El 40% de la población del país se encuentra en situación de fragilidad Laboral, es decir, afectada por problemas de falta de puestos de trabajo, precarización y/o ingresos insuficientes. Esta realidad se agrava en algunas regiones del país donde llega a superar el 45%, a la vez que son los jóvenes y, en especial, las mujeres la más perjudicadas en el actual modelo económico.
Lo anterior se desprende de último informe elaborado por CITRA-UMET que busca dar cuenta del estado de situación de las principales dimensiones del mercado de trabajo. Según se señaló “a los rasgos estructurales de la desprotección -déficit de puestos de trabajo, precariedad laboral e ingresos afectados por la inflación y su distribución regresiva-, se le agregan decisiones de política económica que produjeron una drástica caída de la actividad económica, afectando la demanda, la producción y provocando un mayor deterioro de las condiciones del empleo”. En detalle, el déficit de empelo creció del 13% a 17%, la precariedad laboral escaló del 49% al 52% y el Índice de pobreza e ingresos aumentó del 40% al 51%.
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Si se pone la lupa en las seis regiones que componen el país, la fragilidad laboral en el Gran Buenos Aires supera al promedio nacional mientras que la pobreza tuvo mayor incremento en la Patagonia (todas superan el 50%) a la vez que la escasez de puestos se hace sentir en las regiones del norte nacional de igual manera que el aumento sostenido de la precarización laboral.
Precarización y pobreza en cada región del país
En el primer año de gestión de La Libertad Avanza creció el déficit de empleo, se sostuvo la precarización y aumentó más de doce puntos la pobreza de ingresos, con especial impacto en algunas regiones del país y, sobre todo, en la población joven y las mujeres. En lo concreto, el 40,3% de la población nacional se encuentra condicionada por la fragilidad laboral que creció 6,4 puntos solo en un año.
Así lo señaló un informe elaborado por el Centro de Innovación de las y los Trabajadores (CITRA-UMET) que presentó su Índice de Fragilidad Laboral sintetizando tres dimensiones: déficit de empleo (cantidad de puestos de trabajo), precariedad laboral (calidad de los puestos disponibles) y pobreza e ingresos (poder de compra de los ingresos familiares en relación con la línea de pobreza y su distribución).
Este indicador busca dar cuenta de la distancia entre las condiciones deseables del mercado de trabajo y las realmente existentes. “El brusco viraje en la política económica a partir de diciembre de 2023 ha desencadenado un severo ajuste macroeconómico, caracterizado por una profunda recesión y una considerable erosión del poder adquisitivo”, destacaron las investigadoras y agregaron que “la naturaleza profundamente regresiva de las reformas implementadas, evidencia una marcada tendencia hacia la concentración de la riqueza y la precarización de las condiciones laborales”.
En esta coyuntura, crece la fragmentación laboral, tanto entre trabajadores con y sin derechos laborales básicos, como al interior de los primeros, dado que se profundizan las desigualdades, con impacto en las diferentes regiones del país. Sobre ello, el informe analizó lo que sucede a nivel federal en perspectiva comparada con el total nacional y los datos confirman la alarmante situación que se vive en diferentes puntos del país.
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Respecto del Índice de Fragilidad Laboral, la región más afectada fue el Gran Buenos Aires (GBA) donde alcanzó al 45% de la población (+7,3 puntos entre el primer trimestre de 2023 y el mismo periodo de 2024) sumado al Noroeste Argentino (NOA) donde aumentó del 32,3% al 39,1% (+6,8 puntos) mientras que en el Noreste Argentino (NEA) pasó del 32,9% al 38,1% (5,3 puntos). En el caso de la región Pampeana se incrementó 5,9 puntos (pasó del 32,6% al 38,5%) y en la Patagonia también creció (pasó del 26,8% al 32,6%; 5,8 puntos). Por su parte, en la región de Cuyo el indicador arrojó 37,1% y “no manifestó un significativo aumento”.
Al mirar cada componente del Índice, se observó que en el caso del déficit de empleo a nivel país pasó del 13,1% al 16,9% y “si bien este es un problema generalizado en todas las regiones del país, algunas áreas se destacan por los índices más elevados”. El NEA registró un incremento por encima del dato nacional (de 12,2% al 17,9%; +5,7 puntos) y GBA manifestó un similar crecimiento (14,4% a 19,5%; +5,1 puntos). Por su lado la región Pampeana tuvo un aumento menor ubicándose en 14,8% mientras que el NOA pasó del 14,6% al 15,9%. A diferencia, las regiones de Cuyo y Patagonia tuvieron guarismos relativamente bajos (8,4% y 6,6%, en cada caso).
En complemento, la precariedad laboral es un fenómeno transversal que en nuestro país afecta a toda la fuerza laboral. El último relevamiento evidencia que aumentó del 49,2% al 51,7% de la población nacional. Un aspecto clave es el doble efecto de la recesión económica sobre esta problemática. Por un lado, “en algunas regiones y entre ciertos grupos poblacionales, el índice disminuyó debido al aumento exponencial del déficit de empleo, es decir, la reducción de la precariedad laboral no se debió a un proceso virtuoso de generación de empleo registrado, sino a una expulsión neta de mano de obra”, se explicó en el informe. Por otro lado, “la precarización de las relaciones laborales es el resultado de una estructura económica deficiente, lo que también ha conducido al crecimiento de la misma en otras regiones”.
En detalle, en el GBA el 50% de las y los trabajadores se encuentran precarizados, mientras que la cifra escala en la región NOA donde llegó al 57,4% (+7 puntos) a la vez que en la región Pampeana se ubicó en el 53,8% (+3,5 puntos). Por otra parte, en Cuyo se detectó un descenso interanual, pero con un indicador igualmente en niveles altos (pasó del 62,3% al 57%) mientras que en el NEA presentó estancamiento y en la Patagonia, si bien indicó un crecimiento por encima del nacional (3,1 puntos) sigue siendo aún el nivel más bajo de todos (40,7%).
Un tercer elemento, pero el que presenta mayor gravedad tiene que ver con la pobreza de la población. “Las medidas económicas adoptadas, han generado un impacto distributivo regresivo, con efectos especialmente negativos en la población joven”, se destacó. Entre el primer semestre de 2023 y 2024, el indicador de pobreza e ingresos aumentó del 39,6% al 50,5%, esto es, 11 puntos en solo un año.
Sobre ello, la única región con un aumento inferior al promedio nacional fue el Nordeste donde el indicador subió de 36,0% a 46,9% (+10,8 puntos). En contraste, en el GBA superó a las demás regiones incrementándose de 51,5% a 65,5% (+14,2 puntos) en tanto que, en el NOA, se situó en 43,9% (+12 puntos). En la región de Cuyo, el indicador alcanzó el 45,8% (+11 puntos) mientras que en la región Pampeana se ubicó en 46,8% (+11 puntos). Finalmente, la Patagonia registró el mayor crecimiento relativo, con un aumento de 15 puntos, llegando al 50,4%.
Mujeres y jóvenes, los más golpeados
Si se analiza de forma segmentada se observa que la población más afectada por el déficit de empleo es la juventud, alcanzando un alarmante 42,1%. Entre las mujeres jóvenes, la cifra asciende al 50,4%, lo que implica que la mitad de ellas enfrenta serias dificultades para acceder al empleo. Si bien se trata de problemas generalizado en todas las regiones del país, aunque adquieren particularidades según cada parte del país.
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En ese sentido, en el GBA son los varones jóvenes los que alcanzaron el nivel de pobreza más elevado (70,1%) y mientras las mujeres en conjunto presentan un déficit de empleo del 26,3%, en las mujeres jóvenes escaló al 53,7%. Asimismo, si bien todas las poblaciones analizadas en el NOA se vieron afectadas, la pobreza creció con mayor exacerbación entre las mujeres, puntualmente las jóvenes (pasó de 28,9% a 43,4%; +14,5 puntos) e igualmente el nivel de precariedad laboral para las mujeres jóvenes escaló este año del 52% al 63,2%.
En el NEA el problema de la inserción laboral se focaliza principalmente en la juventud, pero a la inversa que en las regiones anteriores, este fenómeno se dio con mayor crudeza entre los varones, pasando del 26,9% al 42% (+15,1 puntos). De igual manera, el índice de pobreza en Cuyo es especialmente relevante en la población joven, al pasar de 38,3% a 53%.
En el caso de la región Pampeana el déficit de puestos de trabajo golpea directo a la población menor a 30 años. Si bien el indicador en la zona se ubicó en 14,8%, entre la juventud se encuentra en 45%. Por el lado de los varones, entre los jóvenes sufrió el aumento más importante de toda la serie alcanzando el 40,9% en tanto que entre las mujeres jóvenes el guarismo pasó de 47,5% a 50,1%, es decir, valores muy por encima del promedio. Para cerrar en la Patagonia el déficit de empleo alcanzó el 30,9% y, del mismo modo, entre las mujeres jóvenes escaló al 34,4%.