No es posible dar certezas de la etapa en que se encuentra la guerra desatada por Rusia contra Ucrania, pero resulta cada vez más evidente que el conflicto energético y dialéctico entre Rusia y Europa escala día a día, con acciones y declaraciones cada vez más beligerantes en el contexto de la llegada del invierno europeo. También que, en lo que respecta exclusivamente a la situación económica local, esta coyuntura podría tener efectos positivos para la economía.
Esto es lo que señala el especialista energético Víctor Bronstein, quien afirmó que “Europa ya no confía en Rusia y busca nuevos proveedores por fuera de Estados Unidos, ya que este país tiene un límite en su cantidad exportable de gas”. En este sentido, Bronstein señaló que “a Argentina le viene muy bien, ya que la producción en Vaca Muerta está creciendo, con lo que hay que aprovechar la coyuntura, y creo que lo estamos haciendo”.
De hecho, luego de la escalada bélica, Europa ya bajó la proporción de gas ruso del 40 al 9 por ciento del total, adquiriendo energía de Qatar, Noruega y Estados Unidos. Para Bronstein, Argentina podría suplir parte de sus necesidades, pues gracias a Vaca Muerta debería existir un importante saldo exportable.
Lo cierto es que el panorama global está lejos de resolverse, debido también a que se suman las políticas contractivas de los países centrales para disminuir inflaciones récords, todo lo cual vuelve a amenazar la precaria estabilidad económica mundial.
Así, en la edición de julio de su informe de Perspectivas de la economía mundial, el Fondo Monetario Internacional título al mismo “Un panorama sombrío y más incierto”, donde señaló que las revisiones de crecimiento para las principales economías avanzadas en 2022 y 2023 son en general negativas, reduciendo además su perspectiva de crecimiento para la economía mundial en 2022 del 4,9 por ciento al 3,6 por ciento en solo seis meses. De acuerdo al último informe de Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE), no está claro incluso que ese sea el piso final de la revisión a la baja de la actividad.
La escalada del conflicto
Sin dudas, el hecho más impactante de los últimos tiempos fue el anuncio de la gigantesca empresa energética controlada por el estado ruso, Gazprom, de que el gasoducto Nord Stream 1 por el que se envía el gas a Europa no volvería a funcionar por tiempo indefinido. Si bien las autoridades de esta firma adujeron cuestiones de mantenimiento, diversos analistas observan que el cierre forma parte de las represalias de Rusia por las sanciones europeas a causa de su invasión a Ucrania, añadiendo que el ducto podría estar inactivo hasta el invierno.
Razones para esta especulación no faltan, si se tiene en cuenta la escalada de declaraciones en los últimos tiempos. Oportunamente, Rusia había recortado los suministros a Europa y afirmado que no reanudaría los flujos en los volúmenes anteriores hasta que la Unión Europea levante las sanciones.
De acuerdo a la agencia de noticias AP, durante el Foro Económico Oriental celebrado en la ciudad rusa de Vladivostok la semana pasada, el presidente Vladimir Putin fue contundente al afirmar que “No suministraremos gas, petróleo, carbón, combustible para calefacción. No proporcionaremos nada”. Esta declaración, llegó luego de que los ministros de energía de la Unión Europea plantearon poner un tope al precio del gas ruso, lo que fue calificado por Putin como un “delirio”, una idea “estúpida” y “pura tontería”, al tiempo que amenazó con que Europa se “congele” este invierno, si es que se acuerda ese tope.
Desde la consultora Rystad Energy, afirmaron que la Unión Europea debería tener suficiente suministro de gas para noviembre y diciembre, pero “existe un riesgo de suministro para el primer trimestre de 2023”, el cual, agregan, aumentará si Nord Stream 1 permanece cerrado o funcionando a tasas muy bajas, y si hay un invierno frío o una primavera que retrasa su llegada.
De hecho, ya ni siquiera se plantea como objetivo la reanudación del proyectado gasoducto Nord Stream 2, con el que debido a su demanda energética Alemania estaba a punto de duplicar sus importaciones de Rusia, antes de que estallará la invasión.
Los riesgos de Europa
Citando a la Deutsche Welle, desde FIDE señalan que, si bien se habían alcanzado los objetivos de acopio de reserva de gas indicados por la Unión Europea como deseables para 2022 para enfrentar la crisis de abastecimiento, “se sabe que los stocks no serán suficientes para sustuir totalmente lo que se compra de gas ruso”, pues “se tienen reservas por 890 TWh, extendibles a 1.000 TWh, pero en 2019 se importaron de Rusia unos 1.800 TWh”.
Lo cierto es que la crisis ya es una realidad. Según el sitio especializado Barron’s, la mitad de la producción de zinc y aluminio de la Unión Europea ya se ha detenido, mientras Reuters informó que a principios del mes pasado el fabricante alemán de turbinas eólicas Siemens Gamesa dijo que tiene como objetivo eliminar 2.500 puestos de trabajo.
En el mismo sentido, la agencia Bloomberg señaló que los fondos que está destinando Europa para morigerar la crisis energética “posiblemente excedan los rescates de Covid”, y detalla que Alemania ya ha autorizado 65.000 millones de euros para ayudar a los hogares, y el Reino Unido limitó las facturas de gas y electricidad de los hogares a 2.898 dólares anuales durante los próximos dos años. Pese a ello, Forbes anunció que en el Reino Unido están aumentando las tarifas de electricidad en un 80 por ciento, y la empresa alemana EnBW anunció que aumentaría las suyas en un 31 por ciento a partir del 1 de octubre.
Asimismo, un documento filtrado por el diario The Guardian, dio cuenta que la Comisión Europea estaba a favor de un recorte obligatorio del 5 por ciento del uso de electricidad durante las horas pico, mientras las luces que normalmente iluminan la famosa Puerta de Brandeburgo de Berlín se han apagado.
Por su parte, la firma Goldman Sachs advirtió que las repercusiones “serán aún más profundas que la crisis del petróleo de la década de 1970” y proyecta que los europeos verán triplicadas sus facturas mensuales de energía este invierno, con un promedio de 500 dólares por familia, y que cuando llegue lo peor, las facturas podrían representar el 15 por ciento del PBI europeo, desplazando otros gastos e inversiones.
Todo este cuadro llevó a otra consultora, Fitch Ratings, a señalar que parece probable una recesión en la eurozona como resultado de la profundización de la crisis del gas, agregando que un cierre total del gasoducto ruso a la Unión Europea es una suposición “cada vez más razonable”, y que el PBI de la eurozona se vería afectado entre 1,5 y 2 puntos porcentuales en 2023, mientras que Morgan Stanley espera una recesión inminente en Europa, con acciones europeas que, además de la baja del 14 por ciento experimentada este año, podrían caer otro 15 por ciento.
El hecho no está desligado de lo que suceda en el mundo y nuestra región. De acuerdo a Forbes “si Europa entra en recesión, y lo hará, comprará menos materias primas de Brasil, Argentina y Estados Unidos, sus mayores proveedores”.