, las empresas mineras que representan más de la mitad de la producción global de litio se nuclearon en la Asociación Internacional del Litio. Cuatro de sus cinco miembros fundadores —SQM, Ganfeng Lithium, AMG Brasil y Orocobre— ya trabajan en Latinoamérica. El quinto es Pilbara Minerals, cuya actividad se concentra en Australia. Según las estimaciones de CELAG, para 2040 las exportaciones de litio alcanzarían los 530 mil millones de dólares anuales en los seis países con yacimientos de América Latina —Bolivia (210.719 millones), Argentina (193.477 millones), Chile (96.723 millones), México (17.071 millones), Perú (8.837 millones) y Brasil (4.464 millones)— y “la única forma que tiene la región para aprovechar adecuadamente esta ventaja económica es que negocie como bloque mediante la creación de una Organización Latinoamericana de Países Exportadores de Litio (OLPEL)”, que debería conformarse por fases.

“Sin embargo, la conformación de una organización, exige acuerdos, marcos legales, y toda la creación de una institucionalidad por parte de los Estados que permita que se conforme, así como la creación de empresas públicas. Bolivia y México tienen ya el control estatal del litio. En el caso de Argentina, implicaría revisar la legislación de las provincias para explorar esa posibilidad de una organización latinoamericana”, admiten Lajtman y García Fernández. Un punto que hoy no está en consideración a nivel del gobierno nacional ni de las provincias y difícilmente cambie.

“Más allá de los matices con otros países sobre cómo desarrollar la industria minera, hay una visión compartida con Chile y Bolivia respecto al objetivo central que es el desarrollo de la cadena de valor asociada y redoblar los esfuerzos para seguir avanzando en el agregado de valor en territorio —puntualiza Ávila—. Y en ese sentido venimos en una articulación muy virtuosa con otros países en la formación de recursos humanos, de proveedores calificados, en la transferencia de conocimiento sobre desarrollo tecnológico para el fortalecimiento de la industria. Creo que esto es lo más importante que podemos hacer con otros países: seguir desarrollando una minería cada vez más sustentable que genere trabajo y una mejor calidad de vida en las comunidades donde se inserta.”

Hace solo unas semanas, el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Daniel Filmus, visitó Bolivia para aceitar la cooperación en esta área. De hecho, una de las reuniones que mantuvo fue con el presidente ejecutivo de YLB, Carlos Humberto Ramos Mamani, con quienes ya se habían firmado acuerdos para cooperar en el desarrollo de la cadena de valor del litio este año. También se suscribieron entendimientos similares con Chile, durante la visita de Gabriel Boric a la Argentina, aunque se encuentran en una etapa más incipiente. Las oportunidades para un mejor desarrollo de la región yacen allí, en los salares. Solo demandan que prime la integración en Latinoamérica.