El Gobierno encara la recta final que va a definir el futuro de toda la deuda externa argentina. El viernes vence la oferta por la reestructuración de los U$S 68.000 millones en títulos bajo legislación neoyorquina, el primer paso para canjear las obligaciones en moneda extranjera, incluido el acuerdo de Mauricio Macri con el FMI. El ministro de Economía, Martín Guzmán, conversó con bonistas la semana pasada, algunos de los que intentan torcerle el brazo para que modifique la única propuesta que el funcionario considera sustentable.
Desde el lunes pasado, el encargado del Palacio de Hacienda condujo un road show por teleconferencia con los principales fondos de inversión extranjeros, que le acercaron dudas e incluso le pidieron mejoras en la propuesta oficial. El ministro no pretende moverse de la proposición que armó en base a una ronda de consultas con acreedores previa.
El documento que le envió su equipo a la comisión de valores estadounidense (SEC, por el inglés) establece una quita promedio de capital del 5,4% y del 62% de los intereses. Los nuevos papeles que pretende emitir mantendrán la jurisdicción estadounidense, con un prospecto similar al de 2016, tendrán tres años de gracia y un interés in crescendo desde el 0,5% de 2024 y cuya media será el 2,33%.
Este proyecto lo hacemos colectivamente. Sostené a El Destape con un click acá. Sigamos haciendo historia.
A todos quienes le señalan que Argentina tiene mayor capacidad de pago que esa, Guzmán les aclara que el que redactaron consiste en el único sendero sustentable que cumple con los estándares planteados por el FMI. La propia misión técnica del organismo multilateral les había solicitado a los acreedores incluso una quita de hasta U$S 85.000 millones en la siguiente década, pero la propuesta del ministro no fue tan allá, sino que implicará un recorte de U$S 3.600 millones de capital y U$S 37.900 millones de intereses.
Esta oferta, de la que dependen los los U$S 68.000 millones en títulos con ley extranjera, vence el viernes. Pero también están atados a su suerte los U$S 15.000 millones en bonos legislación argentina y los préstamos con entes internacionales, como el FMI y el BID, que se proponen arreglar en una segunda y tercera etapa, respectivamente. El objetivo para los papeles en pesos trata de refinanciarlos a su vencimiento, sin un canje global.
Si consigue las mayorías necesarias para el final de la semana, el ministro podrá dejar atrás los impagos y concentrarse en los nuevos capítulos de deuda y la macroeconomía, además de los eventuales pequeños juicios de fondos buitre. Si los holdouts ganan la pulseada, el default puede ser su consecuencia. "Si no hay arreglo el 8 la Argentina va a seguir trabajando el tiempo necesario para restaurar la sostenibilidad de la deuda", afirmó Guzmán en una entrevista a Clarín.
En un flagrante intento por frustrar el canje, tres comités de acreedores se juntaron para rechazar la propuesta y tratar de convencer a otros tenedores. Con mayor colaboración mediática local de la cosechada por Paul Singer en 2015, pidieron en una declaración conjunta que el resto de los bonistas tampoco firmen el acuerdo, dado que "le entregarán títulos públicos con un nivel de protección inferior y dificultarán las negociaciones de buena fe de los grupo para conseguir una tasa de recuperación justa para todos".
Por el megaendeudamiento de Macri, el Gobierno asumió en un virtual default. El modelo de Cambiemos consistió en la reprimarización de la economía y en emitir bonos para poder financiar la insaciable fuga de capitales, el objetivo primordial de Cambiemos. La evidente insustentabilidad llevó al propio expresidente a imponer un "cepo cambiario" en agosto del año pasado por la escasez de divisas.