La inesperada amenaza de Donald Trump de retomar el control del Canal de Panamá y su declaración expansionista de que Estados Unidos debería ser dueño de Groenlandia indican que el nuevo presidente de Estados Unidos llevará a cabo una política exterior libre de sutilezas diplomáticas.
Mientras Trump se prepara para asumir el cargo el 20 de enero, sus ayudantes le han estado preparando para hacer frente a dos crisis de política exterior: la guerra en Ucrania y los múltiples conflictos en Oriente Próximo, que el presidente electo ha prometido resolver rápidamente.
Sin embargo, el domingo Trump estuvo más centrado en lanzar amenazas contra aliados de Estados Unidos como Panamá y Dinamarca, que controla Groenlandia. En semanas anteriores, ha sido Canadá quien ha tenido que capear el "troleo" de Trump, que afirmó que la nación vecina debería convertirse en el 51º estado de Estados Unidos.
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Los defensores del enfoque de Trump afirman que no es más que un enérgico defensor de las políticas de "Estados Unidos primero". Eso significa defender con brusquedad los intereses de Estados Unidos —económicos o de otro tipo— cuando trata con amigos y despreciar en gran medida las consecuencias que puedan sufrir los aliados.
"La idea es que lo que es bueno para Estados Unidos es bueno para el resto del mundo", dijo Victoria Coates, una alta funcionaria de seguridad nacional durante el mandato de Trump de 2017 a 2021. "Así que él analiza con una mirada nítida cuáles son los intereses de Estados Unidos en cualquier situación".
En el caso de Panamá, Trump dijo que Estados Unidos debería reafirmar el control de la vital vía fluvial centroamericana porque Panamá estaba cobrando demasiado a los cargadores por usarla, una acusación que el presidente panameño negó vehementemente.
En un discurso ante una multitud de seguidores en Arizona, Trump también dijo que no dejaría que el canal cayera en las "manos equivocadas", advirtiendo de la posible influencia china en el paso.
Dos asesores de política exterior de Trump, que hablaron bajo condición de anonimato, argumentaron que el nuevo presidente de Estados Unidos estaba abordando una cuestión más amplia, que esperan que sea uno de los focos de su segundo mandato: la creciente influencia china sobre los Gobiernos y las economías de América Latina.
China no controla ni administra el canal, pero una filial de CK Hutchison Holdings, con sede en Hong Kong, gestiona desde hace tiempo dos puertos situados en las entradas del canal por el Caribe y el Pacífico.
"Se trata de influencia y presión. El segundo usuario del Canal de Panamá es China, que está tratando de frustrar su influencia en América Latina", dijo Tricia McLaughlin, asesora de Vivek Ramaswamy y elegida por Trump para copresidir una comisión de eficiencia gubernamental con el CEO de Tesla, Elon Musk.
Los detractores señalan que con esta estrategia podría alienar a aliados clave.
En algunos casos, la intimidación pública podría empujar a los amigos naturales a la órbita de grandes potencias competidoras, como China y Rusia, o hacerlos menos propensos a llegar a un acuerdo económico o centrado en la seguridad con Estados Unidos, según dichas voces.
Mayer Mizrachi Matalon, el alcalde conservador de Ciudad de Panamá que ha lucido una gorra de Trump con el lema "Make America Great Again" ("Hagamos a Estados Unidos grande de nuevo"), emitió el domingo una dura declaración. "No somos, ni seremos nunca, un estado 51", dijo.
John Bolton, asesor de seguridad nacional de Trump en su primer mandato y que desde entonces se ha vuelto contra el expresidente, dijo que hay debates legítimos sobre las primas que Panamá cobra por el paso por el canal, y también sobre la importancia estratégica de Groenlandia para Estados Unidos y la OTAN.
Sin embargo, según Bolton, Trump está poniendo en peligro la oportunidad de tener esos debates "porque no pudo mantener la boca cerrada".
Trump no fue reacio a reprender o amenazar a los aliados durante su primer mandato, especialmente a los miembros europeos de la OTAN, a los que Trump acusó de gastar demasiado poco en la defensa militar de la alianza.
Sin embargo, amenazar a aliados tan cercanos geográficamente como Canadá y Panamá semanas antes incluso de que asuma el cargo parece mostrar una mayor disposición a utilizar el poder de Estados Unidos como un instrumento contundente para extraer concesiones.
La Casa Blanca no quiso hacer comentarios. El equipo de transición de Trump no respondió a una solicitud de comentarios.
TRUMP AÚN QUIERE GROENLANDIA
El domingo, Trump también resucitó en un comunicado una idea que planteó durante su primer mandato: que Estados Unidos compre Groenlandia, que se ha convertido en un territorio estratégico cada vez más importante a medida que las rutas comerciales del Ártico se abren debido al cambio climático.
Algunos dirigentes involucrados en la transición o cercanos a Trump han debatido informalmente en las últimas semanas cómo sería una adquisición del territorio danés, dijeron tres de esas personas a Reuters.
Una opción potencial sería firmar con Groenlandia un Pacto de Libre Asociación, o COFA, en caso de que la isla se independizara totalmente de Dinamarca, algo que algunas encuestas han mostrado que los groenlandeses apoyan a largo plazo.
En virtud de un COFA, que Estados Unidos mantiene actualmente con tres Estados insulares del Pacífico, existe un grado extremadamente alto de integración económica entre Estados Unidos y el país extranjero en cuestión, aunque el país extranjero sigue siendo independiente.
Responsables daneses desairaron a Trump cuando expresó por primera vez su interés en adquirir la isla durante su mandato de 2017 a 2021, pero él nunca abandonó el interés en la idea, dijeron dos de los asesores de la transición.
En las últimas semanas, Trump también ha reflexionado sobre la posibilidad de convertir Canadá en un estado de Estados Unidos, una idea que tiene poca base en la realidad, según los expertos.
Sin embargo, hay un pensamiento estratégico detrás de las provocaciones de Trump, dijo Elliott Abrams, miembro del Consejo de Relaciones Exteriores.
Justin Trudeau, el atribulado primer ministro de Canadá, es impopular en su país y se enfrenta a crecientes peticiones de dimisión, señaló Abrams. Trump ha prometido imponer aranceles a las importaciones canadienses a menos que reduzca el flujo de inmigrantes y drogas hacia Estados Unidos.
"Trump está presionando a Trudeau, creo que es parte de una negociación sobre los aranceles", dijo Abrams. "Creo que en algún momento se verá lo mismo con México,"
McLaughlin, asesor de Ramaswamy, se mostró de acuerdo: "Es un mensaje a Trudeau de que usted y Canadá son el hermano pequeño, no muerdan la mano que les da de comer hasta que hayan pagado su parte justa en aranceles", dijo.
Con información de Reuters