Japón, la tercera economía del mundo -debajo de China y por encima de Alemania-, acaba de perder a un político clave, el ex primer ministro Shinzo Abe, asesinado el 8 de julio por un ex militar, con un arma casera. En el actual escenario mundial Japón es tan importante para Estados Unidos que el presidente Joe Biden no sólo ordenó un viaje relámpago de su canciller Anthony Blinken a Tokio, sino que decretó que las banderas estadounidenses ondearan a media asta para rendir homenaje al dirigente desparecido.
Abe fue el político con más años en el poder y sus decisiones –siendo gobierno o actuando en las sombras- tuvieron peso hasta el último minuto de su vida. Su partido, el conservador Partido Liberal Democrático (PLD), también bate records de permanencia ya que gobernó el país casi ininterrumpidamente desde 1955. Para ello contó con la interesada ayuda del “amigo americano”.
El PDL y sus jerarcas fueron (y son) el reaseguro de que, en Japón, manda el poder estadounidense y que las políticas que Washington diseña para Asia, con el fin de mantenerse como única potencia global, van a ser acatadas. Según The New York Times (TNYT), esa prolongada permanencia y fidelidad de los conservadores japoneses en el gobierno se explica por la fuerte ayuda en dólares y en espionaje de la Casa Blanca.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
En su edición del 9 de octubre de 1994, un artículo de TNYT titulado “La CIA gastó millones para apoyar a la derecha japonesa en las décadas del 50 y 60” (CIA spent millions to support Japanese Right in ‘50 and ’60), basado en documentos desclasificados y entrevistas a funcionarios de ambos países, confirma la impresionante penetración de Estados Unidos en la política y economía niponas. Japón no sólo fue vencido en la Segunda Guerra Mundial por los aliados, sino que sufrió los ataques atómicos del Pentágono en Hiroshima y Nagasaki. La anuencia japonesa al control total de sus negociaciones comerciales y al dictado estadounidense no es novedad, pero hasta 1994 no había trascendido el auxilio clandestino de Washington al PLD para que se mantuviera en el gobierno.
Dice The New York Times: “La ayuda de la CIA a los conservadores japoneses se parecía a otras operaciones de la guerra fría, como el apoyo encubierto a los demócratas cristianos de Italia. Pero permaneció en secreto, en parte porque tuvo éxito. El PLD mantuvo su gobierno de partido único (…) y combatió la oposición de la sociedad japonesa al mantenimiento de bases militares de Estados Unidos en todo Japón.”
¿Quién era Shinzo Abe? Desde la perspectiva interna, sus objetivos centrales fueron dos: el económico y el constitucional-militar. Como premier implementó las "Abenomics", medidas que buscaban sacar a Japón de la deflación, recuperar la confianza del devaluado yen y reimpulsar la industria afectada por la enorme competitividad de su vecino chino.
El otro objetivo que dejó Abe como legado fue la enmienda de la Constitución (redactada por Estados Unidos en 1945), sobre todo en lo vinculado a las restricciones militares. El 56% de los japoneses apoyan el cambio. Como Alemania, Japón es uno de los países que aún tiene, en su territorio, más bases militares del Pentágono. Desde hace años, con altos costos y poco éxito, Tokio trata de librarse de ellas y sueña con tener fuerzas defensivas propias. En 2009, una de las pocas veces que el partido socialdemócrata (opositor al PLD) gobernó Japón, prometió cerrar la base norteamericana en Okinawa. Sin demora, el entonces presidente Barack Obama les recordó que la permanencia militar del Pentágono no es negociable. La consecuencia fue inevitable: el premier socialdemócrata, Yukio Hatoyama, tuvo que renunciar y llamar a lecciones. Shinzo Abe fue elegido entonces por segunda y el PLD volvió a gobernar.
En el actual contexto de inestabilidad del sistema global, de ascenso de China y de guerra en Europa, el fortalecimiento del vínculo Washington-Tokio es más que necesario para ambos. “La alianza EEUU-Japón siempre se mantendrá fuerte”, tuiteó Blinken cuando viajaba al velorio de Abe. En los días previos al asesinato, Washington había estado enviando claras señales del rol global y regional que deberá cumplir Tokio, sobre todo en relación a China y Taiwán.
Por primera vez, fueron invitados a la cumbre de la OTAN en Madrid cuatro países de Asia Pacífico: Australia, Japón, Nueva Zelanda y Corea del Sur. Todos mantuvieron reuniones donde se discutió una posible cooperación militar teniendo en cuenta el nuevo concepto estratégico de la Alianza Atlántica que caracteriza a China como “desafío”.
Australia y Japón, junto con India y Estados Unidos, forman parte del Diálogo Cuadrilateral de Seguridad (Quad), a menudo llamado la OTAN asiática, cuyo claro mandato es limitar las alianzas de China en la cuenca del Pacífico.
Antes de esta cumbre de la OTAN, Biden viajó a Japón para lanzar un nuevo modelo de cooperación regional denominado, por sus siglas en inglés, IPEF 13 (Marco Económico del Indo-Pacífico), con el fin de “crear un orden económico en la región”. Además de Estados Unidos y Japón integran este grupo: Australia, India, Vietnam, Corea del Sur, Indonesia, Filipinas, Malasia, Brunei, Nueva Zelanda, Singapur y Tailandia, todos tienen como primer socio comercial a China. En esa visita, Biden, junto al actual premier japonés, Fumio Kishida, aseguró que Estados Unidos está dispuesto a involucrarse militarmente para defender a Taiwán ante un supuesto ataque chino. Kishida fue aún más lejos al compararlo con la guerra en Ucrania. “Los intentos unilaterales de cambiar el statu quo por la fuerza, como en Ucrania, nunca deben tolerarse en el Indo-Pacífico, dijo en un obvio mensaje a China.
El ex premier Shinzo Abe fue asesinado dos días antes de los comicios legislativos del 10 de julio, mientras pronunciaba un discurso de campaña. A pesar del ataque, las elecciones se llevaron a cabo y el duelo funcionó en el electorado como multiplicador de votos. Los conservadores obtuvieron la mayoría absoluta en Legislativo, es decir, más de los dos tercios requeridos para iniciar una revisión de la Constitución “pacifista”. Al día siguiente de la victoria, el primer ministro Kishida dijo en una conferencia de prensa que su país mejorará sustancialmente sus fuerzas de defensa en cinco años, lo que despertó inmediatamente la alarma de sus vecinos asiáticos.
La muerte de Abe cambió definitivamente la política interna de Japón y el triunfo arrollador del PLD en las elecciones del domingo hace temer, en muchos países de la región, posibles cambios de Japón en el campo de la seguridad con el aval de Estados Unidos. Nuevas provocaciones y peligros de guerra se han encendido en el Pacífico.