(Por Hernani Natale). Jimmy Page, fundador y cerebro de Led Zeppelin, una de las bandas de rock más grandes de todos los tiempos, y uno de los mejores guitarristas en la historia del género, cumple mañana, 9 de enero, 80 años de una vida marcada por la música y los mitos que lo señalan como un cultor de la magia negra y el oscurantismo, un misterio que rodeó toda su existencia.
El músico, que no escatimó en recursos a la hora de experimentar sonidos en su guitarra y creó algunos de los riff más icónicos del rock, también cargó sobre sus hombros con el estigma de ser señalado frecuentemente como un sagaz plagiador, una sombra proyectada por algunas acusaciones puntuales que corrieron distinta suerte.
Pero además, aunque su labor al frente de la legendaria banda a lo largo de toda la década del `70 bastan para que pueda ostentar las cucardas que le permiten ocupar un sitial fundamental en el olimpo del rock, Page también transcurrió esos años en medio de un festín de drogas y orgías que le pasaron factura a nivel artístico por el resto de su vida.
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Más allá de las leyendas en torno a sus prácticas oscurantistas y a su hedonista estilo de vida, no debería perderse de vista que Page creó un estilo para tocar la guitarra y una metodología sobre su tratamiento en estudio que inspiró a figuras como Eddie Van Halen, Joe Perry, Brian May, Slash y Ace Frehley, entre tantos. En el plano local, Luis Alberto Spinetta en los años de Pescado Rabioso y Gustavo Cerati aparecen como sus grandes seguidores, en el primero de los casos reflejado en el abordaje estilístico y, en el segundo, en el trabajo en el estudio.
James Patrick Page nació en Heston, Reino Unido, y desde pequeño evidenció una gran habilidad natural en las seis cuerdas, aunque también mostraba interés en la ciencia y soñaba convertirse en un investigador en la cura contra el cáncer, según él mismo expresó en un concurso musical del que participó en su pubertad, cuando el presentador le preguntó qué le gustaría ser cuando fuera grande. Toda una paradoja si se tiene en cuenta que el oscurantismo iba a caracterizarlo, tiempo después, en sus años de estrella de rock.
Era tal su talento para tocar la guitarra que en la primera mitad de los `60 consiguió trabajo como destacado sesionista que aportó sus servicios para auténticos monstruos de la escena como Los Rolling Stones, The Who, The Kinks, Van Morrison y Brenda Lee, entre otros. También forjó en aquellos años una inquebrantable amistad con otros colegas que iban a compartir con él los primeros puestos en todos los rankings de los guitarristas más grandes de la historia del rock: Eric Clapton y Jeff Beck.
Precisamente, su primera gran experiencia llegaría cuando reemplazó a Clapton y se convirtió en compañero de Beck en The Yardbirds, el gran semillero de guitarristas del rock británico. Su paso por el grupo quedó inmortalizado en la pantalla grande en una icónica escena de "Blow Up", el filme de 1966 de Michelangelo Antonioni basado en el cuento "Las babas del diablo", de Julio Cortázar.
La grabación de "Beck´s Bolero", disco solista de su amigo Jeff, compartida con el baterista Keith Moon y el bajista John Paul Jones -otro reputado sesionista como él-, le dieron la idea de conformar un súper grupo, el cual tomaría forma luego de varias idas y vueltas, y fallidos ofrecimientos, cuando sumó a su plan al cantante Robert Plant y al baterista John Bonham.
Tras varios meses presentándose como The New Yardbirds, el flamante combo conformado por Page, Plant, Jones y Bonham adoptó el nombre de Led Zeppelin y no iba a pasar mucho tiempo para que la prensa especializada comenzara a hablar del grupo como el sucesor de los extinguidos Beatles.
A lo largo de toda la década del `70, Page se erigió como uno de los guitarristas más influyentes a partir de su inigualable destreza; la creación de un estilo que combinaba los duros sonidos del hard rock con el blues, el folk y la música celta; y la sobregrabación de capas de guitarras en estudio con el uso de efectos como la reverberación. En tal sentido, no escatimó en recursos a la hora de la experimentar en búsqueda de nuevos timbres, como lo evidencia el uso de un arco de cello para atacar las cuerdas o el empleo del theremin.
Pero, como motor principal de la música que desplegaba esa perfecta maquinaria rockera que era Led Zeppelin, también se ganó la acusación por parte de detractores de ser un hábil plagiador por su hábito de realizar relecturas libres de patrones musicales reconocibles y algunos hechos puntuales parecieron dar sustento a esos señalamientos. Por ejemplo, como parte de un acuerdo extrajudicial, debió incluir al blusero Willie Dixon como coautor de "Whole Lotta Love", quien reclamó por el enorme parecido entre este clásico de Zeppelin y su tema "You Need Love".
Mayor impacto aún tuvo el largo juicio que debió afrontar por su mayor éxito "Stairway to Heaven" al que lo miembros del grupo californiano Spirit encontraban idéntico a su anterior tema "Taurus". La justicia falló a favor de Led Zeppelin, aunque el caso recién se cerró en 2020. "Ahí está el Big Ben, ahí está Piccadilly Circus, y ahí está Jimmy Page, uno de los mayores ladrones de la música negra estadounidense que jamás haya pisado la tierra", le hicieron decir los creadores de Los Simpson a Homero en un capítulo en el que la famosa familia animada viajaba a Londres, como reflejo de esta malafama que se ganó el músico.
Pero tan fuerte como este estigma resultó el halo oscurantista que Page construyó alrededor de su figura, sobre todo cuando se mudó a la mansión que había pertenecido al escritor Aleister Crowley, a orillas del escocés Lago Ness. Por supuesto que con su misterioso andar, el músico se encargó de dar rienda suelta a estas habladurías.
Las cosas pasaron a mayores cuando su coequiper Robert Plant sufrió un gravísimo accidente automovilístico en 1975 en el que casi pierde la vida y cuando, dos años más tarde, murió su pequeño hijo Karac por una repentina y extraña infección estomacal. Los malintencionados atribuyeron la suerte del cantante a los efectos colaterales de las prácticas oscurantistas del guitarrista. El gran golpe de gracia fue cuando en 1980 murió por una intoxicación de alcohol el baterista John Bonham, lo que decretó el final de Led Zeppelin.
Para esa época, Page también empezó a ver cómo se deterioraba su salud, pero en su caso como producto del abuso que hizo en toda la década de la cocaína y la heroína. Aunque logró sobrevivir a los excesos, la realidad es que fue a cambio de una marcada pérdida de habilidad de sus capacidades como guitarrista.
Luego del final de Led Zeppelin, Page formó un nuevo grupo llamado The Firm junto al cantante Paul Rodgers y aunque obtuvo cierto éxito, sus problemas con las drogas no le permitieron desarrollar todo el potencial que la banda tenía. También encaró un efímero nuevo proyecto con Robert Plant al que llamaron The Honeydrippers y del que quedó un disco como registro.
En la primera mitad de los `90, conformó un dúo con el cantante de Whitesnake y exDeep Purple David Coverdale con el cual también dejó como legado un disco y, poco después, volvió a unir fuerzas con Plant en un proyecto que se extendió durante algunos años y con el que se presentó en 1996 en el estadio de Ferro, en el barrio porteño de Caballito.
Hubo además algunas reuniones puntuales de Led Zeppelin, la última de ellas en 2007 en Londres, en un concierto en el que se grabó el CD y DVD "Celebration Day", que si bien dejó felices a los fans, evidenció que Page ya no era el mismo explosivo guitarrista que era capaz de estremecer al público en los años `70.
En los últimos tiempos, se pudo ver a Page con un rostro feliz y reposado en los retratos que le tomó su hija, la famosa fotógrafa de estrellas de rock Scarlett Page. Poco importa si sus dedos ya no logran reproducir los excitantes riff y solos que rubricó con Led Zeppelin, y que lo convirtieron en uno de los más grandes guitarristas de rock de todos los tiempos. La historia ya está escrita y nada desbancará a Page de ese lugar primordial que ocupa.
Con información de Télam