“Esta propiedad cumple 100 años en mano de la misma familia”: los secretos de una casa histórica de Lanús que tiene hasta facturas previas a que se fundara el partido

La historia que iniciaron Amede y Clementina cuando, recién llegados de Italia, compraron una propiedad que 100 años después sigue en manos de las generaciones que lo precedieron. Margarita desempolva el árbol genealógico y le pone nombres a todas las personas que pasaron y pasan por esa casa única.

29 de enero, 2025 | 00.05

Una casa en Castro Barros 128, en Lanús Oeste. A una cuadra y pasitos de la avenida Hipólito Yrigoyen, que para las viejas generaciones sigue siendo Pavón. A cinco cuadras de la estación. En la fachada, luce un cartel desde el que se afirma que “esta propiedad cumple 100 años en manos de la misma familia, consigna que es ilustrada con dos fotos en blanco y negro de niñas de distintas generaciones de antaño con la vivienda de fondo. El amplio inmueble de Castro Barros 128 oficia desde hace un siglo de hogar familiar, pero, con los años, también tuvo espacio para emprendimientos como el de arreglo y alquiler de bicicletas; y de venta de pollos y huevos frescos, generados en el gallinero propio. Por estos tiempos, se reconvirtió en consultorio psicológico y en sede de una asociación civil que apadrinaba escuelas del Chaco y el norte de Santa Fe.

Margarita Bölderl se apasiona cuando cuenta la historia de su familia con la casa. “El año pasado mi hija Sofía, la mayor, empezó a hacer refacciones para venir a vivir con su pareja y su hijito de un año y medio. Otra generación la va a habitar un siglo después de que la compraran mis bisabuelos Amede Luvisotti y Clementina, que eran italianos, de Spezia, cerca de Génova.

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El valor histórico

El comienzo de los arreglos despertó el interés por recuperar la historia de la vivienda. Bianca, segunda hija de Margarita, encontró entre papeles viejos, facturas del servicio municipal en tres momentos distintos del municipio. “Hay boletas de antes del 44 cuando todavía Lanús era parte de Avellaneda, de la década siguiente cuando se independizó pero se llamaba 4 de Junio, y de después del 55, cuando definitivamente quedó Lanús como nombre”, explica.

Entre tanto entusiasmo, corroboraron que la vivienda se adquirió entre 1923 y 1924. Para el cumpleaños de Margarita del año pasado, su hermano Juan Ernesto mandó a diseñar el cartel que hoy luce en el frente. “Fue el mejor regalo que me pudieron hacer”, agradece.

Margarita pudo disfrutar 20 años de su bisabuela. “Me encantaba escuchar sus historias. Me contaba que cuando vinieron había muy pocas casas. Desde acá se veía la estación pese a estar a 500 metros. Ella bordaba y trabajaba para la mítica tienda Gath & Chaves. Mi bisabuelo era ferroviario, trabajaba en Escalada”.

Margarita desempolva el árbol genealógico y le pone nombres a la primera generación. “Clementina y Amede tuvieron dos hijos en Italia: mi abuela Silvia y Prieto y una tercera ya por estos pagos: María Luisa Argentina, a la que todos le decían Tita”, apunta.

La segunda generación

En un viaje de toda la familia a Italia, Silvia, modista, se enamora de Dalmiro Monti, un marino de la Armada Real, que le prometió viajar a Argentina y casarse aquí. “Mi abuela se tuvo que poner firme porque mi bisabuelo no quería saber nada. Durante el tiempo que estaban a la distancia se escribían y finalmente logró que venga. Como él tenía cierta formación, consiguió trabajo en la eléctrica que después fue la Italo. Lo nombran subjefe de la usina de Pedro de Mendoza, donde en la actualidad funciona la Usina del Arte en La Boca, y le dieron un departamento que estaba donde ahora está el museo de cine”, detalla Margarita.

Ya en el 43 Silvia y Danilo, buscan un terreno para con el tiempo edificar cerca de la casa familiar y mudarse tras la jubilación. “El lote de al lado a lo de mis bisabuelos ya se había ocupado y compran en Castro Barros 150. Es decir, estaban casa de por medio. Eso muestra que todavía estaba poco desarrollado el barrio”, concluye Margarita.

Pietro se va a trabajar y a vivir a Mar del Plata. “De los 3 hijos, Tita, la más chica, fue la que fue criada para hacerse cargo de sus padres. Se casó, pero no tuvo hijos y es la que se quedó viviendo en la casa familiar original, la de Castro Barros 128”, relata.

Como el terreno era grande, de 8,66 metros de frente por más de 30 de largo, desde la década del 40 hicieron una subdivisión y alquilaban la parte de adelante. Otro ingreso que se agregaba a los emprendimientos familiares. “La bicicletería la puso mi bisabuelo y Tita lo ayudaba. El gallinero ya fue más de ella. Siempre trabajó. Pero la verdad es que lo que ella hacía en principio que era como modista, de ojalera de chaquetas, lo relegó”, se lamenta Margarita.

Tras la jubilación de Dalmiro, Silvia vuelve a Lanús, donde su hija Nilda crece y estudia para profesora de inglés. “Se casó con mi papá, Juan Bölderl, hijo de alemanes. Se jubiló en el Piedrabuena, un secundario comercial emblemático de Lanús”, cuenta Margarita.

Una familia, dos casas

Margarita se crio en Castro Barros 150, a metros de la tía abuela Tita que había quedado en la casa histórica, la ubicada en el 128. “No éramos la única familia con más de una vivienda. En la esquina había un almacén con despacho de bebidas y los dueños, en dos manzanas, compraron varias propiedades para las hijas”, recuerda.

Siguió los pasos de su madre Nilda como profesora, sólo que en su caso de ciencias económicas. “Al igual que ella trabajé mucho tiempo en el Piedrabuena”, traza el paralelo.

Para el barrio, Castro Barros 128 era la Casa de Tita. “Tuvimos la suerte de poder festejarle los 100 años, a los que llego muy bien Murió un año después con 101”, recuerda Bianca.

En el reparto de herencias, a la muerte de Tita, la familia de Margarita con su esposo Roberto Stancanelli y sus tres hijas se quedó con la casa de Castro Barros 128; y la de su hermano Juan Ernesto, con la de 150.

“Mis tres primos Luciano, Alan y Felipe, viven en la casa de 150, que se reconvirtió con el tiempo en dos propiedades abajo y una en la plata alta. Cada uno de ellos vive con su pareja”, agrega Bianca.

En Castro Barros 128 a iniciativa de Bianca funcionó Tatetí, que hacía actividades de apoyo a escuelas de Chaco y Santa Fe. Y Sofía puso su consultorio de psicóloga.

Margarita está feliz de que, ahora, su hija Sofía encare la refacción de la casa que ya tiene un siglo y mucha historia. Parte de la historia también la retoma su hija más chica, Violeta, que además de comunicadora social, realiza bordados. Tradición que hereda de su tatarabuela Clementina. La que con Amede comenzó la historia de la familia en Lanús Oeste.