(Por Javier Berro) De vuelta en la escena y con un nuevo disco, el rapero Frijo presentará el próximo sábado las canciones de su obra homónima y repasará otros éxitos de su carrera en el porteño Teatro Vórterix, en una noche que promete una gran puesta en escena a la altura del regreso triunfal de una de las figuras argentinas de ese género que hoy sueña y trabaja para volverse mundial.
Luego de una breve pausa en la música, el artista de 25 años confirmó su regreso con los primeros adelantos de "Frijo", un segundo disco que trae 12 canciones y el aporte de otros músicos urbanos consagrados como Neo Pistea, Teoh, Aron Piper, Shifa, Big Apple, Oky, West Dubai, Sein, Omar Varela y Papi Trujillo.
En esta nueva incursión, que narra de principio a fin una historia de amor clandestino, Frijo aprovecha para dejar algunas respuestas sobre su saludable actualidad y su obstinación por la consagración internacional: ("Toy a punto de consagrarme worldwide. No me estreso como todos los demás. Y es difícil mantenerse en mi lugar", canta en '3 Likes' junto a Neo Pistea y Teoh, donde se burla de la "infame" lógica que se imponen en las redes sociales).
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
"La verdad es que nunca me sentí tan bien en mi vida, tanto en lo personal como con mi música. Creo que lo más importante de todo es que por fin soy feliz", señaló a Télam, el cantante Emanuel Matías Rodríguez, bautizado como Frijo desde sus épocas como freestyler, quien en su nueva obra incursiona en ritmos como el reggaetón.
"Cuando sea el momento voy a volver a tocar música con ese sello que me caracteriza para hablar de las cosas más crudas, pero ahora las quiero cantar desde otro lado. No quiero cantar más como el roto que está roto, quiero mostrar mi alma desnuda desde otro punto de vista", añadió.
Télam: ¿Fue importante este disco para cambiar el enfoque? ¿Sirvió como un agarre para mantenerte a flote después de un tiempo de dificultades?
Frijo: Súper, porque ya no estoy jugando. Estoy muy profesional y eso requiere mucho tiempo de trabajo. Ya no estoy pensando en hacer música "para no hacer otras cosas". Estoy muy enfocado; siento que la música me volvió a salvar. Y es muy loco, porque lo que antes me había destruido. Aún así nunca dejé de hacer música, debo tener como 400 temas inéditos. Eran cosas que hacía con los pibes como catarsis. Ese tiempo fue una locura, porque en los malos momentos la vida se ensañaba para mal. Pero cuando tomé la decisión de cambiar y de estar bien, se ensañó en ayudarme, y apareció una oportunidad para actuar en una serie en Uruguay ("Barrabrava"). Y eso hizo que estuviera cuatro meses allá, enfrentando mis miedos y frente a un montón de gente nueva. A las dos semanas de volver a Buenos Aires, ya tenía el disco terminado.
T: ¿Cuándo se despertó tu vocación por la música? ¿Fue cuando compusiste aquella canción a los ocho años o recién cuando te metiste de lleno en el mundo del freestyle?
F: Yo vengo de una familia clase baja, pero también disfuncional. Absorbí mucho eso de chico, aunque nunca me faltó el plato de comida. La etapa en la que viví en la calle fue por elección propia. Viví situaciones que no debería tener que vivir ningún niño. A los ocho años, mi padrastro que es como mi papá, y que va a tocar conmigo en Vorterix y es un pianista zarpado, tuvo un problema en uno de sus pulmones y nos tuvimos que ir de la contaminación de Buenos Aires. Teníamos que mudarnos pero no nos daba la plata. Un primo nos ayudó con la operación y pudimos llegar a Uruguay, donde trabajó como profesor de música. Me acuerdo que de chiquito siempre quise cantar, pero nos faltaba para comer y no podían pensar en mandarme a clases de canto. Siempre supe que quería hacer algo grande, veía una película de Disney y cuando terminaba me ponía a componer aunque no supiera cómo hacerlo. Después quedó tapado por las circunstancias de la vida, y pensaba que quizás no servía para la música hasta que vine a Buenos Aires de vuelta a los 14 años. Pero a los dos años, empecé a vivir en la calle. Me acuerdo de estar durmiendo con una manta frente al Hospital Zubizarreta, levantarme a la mañana y ver a la chica que me gustaba caminando por la calle, o a mi preceptora.
T: ¿Fue ahí cuando empezaste a ir a las competencias del freestyle?
F: Iba al Halabalusa pero perdía siempre, y estaba el Quinto Escalón pero todavía no lo conocía, porque recién llegaba de Uruguay y al tiempo estaba viviendo en la calle. No sabía ni dónde era. Llegué después de caminar y caminar. Me acuerdo que un día vino un competidor del Quinto que no voy a nombrar porque es conocido, y me clavó la mirada en la plaza. Yo venía de un año en la calle, de pelearme con una novia. Todo mal. Yo amaba el freestyle; un día fui y me anoté. Estaban el Duki y un par más. Competí y me destruyeron. En ese momento, alguien que yo admiraba me dijo: 'mirá, ¿ves a ese de allá? Se llama Laika y le ganó al MKS y al MKS vos no le vas a ganar nunca en tu vida'. Yo que no tenía nada, ni siquiera un cigarrillo, sentí un vacío en el pecho. Mientras lo miraba a los ojos, se me caían las lágrimas. Le respondí que un día iba a ganar el Quinto Escalón, iba a clasificar a una Red Bull y me consagraría como una leyenda. Desde ese día, empecé a buscar libros y discos de rap en inglés y español. De tanto escuchar y escuchar, a los pocos años ya había ganado el Quinto Escalón tres veces y estaba en una Red Bull Batalla de Gallos.
T: ¿Te volviste a cruzar con esa persona?
F: Sí, competí contra el chabón. Hace un año, cuando todavía estaba en mi etapa mala, me tocó enfrentarlo. Antes me ganaba siempre y yo, a punto de dejar la música, lo masacré. Después le dije 'te tuve bronca hasta hace un año y hasta te dediqué un posteo, pero hoy te entiendo, porque éramos chicos y capaz que te confundiste conmigo, y quiero que sepas que ya no te tengo bronca". Me terminó pidiendo perdón.
T: Y después vino el salto a la música y el reconocimiento que llegó muy rápido ¿Hoy que estás en otro lado, ya asentado como artista, cambió tu mirada sobre el mundo del freestyle?
F: Sí, después pasé por el underground. Tocaba y la gente cantaba mis canciones, ya pasaba algo. Y a los dos meses salió la "Session" con Bizarrap. Hay mil historias de cuando nosotros rapeábamos, podría estar hablando cuatro días seguidos. Me acuerdo de todas las competencias a las que fui. Que en algunas el premio era un vino, pero en realidad competíamos por el honor. Hoy los pibitos están más locos por hacerse famosos que por rapear bien sólo por el hambre de querer hacerlo, pero están todos pensando en clasificar a la FMS o en sacar un tema que la pegue.
T: ¿Seguís renegando de todas esas cosas que siempre cuestionaste de la industria de la música?
F: Por lo único que estoy en la industria es porque quiero destruirla. Quiero pegarme mundialmente en serio y, para lograrlo, necesito subir ciertos escalones. Cuando llegue el momento vendrá el cataclismo de Frijo; hay un montón de pensamientos que los voy a seguir teniendo. Personalmente creo que voy a lograr todo lo que me propongo porque estoy solo en este camino. No le pido favores a nadie. Soy consciente de que todo lo que me está por llegar, y cuando llegue voy a ser cien por ciento la persona que lo logró por sí mismo. Es otro tipo de respeto el que busco: eso lo sabe hasta la gente a la que no le caigo bien. Nadie puede decir de mí que me muevo por interés para pedir un "feat". Yo no quiero pauta de nadie. La música habla por sí sola. Tardaré más o menos, pero sé que voy a llegar.
T: ¿Cómo imaginás esa consagración internacional? ¿Sentado en la mesa con quiénes?
F: Me imagino que en cinco años voy a estar en Los Ángeles, en una mesa frente a un montón de ejecutivos pensando en cuántos millones van a comprar mi contrato por las cosas que hice. Y también que voy a estar cantando en los festivales más grandes del mundo, siendo feliz y mejorando para eso. Y me imagino un Grammy y un montón de alfombras rojas.
Con información de Télam