A un año de los atentados de Hamas, Israel se debate entre la política mesiánica y las protestas

La sociedad israelí sigue dividida entre el apoyo al gobierno de Netanyahu y los sectores nacionalistas y religiosos, y las protestas que priorizan los acuerdos de cese al fuego como única herramienta para liberar a los rehenes. Israel podrá ganar los frentes de guerras que fue profundizando, pero estos provocan transformaciones sociales cada vez más profundas dentro de su territorio.

07 de octubre, 2024 | 00.05

A un año de los atentados terroristas del 7 de octubre en manos de la milicia-partido palestino Hamas, la sociedad israelí fluctúa entre el apoyo a un cese al fuego en Gaza para la devolución de los rehenes y la ampliación de la guerra hacia nuevos frentes. Las divisiones en torno al primer ministro Benjamin Netanyahu y los miembros mesiánicos de su coalición siguen latentes en momentos en que estos solo ofrecen la guerra como alternativa y para quienes la solución de dos Estados no existe. Especialistas y familiares de víctimas alertaron a El Destape que el Gobierno está preocupado en su supervivencia y sobre un cambio en el ethos de los israelíes

Israel llega al primer aniversario del ataque de Hamas del 7 de octubre, que dejó casi 1.200 muertos y 250 secuestrados, con varios frentes de guerra abiertos, entre ellos el de la Franja de Gaza, donde aún hay alrededor de un centenar rehenes israelíes. “Están secuestrados en túneles hace un año, sin ver la luz del día, sin respirar aire puro, sin comer y beber como se debe, sin dormir. No sabemos si están esposados, si están amordazados. No me cabe en la cabeza que mis hijos y otros secuestrados estén hace un año en manos de una organización terrorista y en condiciones inhumanas. Las condiciones en las que volvieron los que pudieron salir, incluso los cuerpos que Israel rescató, habían bajado entre 20 y 25 kilos. La situación es insostenible”, dijo a El Destape Itzik Horn, argentino israelí de 71 años, padre de Lair y Eitan secuestrados por Hamas del kibutz Nir Oz.

Este proyecto lo hacemos colectivamente. Sostené a El Destape con un click acá. Sigamos haciendo historia.

SUSCRIBITE A EL DESTAPE

Señalamientos a Netanyahu

En Israel nadie parece dudar en responsabilizar en primer lugar a Hamas por los atentados. A la vez, una espada de Damocles sigue encima de “Bibi” por ser este la máxima autoridad en el momento de la peor falla de seguridad de la historia del país. El gobierno de Netanyahu, el sexto en su carrera desde que asumió en diciembre de 2022, estaba concentrado en el territorio palestino de Cisjordania, donde impulsó un incremento récord de las construcciones de asentamientos -allí hay hoy cerca de 478.000 colonos israelíes según la ONG israelí Peace Now- y donde el Ejército incluso custodió a colonos israelíes que realizaron un pogromo en la localidad palestina de Huwara.

Para el profesor emérito de la Universidad Ben Gurion de Israel Lev Grinberg, Netanyahu fue criticado desde el mismo 7 de octubre  por “haber abandonado el tema de Gaza y desprotegidos al sur” de Israel, pero el primer ministro “siempre acusa a los demás y en este caso acusaba al Ejército y decía ‘ellos no me dieron ninguna señal de que estábamos en peligro’”. De todos modos, la rendición de cuentas del líder del partido Likud quedó suspendida desde la incursión en el enclave palestino, que ya dejó casi 42.000 muertos y casi 100 mil heridos, según el ministerio de Salud gazatí. 

“Él es responsable de lo que pasó. Esto fue la continuación de una política equivocada que implementó durante todos estos años, que fue fortalecer a Hamas para debilitar a la OLP (Organización para la Liberación de Palestina), permitió la entrada de los dineros de Qatar (a Gaza) que en principio era para ayudar a la población palestina y después resultó que fue para construir una red de túneles”, dijo Horn y comentó que, por eso, el padre de una de las últimas víctimas asesinadas en Gaza le dijo Netanyahu: “A mi hijo lo asesinaron en un túnel que vos ayudaste a construir”.

El sociólogo Grinberg estimó que “la sociedad fue cambiando. Los dos primeros meses todos se movilizaron para apoyar a la gente del sur del país que estaba desplazada y para apoyar el esfuerzo de los soldados, pero luego empezó la presión para liberar a los rehenes a través de un acuerdo de intercambio por prisioneros (palestinos). El primer (y único) intercambio fue en noviembre por unos 100 rehenes, más que nada chicos y mujeres”. En ese momento, las divisiones volvieron a sentirse. “Se vio que algunos no querían terminar la cosa y Netanyahu no quiso seguir con estos intercambios. Eso derivó en más protestas”, dijo a El Destape.

Allí es posible ubicar una segunda diferencia con Netanyahu que ya no es respecto a su rol el 7 de octubre, sino en lo que vino después. Según Grinberg, en las protestas hay dos elementos: las familias que están pidiendo un acuerdo de intercambio de rehenes y entre quienes hay todo tipo de posiciones políticas, incluso personas que apoyan al gobierno, y otro elemento -”que de vez en cuando van juntos y otras veces se disociaron”- que son los que estaban protestando desde antes de la guerra y que quieren sacar a Netanyahu

“Lo que veo es el principio del fascismo, porque se preparó a la población de tal manera que todo aquel que piense diferente al gobierno es un traidor. Hoy el peor insulto que te pueden hacer es decirte que sos de izquierda. Yo lo veo en gente que viene a insultarnos a la plaza de los Secuestrados (en Tel Aviv). Inadaptados hay en todas partes, pero esto es parte de una política que el gobierno está implementado durante años”, valoró Horn. Para Grinberg cuando se unen las protestas -las que piden la liberación de los rehenes con aquellas que van más allá y demandan la renuncia del primer ministro- Netanyahu supo dividir y “empezó a acusar a las familias de ser la oposición y a tratar de deslegitimarlos. Y hoy en día hay gente que está muy agresiva y contra cualquier un acuerdo”

La expansión de la guerra

Desde el inicio del conflicto con Hamas, la milicia-partido chiita libanesa Hezbollah incrementó el número de lanzamientos de cohetes a Israel en “solidaridad” con los palestinos. Estos cruces ya existían, pero desde el 7 de octubre de 2023 hasta agosto de 2024, los ataques cruzados se contaban en más de 14 mil (en su mayoría fueron desde Israel a Líbano según datos de los últimos tres informes de la ONU) y estos provocaron que cerca de 60 mil israelíes del norte del país fueran desplazados a distintos puntos del país. 

En septiembre, Netanyahu decidió redoblar su avanzada militar e ignorar una propuesta de firmar un cese al fuego con Hezbollah impulsada por Estados Unidos, Francia y naciones árabes. Así, Israel pasó de la operación Espadas de hierro en Gaza, a otra llamada Las flechas del Norte en el Líbano siendo la vía militar la única opción que ha hecho pública Netanyahu para la liberación de los rehenes y para los desplazados del norte. Y es que referentes del movimiento nacional colono –con ministros como el de Finanzas, Bezalel Smotrich, y el de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir– que sostienen su coalición, amenazaron con romper la alianza en caso de que el primer ministro pacte cualquier cese al fuego. 

“Los familiares venimos alertando que al abrir otro frente, toda la atención de la opinión pública estaría centrada en la ‘justa guerra’. No hay que confundirse, Hezbollah es una organización terrorista que decidió atacar a Israel el mismo 8 de octubre, pero lamentablemente se están olvidando de los secuestrados, cosa que no podemos permitir. Hay familiares de los rehenes, que son una minoría, que creen que más presión militar es lo que los va a traer de vuelta. Yo formo parte de la gran mayoría que piensa que la mayor presión militar lo único que trajo fueron a rehenes asesinados y soldados muertos. Muchos proponemos que haya un alto el fuego y una liberación inmediata de los rehenes en una sola etapa”, dijo Horn. En cuanto empezó el ataque al Líbano “se creó una euforia de que estábamos ganando las guerras”, dijo Grinberg y estimó que Netanyahu logró separar la demanda de los rehenes de la de los desplazados con su estrategia bélica porque si “se termina la guerra, el gobierno cae”, comentó. 

Por su parte, el profesor emérito en la Universidad Hebrea de Jerusalén Mario Sznajder, en diálogo con El Destape, matizó la euforia inicial frente a los ataques en el Líbano, que empezaron con las explosiones de bípers y walkie-talkies y que luego derivaron en una incursión tradicional al sur del país. “Sí hay porcentajes de apoyo más alto (a favor de esa incursión), pero eso se disuelven porque en esta operación ya están habiendo bajas -han muerto más de diez soldados- y eso funciona en el sentido contrario a la euforia post victoria parcial. Mucha gente comienza a tener dudas”, dijo y agregó que “Bibi” no quiere elecciones “porque sabe que va a perder poder y a quedar vulnerable frente a la Justicia, con las tres causas que tiene por corrupción. Y va a estar en la mira de la comisión de investigadora que se va a establecer por el 7 de octubre. Es el más responsable, porque es jefe directo del Mossad y el Shin Bet, las dos agencias de inteligencia, y del ministro de Defensa. No puede hacerse el distraído”, dijo Sznajder.

Si bien el oficialismo mejoró su imagen frente a la sociedad respecto al peor momento que atravesó en octubre pasado y ahora sigue reuniendo adhesiones mayoritarias, las encuestas advierten que si las elecciones fueran hoy, la coalición de Netanyahu con partidos nacionalistas religiosos no lograrían la mayoría, a pesar de que el Likud -principal partido de de la alianza- muestra un aumento en el número de bancas, según reseñó el diario Financial Times. Sin embargo, los comicios no parecen estar cerca. “Salvo que haya un voto de desconfianza, no veo que vaya a cambiar algo antes de que se celebren elecciones y eso va a ser recién a fines del año que viene. En todas las encuestas nadie supera a Netanyahu”, dijo Horn y comentó que Netanyahu ahora logró que se incorporará a su gobierno Gideon Saar, “con lo cual su coalición alcanza a 68 manos levantadas”.

“La agenda Netanyahu y especialmente los grupos religiosos nacionalistas -porque es la mezcla entre la religión y el nacionalismo lo que creó un momento mesiánico- es la de seguir la guerra. Se llegó a un éxtasis mesiánico con el ataque de Hamas porque ellos lo vieron como un momento de salvación, de ‘estamos trayendo al Mesías, porque ahora vamos a poder matar, desplazar, hacer lo que queremos’. Ese sentimiento llevó a muchos a tener esa posición de Netanyahu de ‘la victoria total’. Es la posición de la mayoría de su partido, no solo de los religiosos mesiánicos”, comentó Grinberg.

El ethos israelí ¿en cuestión?

Desde la creación del Estado de Israel existe cierto ethos -costumbre con cierta carga moral- respecto a que es una nación que nunca deja a ningún soldado o civil en un campo de batalla o en manos enemigas y que harán todo por recuperarlo (incluso muerto). Un episodio abonó aún más a eso que se repite como vox populi y que la liberación del soldado Guilad Schalit. Este estuvo secuestrado por Hamás desde 2006 hasta 2011, cuando fue intercambiado por un millar de palestinos que estaban detenidos en Israel.

Al consultar a Horn si algo de ese ethos se rompió con el actual rechazo de Netanyahu de priorizar la vida de los rehenes, estimó que “no cabe la menor duda” de que es así. “Shalit estuvo secuestrado cinco años y por su liberación acá soltaron a más de mil terroristas palestinos con sangre en las manos, entre ellos a (el actual máximo líder de Hamás, Yahya) Sinwar. Pero crecimos con la idea de que no dejamos a nadie herido en el campo de batalla. Pero si la prioridad número uno del gobierno hubiera sido liberar a los rehenes, esta nota no se había realizado”, dijo Horn. 

Por su parte, Sznajder dijo que “este pilar ético de Israel se tambalea porque mucha gente dice: ‘¿Cómo vamos a mandar a nuestros hijos a servir el servicio militar si no tenemos la certeza de que si los capturan el gobierno va a hacer todo lo posible para traerlos?’" "Es el tipo de duda que surge con los actuales rehenes”, agregó. Para el doctor en Ciencia Política, el caso de Schalit, “se convirtió en un precedente claro y que ha creado un problema de muy difícil resolución”.

Para Grinberg, ese “es uno de los temas principales”, porque queda claro que “a una parte importante de la sociedad no le importan los rehenes” con tal de “ganar la guerra”. También habló del temor a que los movimientos de guerra “lleven a que se rinda Hezbollah, e Irán, y que el país quede con un legado tremendo de que por la fuerza se puede hacer cualquier cosa. Y es más complicado cuando Estados Unidos y Europa apoyan esas agresiones israelíes como defensa propia. No creo que se pueda ‘ganar’ la guerra. En algún momento se va a llegar a una necesidad de cese de fuego y cuando llegue hay que empezar a pensar políticamente”, valoró. 

En suma, se podría ganar la guerra pero hay transformaciones que podrían ser más duraderas y aún no son tan claras de percibir. Según una encuesta publicada en las horas previas al 7 de octubre, el 61% de los israelíes no se siente seguro en el país y entre los residentes del norte de Israel, esa cifra es del 71%. El sondeo, realizado por la cadena informativa pública Kan News y el Instituto Kantar, también señaló que casi una cuarta parte de los israelíes evaluó la posibilidad de abandonar el país durante el último año en medio de la guerra en varios frentes.

Por su parte, Sznajder sostuvo que desde el 7 de octubre hay una mayor participación de las mujeres en los combates de las Fuerzas Armadas -en un país con servicio militar obligatorio, estas ya eran parte, pero no lo hacían ampliamente- y también se están registrando efectos en la economía israelí. “En Tel Aviv se ve que los cafés siguen estando llenos, pero hay un daño social y económico en el país. Y lo peor de todo, creo yo, es que hay un estado de tensión y tristeza combinadas que se está prolongando muchísimo tiempo y en el cual uno de los factores centrales es el problema de los rehenes”, comentó.