Charlie Zaa: "Quiero dejar huella en el corazón de la juventud"

22 de febrero, 2024 | 13.57

(Por Javier Berro) De regreso en la industria musical, el cantante y compositor colombiano Charlie Zaa, figura del bolero desde finales de los '90, está listo para compartir su redención religiosa para "dar el mejor testimonio de vida que pueda dar" con nuevas canciones que dejen "huella en el corazón de la juventud".

Luego de reiteradas pausas que comenzaron a partir del 2009, tiempo en el que se dedicó a atender las secuelas del éxito y la fama repentina que atormentaron y pusieron en jaque sus proyectos, regresó a las novedades musicales el año pasado de la mano de "Historias de Amor", un compilado de sus mayores éxitos que incluía, además, una versión de "Se me perdió la cadenita" del grupo La Sonora Dinamita.

"Es una canción muy grande en Colombia y en Latinoamérica que incluí como un regalito especial para la gente; me gustó mucho interpretarla y grabarla para poder ofrecerla también en mis presentaciones. Porque de eso se trata: de poder venderle experiencias al público cada vez que tengan la oportunidad de estar cerca mío", señaló sobre este guiño dentro de una retrospectiva con la que vino a "celebrar" su "historia maravillosa" con la música.

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En los primeros días del 2024, retomó el sendero de sus creaciones con el single de "Bobo Apasionado", donde a puro ritmo de bachata vuelve a encender su romanticismo con una letra "pura y blanca" como prólogo de lo que será un nuevo disco de "canciones inéditas" escritas en su "mayoría" por su hijo Aaron David.

"Son cartas de amor espectaculares con las que pretendemos nuevamente alcanzar el corazón de la gente. En cuanto a géneros musicales, va a ser muy rico en colores. Hay tiempos de vals como en 'Si te vas', el primer sencillo; otra canción en piano y voz como 'No me puedes faltar' que hicimos para Navidad en homenaje a mi Señor; y ahorita esta nueva canción que a mi particularmente me vuelve loco porque habla perfectamente el lenguaje del amor, siendo blanca, ingenua y pura su letra", apuntó Zaa a Télam sobre los tres adelantos.

Es que frente a una industria que se ha ido "sexualizando demasiado" en el último tiempo, el artista oriundo de Girardot pretende "mostrarles el camino" a los nuevos artistas que "llegaron para quedarse", abierto al cruce generacional para alumbrar con "algo bonito que deje huella en el corazón de la juventud".

"Esta tarea no es una tarea solo de los artistas, también los medios de comunicación tienen la responsabilidad de dar a conocer este tipo de propuestas musicales que son buenas, blancas y hermosas y que llegan para trascender y quedarse", agregó.

Télam: ¿Es para vos igual cantarle al amor hoy que cuando lo hacías en tus comienzos y momentos de mayor explosión?

Charlie Zaa: Para mí el amor siempre va a prevalecer por encima de todo lo que esté pasando y yo trato de acomodarme. Hoy en día los jóvenes confunden el amor con el sexo, cuando el orden es al revés: primero tiene que haber amor para que haya sexo. Eso fue lo que a mí me enseñaron desde muy joven. Saber que todavía la gente tiene un gran amor por mi marca, me genera mucha más responsabilidad para llevar este mensaje de una manera especial y no sólo con palabras sino también con ejemplos. Es por eso mismo que puedo decir que mi matrimonio tiene 27 años felices junto a mi esposa. Ese es el mensaje que quiero enviarle a mi público, a la gente joven que está conociendo hoy la música de este servidor. Es una lectura que quiero que la juventud tenga sobre mi vida, primero como artista y después como persona.

T: ¿Cuánto tuvo que ver tu acercamiento a Dios y la religión con tu alejamiento de la industria musical? ¿Y cómo se vincula tu espiritualidad con tu presente artístico?

CZ: Durante ese tiempo, he estado tratando de darle prioridad a mi vida y, en el orden que yo logro entenderlo, eso es cuando tengo una relación y una comunión con mi Señor. Mi prioridad es Dios, en segundo lugar está mi familia y en el tercero mi carrera. Tratando siempre de ser un buen administrador de los tiempos, porque para Dios no hay límites. Más que una religión, se trata de que mis pensamientos y mis palabras sean coherentes con mi manera de proceder. Más que tratar de hablar de mi Señor, yo prefiero actuar por medio de mis acciones y darle a la gente el mejor testimonio de vida que pueda dar. Creo que esa es la mejor manera de decirle a la gente que hay un Dios bueno, que bendice, que perdona y que siempre está en la puerta para derramar misericordia sobre tu vida para que puedas vivir una vida feliz, chévere y tranquila.

T: ¿Esas ataduras que mencionas en tu caso llegaron por el éxito y la fama repentina que tuvo tu carrera a finales de los '90?

CZ: Sí, definitivamente, porque Dios obra a través de procesos y sucesos. Normalmente nosotros tenemos que atravesar un desierto para poder aprender y entender que los caminos de Dios son uno solo. El mundo te ofrece muchos, pero Dios tiene un solo sendero por el que tienes que caminar para llegar a la verdad que te hará libre. La mejor manera de conseguirlo es reconociendo y confesando tus pecados. Parte de ahí: en el momento que tú confiesas ya no tienes más ataduras. A mí me tocó aprenderlo prácticamente obligado después de pasar por un desierto terrible que me obligó a cerrarle las puertas a mi carrera. Le había perdido el amor a todo y atravesar ese desierto me tomó casi cinco años. Murieron muchas cosas en ese trayecto, desaparecieron muchas cosas pero al final logré ver la luz y la tierra prometida y entender cuál era el propósito de vida que Dios me había trazado. Era completamente diferente y ajeno al que yo estaba tratando de tomar.

T: ¿Qué terminó por encender el deseo del regreso? ¿Cuándo te diste cuenta que este era el mejor momento para volver?

CZ: Esa chispa tiene nombre y apellido: Janeth Hoyos, mi esposa. Fue ella la que me motivó para volver. La verdad es que después de haber pasado todo lo que pasé y viví, me empecé a sentir en una zona de confort tan divina y bacana que no quería saber nada más de escenarios y público. Yo creía que con lo que tenía era más que suficiente para terminar mis días, pero al final ella me recordó que estaba siendo egoísta con la gente que me quería y con las muchas vidas que había impactado con mi música. "Tienes que pensar en el público, en la gente que hace rato no te ve y pregunta por ti; deberías darte una oportunidad y también a ellos de que sepan por qué te alejaste y dar testimonio", me dijo. Es que no se trata solamente de atravesar el desierto y recibir este suceso que es la sanidad, sino también de dar testimonio de cómo y por qué fue. Le hice caso a mi esposa y comenzamos de cero con el regreso, creyendo plenamente en las promesas que Dios tiene para mí y disfrutando lo que yo sé que hay en el corazón de mi público. Hay muchos corazones tocados por lo que fue mi época más grande y eso tiene un valor que no se puede cuantificar y que por sí me genera mucha responsabilidad; y aquí estoy regresando para quedarme.

T: ¿Cómo es trabajar y componer con tu hijo?

CZ: Es maravilloso trabajar de la mano de Aaron David. Es una respuesta a una petición que le hice a mi Señor hace muchos años. Venía orando en secreto, hablando con Él para que me diera la oportunidad no solamente de ver el talento de mi hijo como cantante e intérprete sino también que fuera más allá de todo esto que yo he vivido. Y de un momento a otro, apareció mi muchacho a las diez de la noche con una canción divina. Le pregunté de dónde la había sacado y me respondió "papá, la acabo de componer yo". Un año y medio después de venir orando por esta oportunidad y de repente empecé a compartir con él que es un niño de 1,90 escribiendo de esa manera como si tuviera cincuenta años.

T: ¿Y cómo recordás tus comienzos y a ese niño que a los 12 años ya demostraba determinación como cantante en diversas agrupaciones de salsa?

CZ: Lo recuerdo como un soñador, como un niño que apostaba netamente al talento que Dios le había dado. Cuando somos niños nos entretenemos con la tapa de una botella y nos creamos un imaginario gigante. Yo, sin conocer a Dios, ya veía las cosas como si fueran posibles y me veía en lugares en donde jamás había caminado o conocido. Pude conseguirlo por el don que Dios me ha regalado; yo solo he sido su instrumento. Hoy en día, que sé que el propósito de mi vida no es mi carrera, quiero dar testimonio de lo que ha sido mi vida y contar todo lo que él puede ser en la vida de los que se atreven a creerle.

Con información de Télam