La pobreza monetaria en la población de niños, niñas y adolescentes ascendió en el segundo semestre de 2022 al 61,5 por ciento, y dentro de esta población se estima que 13,1 por ciento son indigentes. Si bien esta incidencia es menor a la observada en pandemia y pospandemia, todavía es levemente superior a la registrada en la prepandemia. No ocurre lo mismo con la indigencia, que logró ubicarse en los valores prepandemia.
"Lo que no ha dejado de incrementarse paulatinamente es la cobertura de las transferencias de ingresos orientadas a los sectores sociales más vulnerables. Se estima que, en 2022, la AUH y otras transferencias han alcanzado al 49,8 por ciento de la infancia y adolescencia, alcanzado niveles más elevados que en la pre-pandemia, e incluso que en la pandemia", de acuerdo con el informe difundido este lunes por el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA).
Más allá del carácter monetaria de las mediciones, según el relevamiento de la UCA, en 2022 el 61,3 por ciento de los niños y adolescentes experimentó al menos una privación en el ejercicio de derechos. Y, dentro de esta población un 19,4 por ciento experimenta privaciones que son consideradas graves. Las privaciones graves (severas) se mantuvieron estables en los últimos años.
Las privaciones en el ejercicio de derechos experimentaron mermas significativas entre las poblaciones de niños, niñas y adolescentes del interior urbano, se mantuvo estable en el Conurbano Bonaerense y se incrementó en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. "No obstante, la pobreza multidimensional llega al 37 por ciento de este grupo etario en la Ciudad de Buenos Aires, mientras que en el Conurbano bonaerense, al 72 por ciento, y en las áreas metropolitanas del interior urbano y otras áreas del interior al 52,7 y 53,6 por ciento, respectivamente", señala el relevamiento del Observatorio de la UCA.
Privaciones de las niñeces
La última medición de la Encuesta de la Deuda Social Argentina, la incidencia de las privaciones de recursos que experimentan niños, niñas y adolescentes continúa siendo muy elevada y mantiene brechas de desigualdad social muy significativas.
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Cuando se consideran las medidas tradicionales de pobreza monetaria que calcula y difunde el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), a través de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), se advierte que, tras el incremento de la pobreza e indigencia en el tercer trimestre de 2020, se registra una merma en 2021, y se mantiene dicha situación en 2022 con una leve mejora en la situación de indigencia.
Entre el tercer trimestre de 2021 y el 2022, la pobreza monetaria no registra prácticamente cambios, pero la indigencia prosigue disminuyendo 2,5 puntos porcentuales. En los dos últimos períodos interanuales, la indigencia infantil cayó un acumulado de 6 puntos porcentuales. Las mermas más significativas se registraron en la región del NEA y en la Pampeana (5, y 4 puntos porcentuales, respectivamente). Igualmente, en estas regiones y partidos del Gran Buenos Aires es donde se registran los niveles de indigencia más próximos a la media nacional.
"Las principales políticas públicas de transferencia de ingresos a las infancias como son la Asignación Universal por Hijo (AUH), y el programa AlimentAR, ejercen un rol fundamental en la merma y sostenimiento de dichas tasas", señala la UCA. No obstante, el documento señala los límites de estas políticas de transferencias de ingresos para incidir en otras carencias sociales fundamentales al desarrollo humano y social de este segmento de la población.
La AUH contribuyó inicialmente a la reducción de la no asistencia escolar en la población de niños/as de 5 a 17 años, y de modo particular en la adolescencia, pero también perdió su efecto con el correr de los años. "Si bien, también se ha registrado un impacto positivo de la AUHAlimentAR en indicadores de inseguridad alimentaria severa, existe evidencia cuantitativa y cualitativa sobre su insuficiencia para garantizar un consumo adecuado de nutrientes esenciales en la infancia (lácteos, carnes, frutas, verduras)", según el Barómetro de la Deuda Social de la Infancia de la UCA.
Resultado en 12 años
La inseguridad alimentaria severa que afecta especialmente a los niños, niñas y adolescentes, cuando los progenitores reconocen que sus hijos/as pasaron hambre por no tener que comer, siguió una tenencia más estable e incluso se ubicó por debajo de los dos dígitos entre 2014 y 2017, pero en los últimos cincos años se incrementó de modo significativo y alcanzó el 15 por ciento en el 2020, logrando una progresiva recuperación y llegando al 12,4 por ciento en el 2022.
"Las ayudas alimentarias directas en comedores escolares, y comunitarios, así como la copa de leche, entre otros, incrementaron su cobertura de modo progresiva y a partir del 2020 sumaron una ayuda indirecta como es la Tarjeta Alimentar. Estas ayudas alcanzaron en plena pandemia al 46,5 por ciento de dicha población, pero en el 2022, llegan de una u otra forma al 59 por ciento", destaca el informe.
Solo a los efectos de representar las brechas de ingresos cabe mencionar que el segundo semestre de 2022, un niño/a en el 25 por ciento más pobre registraba 17 veces más chances de estar en una situación de privación alimentaria por problemas económicos que un par en el 25 por ciento superior.
"Dicha situación se eleva por encima del promedio en la población de niños y adolescentes del Conurbano bonaerense y ciudades de las principales áreas metropolitanas del país", concluye el relevamiento de la UCA.