"Los retratos de Eugenia", o el poder del arte para transformar el dolor en memoria

28 de abril, 2023 | 14.25

“Retratos de Eugenia”, cuarto filme documental del realizador Juan Manuel Repetto, que ya puede verse todos los días a las 20.40 en el porteño Cine Gaumont, sigue los pasos de la artista visual Eugenia Bekeris en su camino de elaboración del duelo y el encuentro con su verdadero ser a través del lenguaje de su arte.

Durante décadas, Bekeris dedicó su obra a mantener viva la memoria del Holocausto como una manera de sumergirse en el horror que sufrió su linaje, para exorcizarlo mediante el arte. En el momento en que Repetto posa su mirada sobre ella, Eugenia está cambiando de tema y sus dibujos se adentran en la naturaleza.

“Conocí a Eugenia a partir de una muestra que realizó con el proyecto ‘Dibujos Urgentes’, donde junto a la artista Paula Doberti retratan a represores, víctimas y testigos durante los juicios que se llevan a cabo por crímenes cometidos durante la última dictadura cívico militar de la Argentina. Desde entonces me acerqué a su trabajo y conocí otros retratos que realizó a sobrevivientes del Holocausto que viven en nuestro país”, detalló Repetto a Télam, sobre su conexión inicial con la protagonista del documental.

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Para el cineasta, periodista y divulgador científico -también guionista y director de “Fausto también” (2016), “El panelista” (2019) y “Otra condena” (2022)- la película fue una oportunidad de “mostrar la búsqueda de Eugenia por mantener viva la memoria de ambos genocidios, desde el dibujo”, así como el “esfuerzo que ella había realizado por conocer el pasado de sus familiares asesinados en campos de concentración, y cómo ese pasado continuó afectando la vida de las siguientes generaciones hasta el presente, dificultando el diálogo sobre las cosas tan dolorosas que sucedieron décadas atrás”.

“Cuando decidimos realizar el documental, Eugenia atravesaba un momento de cambio en su carrera y en su vida. Después de dedicar su obra a una militancia, ahora quería retratar a la naturaleza, correrse por un momento de la lucha y dibujar las plantas de su jardín. Además, surgió la posibilidad de abrir un diálogo con su familia, para intentar sanear las heridas que dejó en sus relaciones ese pasado trágico”, recordó.

Télam: ¿Cómo trabajaste con Eugenia y sus interlocutores para conseguir que se soltaran a cámara?

Juan Manuel Repetto: Fue algo que logramos de a poco. Antes de comenzar a filmar, entrevisté a Eugenia decenas de veces durante un año. Primero tratamos de escribir su historia y la de su familia, los múltiples viajes que había realizado a Europa para encontrar información sobre sus abuelos y tíos asesinados en campos de concentración, y el modo en que logró hallar documentación sobre sus destinos y llevarla a los archivos del Museo del Holocausto de Israel, para darles sepultura.

Cuando prendimos la cámara por primera vez ya teníamos la experiencia de este trabajo realizado y la confianza para que ella pudiera expresarse con soltura e invitar a su familia a participar de la película. En este camino también se incorporó Julián, su hijo, que hasta ahora se había mantenido al margen del pasado familiar; Victoria, la hermana de Eugenia, quien tenía una visión diferente sobre los hechos; importantes referentes de la cultura, como Eduardo Stupía y José Martínez Suárez, e investigadoras del Museo del Holocausto de Buenos Aires, quienes aportan datos y reflexiones. Luego también se sumó Pablo, el sobrino de Eugenia, quien es músico y participó con sus composiciones en la banda sonora.

Fue un proceso de muchos años (filmamos desde 2017 hasta 2021). Para Eugenia y su familia, el rodaje también fue una oportunidad para dialogar, compartir y decirse cosas que antes no habían podido. A veces la cámara funciona como un elemento catártico, ayuda a que sucedan cosas que quizás no se pudieron expresar en otros momentos y lugares.

T: ¿Qué dice la historia de Eugenia sobre el poder catártico del arte?

JMR: Eugenia siempre sintió un impulso muy fuerte por buscar respuestas sobre el pasado trágico de su familia, y canalizó esa energía en diferentes direcciones. Por un lado viajó a Europa repetidas veces para buscar información sobre sus familiares asesinados durante el Holocausto, realizando una investigación personal, indagando en documentos de época y entrevistando a personas que podían estar vinculadas con su historia familiar. Por otro lado, también buscó respuestas desde el arte. Así se acercó a los sobrevivientes de la Shoá que vivían en Buenos Aires, así como a víctimas y testigos de otros genocidios, y realizó su obra más icónica, "El secreto", que exhibió en 1995 en el Centro Cultural Recoleta. Con estas obras recorrió nuevamente Europa, donde falleció su familia. Creo que a veces los documentos históricos o la información que se recaba en una investigación clásica no logran revelar los hechos en toda su dimensión, entonces es necesario probar otros caminos que puedan arrojar otras respuestas, que además de brindar datos precisos ayuden a reflexionar y a calmar el espíritu.

Con información de Télam