Ricardo Aronskind estuvo entre el reducido grupo de economistas que cuestionó las políticas económicas menemistas, y su continuidad durante el macrismo, así como también de los iniciales en avalar y respaldar algunas de las que caracterizaron las llevadas adelante por el kirchnerismo. En esta entrevista con El Destape, este economista graduado de UBA y FLACSO, que se desempeña además como investigador en la Universidad Sarmiento, ofrece su visión sobre el actual gobierno, advirtiendo en primer lugar que más allá de la acumulación de reservas y la baja de los dólares paralelos, la economía aún no está estabilizada, ya que, señala “todavía hace falta agregar bastante reservas que no está claro de dónde van a venir, hay que seguir trabajando sobre ese tema, aprovechar ingreso a los BRICS para conseguir fondos también de Asia, porque el costo de recostarse demasiado sobre Estados Unidos implica renunciar a otras fuentes de financiamiento, de mercados comerciales, o de tecnologías”. Asimismo, agrega que “la vista a Estados Unidos no garantizó un flujo masivo de dólares que permita cortar definitivamente con las expectativas devaluatorias, esto es transitorio, y si no se trabaja sobre un nivel reservas más importantes la incertidumbre va a seguir”.
¿Piensa que podían haberse logrados más fondos del BID o del FMI?
Bueno, en su momento la Tesorería de Estados Unidos autorizó prestamos de decenas de miles millones de dólares para países en situaciones complejas como Corea del Sur o México. Yo pensaba que dado el nivel de contacto de Massa con las autoridades norteamericanas, iba a lograr algo más significativo como para generar un fuerte impacto psicológico, lo cual no ocurrió. Si por ejemplo se hubieran logrado sumar 20.000 millones de reservas, eso quebraría expectativas de saltos devaluatorios.
¿Cuáles son los peligros concretos que observa?
Hay ciclos de ingresos de dólares y otros en que estacionalmente no es así. Estos últimos son los momentos que son propicios para los rumores y las especulaciones, y nada quita que no pueda ocurrir nuevamente lo que ya ocurrió ante una baja en la liquidación de los exportadores. Esto se viene repitiendo sistemáticamente, y en un año electoral es muy probable que se aproveche la incertidumbre para nuevas maniobras y rumores, sobre todo frente a una parte de la opinión pública que es muy sensible a esos rumores y les cree a ciertos comentaristas muy sesgados contra el gobierno.
Más allá de la cuestión divisas, ¿Cómo observa el 2023?
Me llamó la atención la meta de crecimiento de dos por ciento del PBI para 2023, porque es muy mala y pobre, probablemente el escenario internacional no tenga las mejoras expectativas para el año que viene, y de hecho Nouriel Roubini, el economista que predijo la crisis de la subprime, plantea que se viene un agujero negro de un año. Quizá este escenario esté incorporado en el Presupuesto, que tiene metas de crecimiento muy bajas, pero es complejo ese horizonte. Y en relación a uno de los grandes temas que es la inflación, veo que se sigue con el criterio del ex ministro Guzmán, que sostenía que la inflación iba a ir bajando sola en la medida que mejore la macro. Pero eso es desconocer las características de la inflación argentina que tiene un componente inercial muy fuerte. Quizá era este el momento, con precios irracionalmente altos fijados en una expectativa del dólar a 300 pesos, para establecer un congelamiento de precios, no de salarios, para acomodar un poco la puja distributiva, sabiendo que las empresas tienen hoy rentabilidades absolutamente exageradas. Me da la impresión que no es la idea del gobierno, pero alguna idea deberían tener, porque si no llegan al año que viene con una inflación y un malestar social muy alto.
¿Hay capacidad política para establecer un congelamiento de precios o medidas intervencionistas eficaces?
Bajo la dupla Fernández Guzmán no lo veía, pensé que posiblemente Massa, por una cuestión de ambiciones personales y hombre de confianza de Estados Unidos y parte de establishment local, podía articular una medida de este tipo sin ser considerado anti capitalista, y sería una medida muy popular. Tenemos los casos del Plan Austral y de la Convertibilidad, donde las estabilizaciones le generaron al gobierno consenso muy positivo y se ganaron elecciones. Quizá se esté guardando esta carta para el año que viene, pero me parece que éste era el momento de congelar y darle aire a la población, después del envión inflacionario enloquecido y con niveles de rentabilidad absurdos.
¿Cuál es su balance general del Frente de Todos en materia económica?
Fue una gestión mala, tanto por la demora de las grandes obras, como las represas del sur o el gasoducto, y no hay pandemia que justifique la misma. El gobierno demostró que cada vez que una medida generaba malestar en sectores de la elite retrocedía, Vicentín es solo uno de los tantos casos, como también el hecho de que las grandes empresas el año pasado decidieron llamativamente pagar sus deudas con el exterior y le sacaron todos los dólares a las reservas, frente a un gobierno muy pasivo, que en vez de controlar tuvo la premisa de no ofender a quienes vaciaban las reservas. Guzmán sobrevolaba la macro y el tema precios se le fue totalmente de las manos, sin hacerse nada serio ni accionarse ningún mecanismo, ni siquiera crear competencias menores en mercados muy monopolizados.
¿Y en relación específica a la reestructuración con los privados y el acuerdo con el FMI?
La negociación con los bonistas fue buena, con una quita importante y adecuada postergación, donde además no se puede decir demasiado porque la deuda era legal. Ahora con el FMI se tenía la posibilidad de pararse de otra forma, primero porque fue escandaloso el monto de 57.000 millones de dólares acordados con el macrismo, ya que a la Argentina le correspondían por estatuto 20.000 millones, con lo que había 37, es decir casi dos veces más, que el país podía impugnar e informar a la comunidad internacional, aprovechando que asumían demócratas peleados con el trumpismo. Ahí había que hacer una campaña demostrando que lo que hizo la complicidad de Trump y Macri, algo totalmente irregular, y pedir que se revise todo lo demás. No se cómo hubiera terminado eso, pero era otra razonabilidad, decir que se quiere pagar, pero solo lo legal, no todo lo que hicieron Trump y Macri fuera de cualquier regulación.
¿Y en los aspectos puntuales de ajustes y o haber evitado reformas estructurales?
Los primeros dos años, antes de empezar la guerra, las metas eran cumplibles pero es un problema reducir el déficit fiscal para un gobierno sin carácter ni voluntad. Por caso, el revaluó fiscal planteado por Batakis o la propuesta que habían hecho de “renta extraordinaria” por la guerra, se chocaron con el miedo, la falta de voluntad política, y el desinterés de dar una lucha social en serio, para reducir el déficit sin afectar a los sectores populares. Y en relación a las reformas estructurales, creo que el horno no estaba para bollos, el FMI solo esperaba que le reconocieran esa deuda irregular, sabían que si se ponían cargosos la reacción podía ser mucho más fuerte y amplia contra el acuerdo firmado por Macri, así que no se lo puede ver como un gran triunfo.
¿Qué rol le asigna a la pandemia y a la guerra en estas dificultades de gestión que señala?
La pandemia, inicialmente sin vacunas y con amenzas de muerte, justificaba parar la economía y cerrar todo, con lo que ahí se hicieron bastantes cosas buenas, aunque limitadas, por caso el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) fue reducido en monto y tiempo, ya que desde el gobierno señalaban que se iba a dólar, y es grave esa concepción, porque bloquea toda mejora a los sectores populares, esto de que como finalmente presiona el dólar hay que limitar políticas de transferencia. Ahí es necesario pensar que se hace con los que van al dólar, pero no renunciar a apoyar a los nueve millones de personas que justificadamente pidieron el IFE. Paralelamente, Guzmán hizo una serie de pagos al Fondo que redujeron no solo las reservas, sino la capacidad de negociación, con lo que se quedó sin cartas para jugar a la hora de la negociación final. Eso tiene que ver con haber apostado a que arreglando con los fondos de inversión se iba a tranquilizar la economía, por usar su razonamiento, lo que es desconocer totalmente las características del comportamiento de los actores locales. Parecía un hombre que venía de otro lado, aunque es cierto que venía de otro lado, pero un ministro de Economía debe estar dentro de una mirada que contemple los comportamientos de los monopolios, oligopolios, y la búsqueda de rentabilidad a cualquier precio y costo. Un gobierno nacional y popular que desconoce eso, no puede gestionar eficientemente la economía argentina.
En relación especifica al gasto social, desde el gobierno plantean que fue record y que más déficit y emisión era insustentable…
Es que al no controlar los precios, sobre todo de alimentos y medicamentos, el gobierno se metió en una especia de situación endógena, de aumentar el gasto social permanentemente para aumentar la rentabilidad de un grupo de empresas, sin hacer nada para disciplinarlas, y que las mejoras del gasto repercutan en beneficios a los sectores populares antes que en el aumento delas tasas de ganancias empresariales.
¿El giro ortodoxo de Massa era inevitable?
Me cuesta mucho pensar que con el trayecto de la presidencia de Fernández, y el nivel de empoderamiento que se le dio al establishment y la derecha local, podía haber a esta altura una política progresista. Fue un gobierno que desde un primero momento empezó perdiendo capital político, de forma sistemática y autodebilitándose cada vez más. En esas condiciones, plantear un combate social es cada vez más difícil, porque cada vez tenés menos fuerza, entusiasmas menos, y convocas menos, generando una retroalimentación negativa entre política y economía. Yo sigo creyendo que la Argentina permite gozar de un buen nivel de vida para toda la población sin que eso impida que las empresas tengan un nivel de rentabilidad razonable, pero la política resulta fundamental.