Los rebeldes del M23, apoyados por Ruanda, parecían haber consolidado su control sobre Goma. El miércoles, la mayor ciudad del este del Congo estaba prácticamente en calma, con la excepción de tiroteos esporádicos en algunos distritos periféricos, según los residentes.
Los rebeldes, apoyados por efectivos ruandeses, entraron el lunes en la ciudad lacustre de casi dos millones de habitantes, en la peor escalada de un largo conflicto en más de una década, dejando cadáveres en las calles y hospitales desbordados.
El martes tomaron el aeropuerto internacional de la ciudad, lo que podría cortar la principal ruta de ayuda a los cientos de miles de desplazados.
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"Se oyen algunos disparos esporádicos aquí en el barrio. Sin duda son de Wazalendo", dijo un residente del barrio norteño de Majengo, en referencia a las milicias que se aliaron con el Gobierno en 2022 para resistir los avances del M23 en el interior.
El asalto a Goma ha provocado una condena internacional generalizada de Ruanda y llamamientos a un alto el fuego. Estados Unidos instó el martes al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas a considerar medidas no especificadas para detener la ofensiva.
En una publicación en X, el presidente ruandés, Paul Kagame, dijo que había acordado en una llamada telefónica con el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, la necesidad de un alto el fuego, pero no dio ninguna indicación de ceder a las demandas de una retirada de Goma.
Rubio dijo a Kagame que Washington estaba "profundamente preocupado" por la escalada e instó a respetar la "integridad territorial soberana", según informó el Departamento de Estado estadounidense en un comunicado.
El M23 es la última de una serie de insurgencias dirigidas por tutsis y respaldadas por Ruanda que han asolado el Congo desde las secuelas del genocidio de Ruanda hace 30 años, cuando extremistas hutus mataron a tutsis y hutus moderados, y luego fueron derrocados por las fuerzas dirigidas por tutsis lideradas por Kagame.
Ruanda afirma que algunos de los perpetradores derrocados se han refugiado en el Congo desde el genocidio, formando milicias con alianzas con el Gobierno congoleño, y suponen una amenaza para los tutsis congoleños y para la propia Ruanda.
El Congo rechaza las quejas de Ruanda y afirma que este país ha utilizado a sus milicias interpuestas para controlar y saquear minerales lucrativos como el coltán, que se utiliza en los teléfonos inteligentes.
El ejército congoleño y ruandés intercambiaron disparos a través de su frontera común el lunes, y Ruanda informó de al menos nueve muertes.
Con información de Reuters