Cuentan que el 18 de febrero de 1985 Joaquín Ferrán, a la sazón representante del FMI en la Argentina salió de la oficina del Ministro de Economía de la República, Don Bernardo Grinspun. Parece que la salida fue destemplada y a los apurones. Parece que se escucharon gritos. Se comenta también que los gritos de Don Bernardo fueron la respuesta a las exigencias del organismo. Las exigencias del organismo… Lo que pasó a denominarse mas elegantemente las condicionalidades y que incluyen siempre las llamadas reformas estructurales.
La existencia misma de esas condicionalidades y de las reformas que se impondrán aún ante una evidencia de fracasos repetidos, presupone que los países no tienen capacidad para gobernarse, que sus pueblos son incapaces de decidir “bien”, que necesariamente se desvían del camino recto. Entonces son las pautas del FMI las que los llevarán por la buena senda y al mismo tiempo por lo tanto se consolida al organismo como órgano rector de las buenas políticas económicas globales. Esto es suponer que la economía es una ciencia a-histórica, y que un solo modelo es adecuado para todas las sociedades sin respetar diferencias. Además de suponer que ese el “mejor” modelo de organización social, lo cual parece al menos un exceso dada la situación global.
El episodio del primer párrafo marca el comienzo de la relación entre el FMI y la joven Democracia Argentina nacida en 1983. Una relación donde el FMI ha tratado y, casi siempre, ha logrado imponer no solo cuestiones financieras sino también institucionales sobre nuestra Patria.
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Podríamos rastrear la relación entre nuestra Argentina y el FMI mas lejos en el tiempo. Quizás en los propios orígenes del organismo. Creado a partir de las deliberaciones llevadas adelante en Breton Woods en 1944 y puesto en marcha el 27 de septiembre de 1945 cuando 29 países se incorporaron, entre los cuales no se encontraba la República Argentina. Durante estas fechas el presidente de facto de Argentina era Edelmiro Farrell. Durante las presidencias democráticas y constitucionales de Juan Domingo Perón la Argentina evitó formar parte del organismo, cuyo objetivo era imponer el patrón dólar a escala global asegurando la supremacía económica y sobre todo financiera de los estados unidos sobre las restantes naciones del planeta. Son célebres los debates entre JM Keynes (representante del Reino Unido) y Harry Dexter White (negociador por los Estados Unidos) al respecto. El británico pretendía una moneda global (el bancor) y un rol de banco central mundial para el FMI. Los EEUU no estaban dispuestos a ceder su posición dominante conseguida militarmente durante la segunda guerra mundial e impusieron un organismo “multilateral” dominado por su propio Departamento del Tesoro en los hechos dado el tamaño de su voto.
Fue en 19 de abril de 1956, durante la dictadura cívico-militar, conocida como Revolución Fusiladora, y a instancias de Raúl Prebisch que Argentina ingresa al Fondo Monetario Internacional a partir de un Decreto Ley emitido por Aramburu. Allí nomás obtuvo su primer préstamo de dicho organismo. Esta es la parte menos relevante de la incorporación. Lo realmente importante es que, enancado en el tristemente célebre Informe Preliminar firmado por Prebisch, la dictadura implementó un masivo plan de “reformas estructurales” en línea con el modelo impulsado por el FMI: “liberalización” de precios, autarquía del Banco Central, devaluación, apertura comercial (se desmontó el IAPI), limitación de crédito interno, eliminación de las negociaciones colectivas, salarios bajos, “modelo exportador”, etc…
Un verdadero restablecimiento del “El Estatuto Legal del Coloniaje” como llamaran los radicales forjistas al pacto Roca-Runciman de 1933 mediante el cual Inglaterra “acepta” comprar carnes argentinas (ya que sólo las comerciaba con sus colonias) mientras que la misión argentina acuerda favorecer la intervención británica en las licitaciones, apurar un plan de devaluación cambiaria y la eliminación de todo tipo de medidas proteccionistas. Además, 250 productores británicos fueron liberados de todo tipo de retenciones.
Como se ve, desde el mismo inicio de la relación entre la Argentina y el FMI este último se entrometió en la institucionalidad nacional obteniendo de la dictadura cívico-militar las primeras “reformas estructurales”. Este término se volvería dolorosamente recurrente para la vida de lxs argentinxs. Cada vez que aparecieron las “reformas estructurales” la situación económico-social argentina empeoró… y siempre fue de la mano del FMI. Por supuesto que en estrecha relación con los sectores dominantes de la economía nacional y sus representantes políticos durante los períodos en que rigió la Constitución; y en la connivencia de estos sectores con parte de la política que acompañó a los militares durante sus gobiernos ilegales y criminales.
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Un momento importante en esta relación ocurrió durante la dictadura cívico-militar genocida con Martínez de Hoz como ministro de economía y figura descollante. Instigador del golpe del 76 y Ministro de Economía por segunda vez de un gobierno ilegal, fue un obcecado de las “reformas estructurales” y de las “inversiones extrajeras”, su plan económico fracasó estrepitosamente, como todos los planes auspiciados por el FMI, dañando en forma severa la vida de lxs argentinxs. La liberalización completa del mercado financiero y la apertura irrestricta del sector externo fueron dos de sus emblemas. Es recordado aún como atacó a la industria nacional, incluso utilizando propaganda oficial en los medios masivos de comunicación.
Su relación con el FMI era tan estrecha que a los pocos días de asumir ya tenía depositado un crédito del organismo. Años después otro gobierno que optó por las condicionalidades del FMI intentó liberarlo de su responsabilidad en el genocidio ocurrido en la Argentina bajo su gobierno: en 1990 fue indultado por el presidente Menem mediante el decreto 2745.
El plan de Martínez de Hoz con el FMI dejó consecuencias aún no superadas por nuestra nación: la financiarización del funcionamiento económico, la desindustrialización y la extranjerización del aparato productivo aumentaron cualitativamente durante su gestión. Como consecuencia el desempleo y la participación de los salarios en el PIB tuvieron cambios estructurales negativos en ambos conceptos.
Luego comenzó la nueva democracia… y el episodio relatado en el primer párrafo trae a cuento el inicio de un patrón que se repetiría en todos los gobiernos con excepción de los de Néstor Kirchner y CFK. Comienzo de gestión con un equipo e ideas “propias” para girar luego a un esquema tutelado por el FMI. Esto ha tenido que ver con los deseos y necesidades de los poderes concentrados locales, sus vínculos internacionales, sus operaciones en los “mercados” y un verdadero bombardeo mediático maniobrando todo junto tanto sobre el “sentido común” de la “racionalidad económica” como sobre las expectativas. También, por supuesto, con la geopolítica de los Estados Unidos.
La salida de Grinspun estuvo sucedida por la llegada de Sourrille y el Plan Austral el primero de una serie de “planes macroeconómicos consistentes” como los que se reclaman a coro en forma permanente desde el sistema de poder establecido y sus vocerxs economistxs o comunicadorxs. Conceptualmente estos planes están mas orientados a garantizar al capital sus negocios que a resolver las necesidades y deseos de nuestro pueblo y superar las debilidades estructurales de nuestra economía.
El Plan Austral fue acordado entre el gobierno y el FMI, su fracaso devino en otro plan (el Primavera) y este en una brutal hiperinflación que provocó la salida anticipada del presidente Alfonsín.
Iniciaba su presidencia entonces Carlos Menem, quien parecía encarnar un proyecto conservador popular con la economía en clave de manejo oligárquico nacional en manos del grupo Bunge y Born el cual proveyó los dos primeros ministros del área, continuado por Erman Gonzales. Este “proyecto” tuvo un quiebre a partir del 1 de marzo de 1991 cuando se sienta en el ministerio Domingo Cavallo quien había sido antes Ministro de Relaciones Exteriores del mismo gobierno. Previamente había ocupado ya una larga lista de cargos, pero solo durante gobiernos ilegales: presidente del BCRA con Bignone, subsecretario de Obras Públicas con Viola, vicepresidente del Banco de Córdoba en tiempos de Lanusse y subsecretario del ministerio de desarrollo de Córdoba en tiempos de Onganía.
Cavallo implementó un brutal ajuste para frenar la inflación y lo logró. La convertibilidad, una dolarización encubierta, fue la herramienta de estabilización a costa de salarios y derechos sociales conculcados o literalmente eliminados.
El “plan” apoyado en forma sonora por el FMI incluía el paquete completo de “condicionalidades”: la desregulación y privatización completa de la economía; el desguace del sistema previsional de reparto con su conocida privatización; la destrucción progresiva de las leyes de protección de los derechos laborales, el empleo y el salario. Sin duda, las medidas mas importantes terminaron siendo la liquidación a precio vil de las empresas públicas y la destrucción del sistema previsional.
Durante 17 años, las jubilaciones no sólo habían estado congeladas mientras se atravesaban procesos inflacionarios severos. Fueron además privatizadas por Cavallo, esto es entregadas al sistema financiero con el objetivo de eliminar supuestamente el déficit a costa de la destrucción del sistema solidario de reparto.
La ley que dio cuenta de estos procesos se llamo perversamente de “Solidaridad Previsional”. El cinismo neoliberal recurre sistemáticamente al marketing de la desverguenza. Recordemos que la ley que hizo aprobar el macrismo para “congelar” con un índice de movilidad que performaba por debajo de la inflación se llamó de “Reparación Histórica”
Por esa medida que formaba parte del vademecum de “soluciones” que promueve el FMI para lograr el equilibrio fiscal, el Estado dejó de recaudar U$S 64.952 millones de pesos. Una vez recaudados por el sector privado, estos eran “prestados” al Estado cobrándole una tasa de interés y además suculentas comisiones a los aportantes. Otro componente de la reforma, fue la reducción de las contribuciones patronales, que dispuso Cavallo con la nunca comprobada teoría de que alentaría el empleo. En la práctica el empleo cayó.
Parodójicamente, en una década teñida del discurso neoliberal y la prescindencia del Estado, esa medida significó uno de los mayores subsidios estatales a empresas privadas de la historia argentina: en diez años, las compañías –de la industria y el agro– se quedaron con 34.424 millones de pesos.
Como la ANSES dejó de recaudar (por el desvío de fondos a las AFJP y por la rebaja de aportes patronales) en promedio unos 6500 millones de pesos año, pero siguió pagando al universo de las jubilaciones, el déficit previsional fue una constante de la década. El mismo se financió con préstamos ¡de las AFJP! Es decir de dinero que hubiera recaudado el propio Estado de no mediar la reforma. La pregunta es obvia: ¿cuántos aumentos jubilatorios podrían haberse financiado en esos años si el Estado no despilfarraba su recursos en favor de banqueros y empresarios?
En la etapa del menemismo Argentina fue el ejemplo preferido del FMI. La violencia del proceso de desguace del Estado y apertura indiscriminada tanto comercial como financiera fue tan fanáticamente neoliberal que a los poderosos no les preocupó el deterioro del entramado productivo y la destrucción del empleo. Mucho menos la situación de lxs jubiladoxs. La flexibilización laboral y los nocivos “contratos basura” formaron parte del catecismo predicado por el FMI.
La influencia del ideario del “Consenso de Washington” y la autoridad del FMI sobre la Argentina durante el gobierno de Menem fue tan impactante que su relato excede el sentido de esta nota. Las relaciones carnales no fueron una metáfora, y hasta se coqueteo desde el gobierno con la idea de la dolarización y la banca offshore. Tal fue la consonancia entre Menem y el FMI que en el año 1998 fue invitado a dar un discurso en la Asamblea anual del Organismo en su sede de Washington DC.
Nuevamente Cavallo, versión 2. El episodio es bien conocido: entre Dela Rúa, Cavallo, Patricia Bullrich, Sturzeneger y el FMI casi nos dejan sin País. Ante la huida del gobierno por parte de la Rúa se sucedieron autoridades sin ton ni son hasta el gobierno interino de Duhalde.
De la Rúa había comenzado con Machinea como ministro, intentando sostener el devastador esquema de convertibilidad. Es realmente impresionante revisar la cobertura optimista y positiva que otorgaban los medios concentrados a las visitas de Macchinea al FMI y los “avances” que “lograba”. Al mismo tiempo se hablaba de “Mayor flexibilidad del organismo” (La Nación 10-1-200), un clásico: el “Fondo bueno” al que se ven tentados de recurrir los gobiernos. No todos: ni Néstor ni CFK lo hicieron, mas bien todo lo contrario.
Finalmente Machinea obtuvo el famoso “Blindaje” dándole al presidente de la Rúa lo posibilidad de “dar buenas noticias” (lo cual fue calificado absurdamente de “lindo” por el mismo en un famoso spot oficial). Con el correr del tiempo es cada vez mas difícil entender cuales eran las buenas noticias. El FMI había organizado una cobertura financiera por cerca de 40.000 millones de dólares (deuda) a cambio de volverse a meter en la institucionalidad Argentina: reforma jubilatoria (eliminación de la PBU y aumento de las edades), reducción del presupuesto público, reestructuración del ANSES y el PAMI, que todo el dinero financiero que obtenga Argentina sea destinado solamente a pagar deudas. Nadie en ese gobierno prestaba atención a la economía real, salvo para deteriorarla.
Finalmente el velo cayó, todo era mentira y no existía ninguna posibilidad de recuperación de la economía con las ideas del Ministro y del FMI. Ante el fracaso de Machinea en tan solo 15 meses, asistimos a un grotesco y breve paso de minué del muy serio y preparadísimo Ricardo López Murphy por el ministerio durante los siguientes 15 días.
Estaba, entones, todo servido para el regreso de Cavallo. Ante el incumplimiento de las metas acordadas por Machinea el nuevo Ministro insiste y firma otro acuerdo con el FMI. Este contenía las semillas del final del gobierno. Las exigencias del FMI llegaban a afectar la recaudación como garantía de pago de deuda antes de ninguna otra utilización. El Congreso no aprobó esta vergonzosa propuesta del Ejecutivo, pero si una generosa delegación de poderes y la creación del Fondo de Crédito Público a integrarse con el producido del Impuesto a las Transacciones Financieras (si ¡para este uso no les molestaba crear dicho impuesto!). Sin embargo consideramos que el mas bochornoso y nocivo hecho acordado entre Cavallo y el FMI (aceptado por de la Rúa) fue la Ley de Déficit Cero. Sancionada por el Senado de la Nación la madrugada del 30 de julio de 2001, su objetivo era reducir en un trece por ciento TODAS las erogaciones del Estado sin ningún análisis. Daba lo mismo recortar un puente de 100 metros que llevara 87 ya construidos que un puente comenzando, este era el nivel de racionalidad. Significó bajar el 13% también a jubiladxs, docentxs, científicxs (Cavallo sentía igual un particular desprecio machista sobre ellxs), transferencias a las Provincias (Cavallo ya las había calificado de inviables), trabajadorxs del sector público… y todo lo demás también. Además la Ley daba prioridad a los pagos de deuda por encima de cualquier otra erogación del Estado.
Cabe recordar que por ese entonces el Secretario de Política Económica era Federico Surzenegger, quién había llegado al cargo de la mano de López Murphy (el muy breve, a quien sobrevivió). Este Joven Lider Global (título que le habría otorgado el Foro Económico Mundial de Davos en 2006) que se dedica a “enseñar” políticas públicas volvería a las andadas en el último episodio de esta historia. Lo mismo sucede con Patricia Bullrich que como Ministra de Trabajo y Seguridad Social del gobierno de la Rúa defendió con enjundia el recorte y el ajuste a jubiladxs y trabajadorxs.
Aún considerando como el hecho más relevante y trágico las consecuencias político-institucionales de aceptar la condicionalidades del Fondo, no es ocioso reparar en las consecuencias financieras de esta etapa de relaciones plus-que-carnales entre el gobierno Argentino y el FMI.
Si bien la etapa Machinea quedó asociada al spot del Blindaje; Cavallo 2 tiene varios “títulos”: Megacanje, Corralito, Corralón, el 13% a los jubilados. En particular el Megacanje acordado con el FMI y los acreedores privados ha sido mas que ruinoso para nuestro País. Implicó un empeoramiento de las condiciones de emisión (tasa de interés) y un aumento mayor a 50.000 millones de dólares de la deuda pública. Sin dudas las ideas y acciones de Cavallo y el FMI, junto con la inacción y desconcierto del Presidente motivaron la huida irresponsable del Gobierno. La cobardía política no impidió, sin embargo, al presidente de la Rúa declarar el Estado de Sitio por 30 días el 19 de diciembre de 2001, ni desatar una represión brutal que se cobró al menos 39 vidas.
Finalmente el episodio Macri, donde aparecen algunos nuevos-viejos nombres. El mejor equipo de los últimos 50 años había comenzado con el Ministro Prat Gay como figura estelar, quien nos enseñó que una devaluación no tenía nada que ver con los precios en Argentina, y que los precios “ya estaban al blue”. La odiosa realidad se encargó de demostrarle que no entendía mucho de este tema, hecho sorpresivo porque estamos acostumbrados a escucharlo dando catedra de todo. Sin embargo parece que la realidad tiene alguna cuenta pendiente con el hombre y se ensañó en no permitir que ninguno de sus presagios sucedieran. Provocó fuertes devaluaciones e incrementó en un tercio lxs argentinxs que pagaron Impuesto a las Ganancias . Pero sobre todo sus políticas produjeron aumentos intolerables en bienes de primerísima necesidad, en solo dos semanas de poner en marcha sus ideas la carne aumentó un 50%, el aceite un 51%, la harina 110%, el pollo 9 %, los fideos 78% entre otros. Para alguien que opina con suficiencia sobre el tema de la deuda, el ruinoso pago que realizó a los fondos buitres al comienzo de su gestión no parece una plataforma de comparación muy cómoda.
Terminó eyectado del ministerio un año y días después de haber asumido. Aunque para lxs Argentinxs nunca, para él si llegó el segundo semestre.
Y entonces… otra vez el Fondo. El tridente Macri/Prat Gay/Surzenegger ya había puesto abusado de la bicicleta y se quedaron sin pedal. Y entonces el hombre que whisky en mano agitaba por televisión un cartelito con la consigna “no volvamos al fondo” se convirtió en el peor de los referentes de FMI en la historia Argentina. Su gestión no tiene un solo número o dato positivo, aumentó el desempleo, la pobreza, la inflación fue record en 27 años, el déficit fiscal se tornó insostenible (el tercero más alto de toda la historia argentina) a pesar de los aumentos de impuestos. Ni que hablar del endeudamiento. Las tarifas de los servicios públicos se convirtieron no solo en una carga impagable para las familias (incluida la clase media), sino que destruyeron el aparato productivo del país con aumentos superiores al 3500% promedio. Durante su gestión entre la tasa de interés y las tarifas se evaporaron los esfuerzos productivos en nuestro país. Sus participaciones en política internacional destruyeron las exportaciones a Europa y EEUU de biodiesel. Las pavorosas caídas de la actividad económica llevaron a un pico de capacidad instalada ociosa en tiempos de Dujovne.
Su frase textual como comentarista televisivo afín al gobierno Macri en 2016 había sido "La Argentina eligió no ir al FMI, porque el FMI quiere poner condicionamientos que la Argentina no va a querer tomar". A partir del 1 de enero de 2017 se convertiría en el ministro del FMI en Argentina. Sin palabras. Parece que quienes no querían tomar los condicionamientos ya no estaban, y entonces el fue un militante esforzado por aceptar e implementar dichos condicionamientos. Dujovne optó por ir al FMI y “tomar” los condicionamientos (¿con whisky?).
Por supuesto ya como Ministro no eludió otro textual "Este es un FMI distinto al de hace 20 años". Seguro que al de 20 años antes lo conocía bien, pues fue funcionario de Machinea durante la presidencia de la Rúa (además de director por el Estado Nacional en Papel Prensa).
El 8 de mayo de 2018 el presidente Macri nos pone en conocimiento que solicitaba una “línea de poyo financiero” al FMI. Ya nadie estaba dispuesto a seguir financiando su aventura delirante al frente de Argentina. ¿Nadie? Ahí estaba el FMI, con su violento plan de ajuste, baja de salarios reales, tarifas recontra-altas, apertura indiscriminada, flexibilización laboral, bajas jubilatorias “a cambio” del préstamo mas grande que el FMI haya otorgado a un país. Es decir malo sobre malo.
Macri (el hombre de la reposera transatlántica) nos informó desde NYC que tendríamos que enamorarnos de Mmm Lagarde. Seguramente él no la conozca, pero podría ser una excelente paráfrasis del subtitulo del memorable film de Kubrik “como aprendí a dejar de temer y amar a la bomba” en el cual el genial Peter Sellers interpreta a varios de los personajes. Viendo la película uno podría imaginarse algunas charlas del gabinete Macri por lo delirantes, paranóicos y desconectadas de la realidad con consecuencias destructivas. Un punto alto de la supremacía del FMI dentro del gobierno Macri fue cuando en un confuso episodio el presidente despidió desde Washington a su amigo presidente del Banco Central. Así el Messi de las finanzas (según Marcos Peña) duró solo tres meses al frente de la autoridad monetaria Argentina.
En definitiva, siempre que el FMI influyó en las políticas económicas y en la organización institucional argentina, el País sufrió una crisis terminal.
Se avecina una negociación compleja y difícil en la que Macri (y el FMI ya que para contribuir a una improbable reelección de Macri el organismo vulneró sus estatutos) dejaron entrampada a la Argentina. El Fondo viene con dos obsesiones, las mismas de siempre. La reforma laboral y la reforma jubilatoria. Como vimos estas ideas aparecieron de la mano del FMI en cada uno de los gobiernos desde la salida de la dictadura genocida cívico-militar. Por mas disfraces con que las vistan sus objetivos no ha variado: vulnerar los derechos de los trabajadores, quitarles capacidad de discusión por los salarios y las condiciones laborales en el primer caso; dejar sin ingresos a los adultos mayores con el objetivo de liberar fondos para pagar deuda en el segundo.
Con el cuento de que la flexibilización laboral alentará la inversión y entonces se generarán nuevos puestos de trabajo se debilitará aún mas la situación de trabajadorxs y desocupadxs. Una versión opaca de la teoría del derrame que jamás se verificó. Lo único que provocaría sería mayores niveles de explotación y precarización, junto con una peor distribución del ingreso y una caída de la economía nacional.
Otras dos ideas zombis (como las bautizó el economista australiano John Quiggin) volverán en la retórica del FMI acompañado por su coro local estable: el problema del déficit fiscal y el modelo exportador.
Por supuesto que las exportaciones son importantes, pero el modelo exportador significa otra cosa: salarios muy bajos, jubilaciones muy bajas y exclusión social. En un mundo dominado por la agresividad y protección comercial junto a una mayor globalización financiera no parece ser una opción razonable, más allá de la posición que se tenga respecto a la necesidad de mayor igualdad.
En cuanto a la cantinela del déficit fiscal entendamos de una vez por todos dos cuestiones: el resultado presupuestario está principalmente determinado por el nivel de actividad económica y, por lo tanto, si se busca “déficit cero” cuando la economía está en caída lo único que se logrará es profundizar el déficit. El caso de Cavallo 2 es elocuente al respecto, además de existir abundante evidencia internacional en el mismo sentido. Los “estabilizadores naturales”: la correlación entre crecimiento de la economía y recaudación fiscal por un lado y las erogaciones que no dependen del ciclo (ej. jubilaciones) son los principales determinantes del resultado fiscal y los que han moderado el ciclo a partir de la postguerra.
Nadie puede dudar que todx argentinx en diciembre de 2015 se encontraba en una situación económica mejor que en mayo de 2003. Ningún sector, ninguna actividad escapan a esta realidad. Por supuesto que durante los 12 años no fuimos gobiernos neutrales, siempre decidimos por lxs que mas lo necesitaban pero pensando a la vez en todxs. Uno de los hechos que posibilitaron este resultado inédito en nuestra historia para un período de mas de 12 años consecutivos fue la decisión de Néstor Kirchner de sacarse de encima las recomendaciones, consejos y condicionalidades del FMI el 3 de enero de 2006 siendo Felisa Micelli Ministra de Economía de la Nación. Es un hito histórico y una verdadera medida estructural que se conservó durante los gobiernos de NK y CFK.
Hoy la situación es otra. El desastre de Macri hipotecó no solo patrimonialmente al País sino que también achico el margen de maniobra del Gobierno. Es decir puso en juego la soberanía Argentina que rifó durante su mandato.
Como ya explicamos en otra nota, el Fondo no ayudó a la Argentina al apoyar una quita de los acreedores privados sino que simplemente protegió su posición como acreedor privilegiado. Como se desprende de sus documento oficiales de febrero de 2020 espera incluso que nuestro país acceda a los “mercado” para volver a endeudarse con el objetivo de pagarle al propio FMI. Un remedo de la estrategia del organismo en el diseño del Megacanje.
Las declaraciones del Ministro Guzmán y del representante Argentino ante el FMI Sergio Chodos respecto a que las negociaciones serán largas y difíciles demuestran que se comprende la gravedad e importancia de la cuestión. Es indispensable sostener organización y que todo el pueblo acompañe al Gobierno en una negociación que pone en juego a la Patria misma. La historia así lo demuestra.